En lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el precio de la canasta básica en los entornos rural y urbano aumentó en un 43.8 %, en promedio; durante el mismo lapso, el valor de la línea de pobreza creció en un 33.6 %, en promedio.
De acuerdo con las cifras actualizadas del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) —organismo que López Obrador pretende desaparecer—, en el arranque del sexenio la canasta alimentaria mensual valía mil 218 pesos por persona en el campo y mil 600 pesos por persona en la ciudad.
Son cerca de 49.6 millones de mexicanos cuyos precarios ingresos les impiden alimentarse adecuadamente, aun destinando el total de sus ingresos a la compra de alimentos.
Tales montos, de acuerdo con el Coneval, permitirían cubrir una dieta basada en tortilla, jitomate, frijol, huevo y pollo. Así lo menciona Proceso, uno de los medios más afines al Gobierno morenista, que ante la realidad no puede ocultar la terrible situación que atraviesan millones de mexicanos.
Para mayo de este año, la canasta básica de alimentos tuvo un costo de 2 mil 299 pesos en las zonas urbanas, mientras que en las rurales registró un costo de mil 762, de acuerdo con el Coneval.
Pero estas estimaciones de consumo sólo son para una persona; esto se complica cuando se aplica a una familia de cuatro integrantes, pues serían necesarios 9 mil 196 pesos mensuales solo para cubrir sus necesidades alimentarias.
Las mediciones del Coneval consideran a los mexicanos que tienen ingresos inferiores al valor monetario de la canasta básica como población en pobreza extrema.
Son cerca de 49.6 millones de mexicanos cuyos precarios ingresos les impiden alimentarse adecuadamente, aun destinando el total de sus ingresos a la compra de alimentos.
Además de una buena alimentación, se necesitan otros productos y servicios para una vida digna. La canasta básica ampliada abarca productos de higiene personal, limpieza y servicios de la vivienda, vestido y calzado, educación, salud y transporte.
Para las regiones urbanas, el precio de la canasta básica ampliada fue de 4 mil 510 pesos por persona, y para la zona rural, de 3 mil 256 pesos por cada integrante del hogar.
El aumento de los precios de los productos básicos impacta directamente a los más pobres, pues son los pobres quienes destinan más del 75 % de sus ingresos a la compra de bienes y servicios de primera necesidad.
A pesar de los aumentos salariales que tanto pregonan los defensores del Gobierno federal, Forbes publica lo siguiente, con datos del banco BBVA: Inflación en canasta básica borra aumento de ingresos de los mexicanos; el costo de la canasta alimentaria aumentó en 30.9 %, lo que diluyó los beneficios del incremento de 31.7 % en el ingreso laboral per cápita.
Sin embargo, el problema es mayor, pues tales aumentos salariales nunca llegaron a los trabajadores informales, que son más del 50 % de toda la planta laboral nacional, pero sí reciben la embestida de la alza de los precios de los productos básicos.
No estamos viviendo en el paraíso prometido por el gobierno morenista (y nos esperan otros seis años de lo mismo), un discurso que presume progreso y bienestar, de que todos los mexicanos están felices, pero que la realidad grita la triste existencia de muchas familias que se debaten todos los días en carencias básicas de todo tipo.
Combatir la pobreza debe ser la tarea de los trabajadores mexicanos; luchar de manera organizada por una política social que defina los salarios adecuados para garantizar un mejor bienestar, empleo para todos y, como bandera principal, una reforma fiscal progresiva. Esa es la tarea.
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