El pasado jueves 22 de febrero, un grupo de policías del municipio de Mexicali, acompañados por un grupo de malandros acudieron a la vivienda que ocupa la familia de Luisa Campiz Romero, en la colonia Misión del Ángel, en el municipio capital. Sin aviso y sin alguna orden entraron mientras ella y sus pequeños se encontraban dormidos, sacando todas sus cosas que con mucho esfuerzo han ido adquiriendo durante años.
Cuando despertaron los niños, iban a ser trasladados al DIF y Luisa encarcelada: sí, como novela o relato de no creerse, policías entrando a una casa particular a arrestar a una persona que trabajó durante toda la noche en alguna fábrica.
Antorcha ha promovido durante meses la existencia de un programa de vivienda en Mexicali, pues hay muchas familias que no cuentan con un empleo formal.
Pero tanto policías como delincuentes olvidaron que ella pertenecía a Antorcha. No sólo ha vivido ahí por más de nueve años, sino que acudió a la organización más grande para solicitar su respaldo y pedir junto con otros más de 500 mexicalenses que se abriera un programa de vivienda popular, en el que se regularizaran las viviendas que ocupan o les oferten una vivienda que pudieran pagar.
En Mexicali, estimaciones de diferentes dependencias de Gobierno señalan que existen más de 20 mil viviendas en abandono, y a inicios de 2023 se contabilizaban 70 mil en Mexicali; sin embargo, ni el Gobierno estatal, municipal o federal han hecho algo para legalizarlas u ocuparlas, ni mucho menos han implementado algún programa de vivienda.
Antorcha ha promovido durante meses la existencia de este programa; ha señalado que es necesario que el Gobierno disponga de un programa de este tipo, pues hay muchas familias que no cuentan con un empleo formal y, por lo tanto, por esa vía nunca podrán tener acceso a un crédito de vivienda; ni por los pocos ingresos que generan ni con algún préstamo social.
Quien debiera velar por los intereses del pueblo trabajador, hoy lo somete y lo golpea, porque recibe órdenes de quienes pueden pagarle, pero hoy como dijo aquella: “se topó con pared”; con una pared impenetrable, con una fuerza social que se llama Antorcha y que no permitirá que a algún antorchista o necesitado se le vulneren sus derechos.
La Constitución señala que todos tenemos derecho a una vivienda digna y decorosa, derecho que se ha venido violentando y que muy pocos hemos exigido.
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