Al mexicano no le alcanza su salario para mantener a su familia y pagar sus deudas. Una de cada cinco personas en nuestro país destina más del 50 % de su ingreso para pagar deudas. Esto provoca estrés financiero, según especialistas del sector.
“Este hecho ocurre en un momento en que tanto los bancos como las instituciones financieras digitales, como las fintechs, mantienen la colocación de tarjetas de crédito y de préstamos de consumo en sus niveles máximos desde que hay registros, al tiempo que los saldos de las carteras vencidas crecen mes con mes, según cifras oficiales.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), en México al menos el 57 % de la población adulta vive estrés financiero, definido como la ansiedad y presión que experimentan los consumidores ante una situación de incertidumbre que roba energía y tiempo” (La Jornada, 20 de mayo de 2024).
Urgen salarios dignos con los que el trabajador no tenga que andar pagando un sinfín de deudas, incluyendo los empeños de objetos de su propiedad, a causa de bajos salarios.
Todo esto dificulta establecer dinámicas financieras estables, señala un reporte de Credmex, una plataforma enfocada en microcréditos. Este fenómeno viene ocurriendo y aumentando, según especialistas, después de la pandemia y de que el país atravesara “una de las peores crisis inflacionarias en 20 años, lo cual mermó el poder adquisitivo de los trabajadores”.
De acuerdo con las más recientes cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), al cierre de febrero de este año el número de tarjetas de crédito en circulación llegó a 35 millones 18 mil 799, mientras que en el mismo mes, pero de hace un año, la cifra era de 32 millones 290 mil 701 plásticos, lo cual implica un aumento de más de 2 millones y medio de tarjetas.
Para los jóvenes que concluyen una carrera universitaria en el país, la situación financiera se complica, pues la falta de experiencia laboral y las ofertas salariales poco atractivas hacen que crezca el problema.
La investigación “El Panorama de las Vacantes y la Población Disponible en México”, realizada por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), evidencia que el mercado laboral aún enfrenta retos “en cuanto a la necesidad de mejorar la calidad de los puestos de trabajo a partir de la reducción de la informalidad laboral, así como el otorgamiento de mayores remuneraciones a los empleos productivos”. Todo este capital humano y preparado se pierde, pues no se aprovecha el talento debido a que los sueldos no son competitivos.
Todos los trabajadores de nuestro país demandan mejores salarios. Es una demanda impostergable, pues la situación tiende a empeorar si no se resuelve la cuestión del salario. Desde 1917, en nuestra Constitución ya se consideraba un salario mínimo que cubriera las necesidades básicas de una familia.
Un salario que permitiera adquirir una canasta básica; es decir, productos que contuvieran suficientes calorías y nutrientes para permitir la vida y la reproducción del ser humano.
UNAMirada a la Ciencia, DGDUNAM, menciona:
“El salario estaría complementado con otros beneficios que el Estado aporta, tales como la educación y servicios de salud para la población, ambos gratuitos y baratos. En la década de los años 60, 70 e incluso 80, el salario mínimo cumplió su función y ayudó a que muchas familias prosperaran hacia la clase media”.
En 2018, el salario mínimo general en México fue de 88.36 pesos al día o 2 mil 686.14 pesos al mes. Esto significa que un día de trabajo no alcanzaba para adquirir 1 kg de carne de res. Se necesita todo el salario de un día para comprar 1 kg de frijol, 1 kg de sal, 1 kg de arroz, 1 litro de aceite y un paquete de sopa de pasta. En otras palabras, la situación no ha cambiado a la fecha.
En todos los países del mundo, la ley establece un salario mínimo que debería ser suficiente para satisfacer las necesidades básicas de una familia de la clase trabajadora.
Urgen salarios dignos con los que el trabajador no tenga que andar pagando un sinfín de deudas, incluyendo los empeños de objetos de su propiedad, a causa de bajos salarios.
En este caso, el Estado debe dar solución a esta problemática, de lo contrario, el problema puede crecer como una bola de nieve y todo salirse de control. Las elecciones en nuestro país están en puerta y los trabajadores tienen la última palabra.
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