Los partidos en México deben mejorar sus propuestas para llevar a cabo una verdadera transformación de México, pues lo que proponen no es suficiente para lograr una sociedad con menos desigualdad, menos pobreza y más justicia. Deben desprenderse de su arraigo por complacer a los adinerados, por favorecer siempre con sus propuestas económicas que no lastiman las enormes ganancias que se incrementan año tras año, explotando la mano de obra de los trabajadores.
Intenta el Gobierno convencer a los trabajadores de que está de su lado con un aumento salarial, previamente acordado con los grandes empresarios, que, al primer aumento de la canasta básica, se derrumba el engaño, pero además, en ese supuesto aumento salarial, no incluye a más de la mitad de los trabajadores que sobreviven con un empleo informal, pues no disfrutan de ninguna prestación laboral.
La lucha popular es la única herramienta del pueblo organizado y tenemos que llevar dicha lucha a su escalón más alto.
No escuchamos propuestas serias, nadie habla de un compromiso para acabar con la pobreza, de echar mano de los dictados constitucionales, como el derecho al trabajo para todos los mexicanos y que se obligue a los patrones a otorgar un salario suficiente para cubrir todas las necesidades básicas de una familia mexicana.
El Gobierno presume de que llegan nuevas inversiones al país, pero lo que no dice es que esos capitales llegan a México porque los atraen los bajos salarios, que por un lado aumentan exponencialmente las ganancias capitalistas, pero empobrecen a los trabajadores.
Ningún candidato se atreve a mencionar que México requiere una nueva política fiscal, que no es otra cosa que los superricos paguen impuestos justos, que estén acordes con sus grandes ganancias; se necesitan más recursos para las enormes necesidades en salud, educación, vivienda y servicios.
El actual Gobierno federal prefirió mantener las clínicas y hospitales sin medicinas, con bajos salarios para el personal de salud, bajar el presupuesto en educación, invertir menos en obra pública, exigirle a los grandes empresarios que paguen impuestos justos.
Calcula el Gobierno que si los beneficiarios de los apoyos a adultos mayores y demás programas votan por los candidatos oficiales, volverá a ganar la 4T.
Si comparamos el pésimo servicio de salud, que sólo dan la receta porque no tienen medicinas y la atención con algún especialista o una cirugía tarda hasta meses, con la entrega de apoyos para adultos mayores resulta que el apoyo lo gasta en servicios de salud privados; lo que la dan con una mano, se lo quitan con la otra. Estamos a favor de los programas sociales, pero por sí solos, no son suficientes para una vida digna; se necesita más.
Mucha gente con poder califica la lucha de masas verdadera como una equivocación, como algo obsoleto, que ya no tiene en estos tiempos alguna utilidad, pues los gobernantes han creado programas para entregar dinero en efectivo, para hacernos creer que esa es la solución para acabar con la pobreza, pero esa política sólo es para conformarnos; los oligarcas y el Gobierno pueden estar tranquilos, pues hasta ahora la jugada les resulta favorable.
No debemos olvidar que la lucha popular es la única herramienta del pueblo organizado y tenemos que llevar dicha lucha a su escalón más alto: continuar con las tareas para la construcción del partido del pueblo pobre de México que nos dará la fuerza para luchar ya no sólo por un programa social o para la pavimentación de una calle o la electrificación de una colonia, sino para la toma del poder por la vía democrática y ahora sí, crear las condiciones necesarias para combatir la pobreza y que las grandes mayorías no sufran de las grandes desigualdades sociales que hoy padecemos.
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