El pasado 25 de octubre de este 2023, la furia del huracán “Otis” golpeó por igual a ricos y pobres. La poderosa tormenta de categoría 5 arrasó tanto la zona hotelera de lujo frente al mar como los barrios más pobres. Ese día fue trágico para miles de personas que perdieron todo el patrimonio que habían forjado por años
El huracán “Otis” ha sido una de las tormentas más fuertes en los registros históricos que haya azotado la costa del Pacífico de México.
Sin duda, fueron severos los estragos que dejó el huracán a su paso: más de un millón de personas damnificadas, con daños que van desde la pérdida total de viviendas, destrozos de carreteras, inundaciones, daños materiales incalculables.
También dejó a miles de familias sin agua potable y sin luz eléctrica, sin comunicación y sobre todo sin empleo, ya que la mayoría de las personas que habitan en Acapulco viven del turismo.
Toda la fuerza laboral ocupada de Acapulco, 308 mil trabajadores, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), quedó prácticamente paralizada y sin ingresos para adquirir lo indispensable para sobrevivir. Pero lo más lamentable fueron las pérdidas humanas.
En el sexenio de la “cuarta transformación”, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, su Gobierno redujo muchos apoyos que consideraba innecesarios, como el Fonden o el Fopreden.
El Movimiento Antorchista Nacional se ha movilizado ya desde hace varios días, instalando centros de acopio para recolectar, víveres, agua y productos no perecederos que ya empezaron a llegar a su destino en solidaridad con los damnificados, como un acto de hermandad con los que menos tienen y sufren más las calamidades de esta tragedia.
En estos momentos, los mexicanos debemos ser solidarios y donar lo que nuestras posibilidades nos permitan en los centros de acopio.
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