El debate sobre la migración es viejo. Y muchas opiniones se han vertido. Sin embargo, pese a que desde hace ya muchos años existen mesas de diálogos, propuestas, demandas, tratados e incluso campañas políticas basadas en la erradicación de la disminuición de peligro para los migrantes o la garantía para estos de hogares y trabajos seguros; al día de hoy, miles y miles de latinoamericanos siguen huyendo de sus países de orgien. Pero, ¿por qué? ¿Qué los orilla a buscar desesperadamente una y otra y otra vez salir de sus hogares?
El continente americano tiene un importante flujo de migraciones hacia los países del norte de (EE.UU. y Canadá) y, en el sector de América del Sur, los prinicpales países receptores en la actualidad son Venezuela, Chile y Argentina.
La crisis generada por la marcha de los migrantes centroamericanos es una crisis humanitaria cuyos héroes siguen sin existir. ¿Cuán grave no será la realidad que viven que los lleva a emprender el camino al Norte, a sabiendas de los peligros, los desafíos e inclemencias que conlleva su decisión? A aguantar estar hacinados en tráileres —que, de acuerdo con expertos- es la peor y más peligrosa manera de atravesar un país.
Las razones de fondo que los motivan son más que sabidas: pobreza, falta de empleo, falta de respeto a sus Derechos Humanos básicos, crimen organizado, narcotráfico, y líderes políticos y económicos insensibles en extremo, entre otras.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a mediados de 2020, había cerca de 280,6 millones de migrantes internacionales a nivel global, cifra que crece año tras año y que representa el 3,6% de la población mundial. En 2010 era de 221 millones y en el año 2000, de 173,2 millones.
Indiscutiblemente, cortar la ayuda a estos países —lejos de solucionar el problema—, contribuye a agrandarlo; como también lo agranda el apoyo a regímenes instaurados sobre la violación expresa de sus Constituciones.
La actual administración estadounidense, entre octubre del 2020 y septiembre del 2021, detuvo a más de 1.6 millones de personas. Esta cifra es la más alta en los registros, superando incluso las del gobierno de Trump.
Por su parte, México se ha encargado de hacer parte del trabajo sucio. La mayoría de las detenciones en México se han producido en la frontera sur con Guatemala, puerta de entrada de la migración procedente de Centroamérica. Palenque (Chiapas) es el municipio del sur con más detenciones, casi 9.500; seguido de Suchiate, con 8.834.
No obstante, también se percibe un aumento de las detenciones en estados alejados de las rutas migratorias ordinarias, como Guerrero, Michoacán o Tlaxcala —una consecuencia del aumento de la vigilancia y la presión en los viejos itinerarios—. Como consecuencia, las personas optan por tomar otros caminos más peligrosos en su rumbo hacia el norte. También han aumentado las aprehensiones en el norte del país. Tamaulipas, Sonora o Nuevo León registran incrementos significativos.
Los países de los que, generalmente, buscan huír los ciudadanos, carecen de legitimidad democrática y cuentan con una represión inhumana a su población. La única solución al origen de esta crisis y, en general, del fenómeno migratorio, es el desarrollo humano sostenible en los países de origen.
Durante las últimas dos décadas, la migración internacional experimentó un cambio en la dirección, intensidad y composición de los flujos migratorios; incluso, también ha cambiado el rol que desempeñaron algunos países dentro del sistema migratorio internacional.
Asimismo, la movilidad intrarregional incrementó debido a la difusión de los medios de comunicación, los bajos costos de transporte y, esencialmente, por las condiciones políticas en las regiones, con la implementación de mecanismos de integración regional que facilitaron la movilidad.
Los migrantes intrarregionales han tenido como principal destino el Cono Sur: Argentina, Chile y Brasil son los países que atraen a la mayoría de los migrantes en la región, provenientes principalmente de los países andinos y Paraguay.
Mientras que los migrantes extrarregionales tienden a buscar asilo en Estados Unidos, siendo así el principal país de destino de los migrantes internacionales. El número de personas nacidas en el extranjero que residen en el país ascendía a casi los 51 millones en 2020.
Los migrantes extrarregionales son más vulnerables en comparación con los migrantes regionales puesto que tienden a enfrentar desafíos relacionados con el acceso a la condición migratoria regular y, posteriormente, al trabajo protegido, así como a las barreras lingüísticas y culturales, entre otros.
A una distancia considerable se encuentra Alemania, que es el segundo país del mundo que más migrantes acogía el pasado año, con 15,8 millones de personas, seguido de Arabia Saudí (13,5 millones), Rusia (11,6 millones) y Reino Unido (9,4 millones).
En la última edición del “Encuentro de Folclor Internacional” organizado por el Movimiento Antorchista —quienes tuvimos la oportunidad de apreciar los diferentes montajes— pudimos apreciar, con los grupos culturales de Baja California, el montaje “Contry y el lejano sueño americano” bajo la dirección de Alethia Mejía López. Ellos representaron las diferentes dificultades que atraviesan los migrantes al llegar a su respectivo “sueño americano”. Desde maltratos y burlas, hasta la violación de sus Derechos Humanos por parte de las propias instancias de seguridad.
Como lo mencioné con anterioridad, la única solución al origen de esta crisis y, en general, del fenómeno migratorio, es el desarrollo humano sostenible en los países de origen. El gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador, debe crear las condiones óptimas para que —por lo menos—, los mexicanos cuenten con trabajo bien remunerados y no tengan la necesidad buscar en otro país las condiciones sociales necesarias para sacar adelante a sus familias.
Hasta la llegada de López Obrador, México participaba como país de tránsito, pero las presiones de Biden han convertido el papel de México en el de un gendarme de la política exterior. Cientos de migrantes, centroamericanos, del caribe, del cono sur de América, de Asia y África, se encuentran sometidos a una ola de violencia que ha venido en aumento en los últimos años, en donde tanto miembros del crimen organizado como de las policías locales son los principales agresores.
En la primera mitad del gobierno de la 4T van 2 mil 823 asesinatos de migrantes en estados del sur de México.
Actualmente, los migrantes son víctimas de desapariciones, ejecuciones, extorsiones, o accidentes que sólo se conocen cuando son noticia, como el del 9 de diciembre en Chiapas cuando murieron 56 migrantes, que iban ocultos en un camión que circulaba a exceso de velocidad y en el que viajaban hacinados más de cien centroamericanos.
México terminó el año pasado como el periodo en el que más extranjeros detenidos hubo, tras la captura de más de 250 mil migrantes en los últimos 11 meses, principalmente de Honduras, Guatemala y Haití.
Una renovada denuncia al imperialismo norteamericano que sigue explotando la fuerza laboral de América Latina. Pero, lo más importante, un llamado al pueblo a solidarizarse con los migrantes, a seguir exigiendo un mejor país, a seguir exigiendo un presidente que genere condicones de vida dignas y no se enorgullezca por el incremento en las cifras de las remesas. A seguir luchando. Por que, quien no se mueve, no siente las cadenas.
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