Siempre que se acercan nuevas elecciones para cambios de gobierno, desde presidentes de la república, gobernadores, senadores, diputados, alcaldes y regidores, la pregunta del electorado siempre es… ¿Tiene sentido votar? ¿Por cuál de los candidatos votar si ni siquiera los conocemos? Y la ciudadanía tiene razón porque son candidatos resultado de acuerdos y componendas entre las cúpulas de estos partidos.
No exagero al decir que generalmente todos los partidos, después de una serie de discusiones internas, descalificaciones, pleitos y hasta renuncias a sus partidos para mudarse a otros, terminan proponiendo candidatos malos, arrogantes, deshonestos y en algunos casos, coludidos con las mafias del crimen organizado que, al menos en sus actos de campaña, dicen combatir.
Todos los partidos, después de una serie de discusiones, descalificaciones y hasta renuncias terminan proponiendo candidatos malos, arrogantes, deshonestos y en algunos casos, coludidos con el crimen organizado.
Uno de los muchos ejemplos que podemos mencionar en este sentido es el de la exdiputada local y actual presidenta municipal de Chilpancingo, Guerrero, por el partido de Morena, Norma Otilia Hernández Martínez, exhibida en un video que se difundió en las redes sociales, en un encuentro sostenido en un restaurante, con uno de los presuntos líderes del crimen organizado en esa entidad, en donde discuten, luego de haber encontrado varios cadáveres con mensajes en el centro de la capital.
Pero ¿en qué mejorarán su suerte los más de 98 millones de posibles votantes, de la lista nominal, sobre todo de las clases bajas, con los candidatos que se perfilan para ocupar los principales puestos de elección popular, si durante los últimos tres y seis años, la pobreza, la inseguridad, la salud, educación, la falta de servicios y empleos bien pagados ha empeorado en el país, en los estados y municipios?
A la gran mayoría de los mexicanos, si no tomamos conciencia y nos organizamos urgentemente para tomar cartas en el asunto, como cuando Polidamante persuade a Héctor en la Ilíada de Homero de no pelear contra los Dánaos cerca de sus naves, pues les augura un final funesto, igualmente, a los mexicanos nos espera un triste final si no tomamos en cuenta que a nivel nacional, de los 500 diputados federales que integran la cámara, a pesar de su arribismo y pésimo desempeño, 471 ya se preparan para reelegirse y 119 de ellos pretenden ser diputados por tercera ocasión consecutiva, que de lograrlo, alcanzarán nueve años en ese puesto.
Igualmente pasa con los senadores de la república, que de 128 que integran este órgano legislativo, 88 de ellos también se preparan para reelegirse por otro periodo de seis años. Para qué, o cuáles son sus méritos, nadie lo sabe, sólo ellos y sus jefes que los colocan allí para levantar el dedo y mantenerse en el poder.
En Querétaro, donde la situación no varía mucho y valdría la pena hacer un recuento de sus promesas de campaña cumplidas en su primer ejercicio de gobierno, diez alcaldes van por la reelección; algunos de ellos, afortunadamente no todos, con muy pobres o nulos resultados, y dice de los 25 diputados que integran el congreso local han venido trabajando en los últimos días, no para hacer propuestas legislativas a favor de la población, sino para ser reelectos sin renunciar a sus actuales curules porque así se los permite la ley.
Urge, pues, la creación de un partido de nuevo tipo, incluyente, sí, pero con políticos del pueblo, con principios, propuestas realistas y resultados tangibles en favor de la gran mayoría de los mexicanos, sobre todo en hacer que la riqueza se distribuya más equitativamente, para que todos tengamos lo suficiente para tener una vida digna.
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