Han pasado ya varias semanas desde que el huracán “Otis” azotó las costas de Guerrero, dejando un saldo de destrucción y muerte. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, cientos de millas de damnificados siguen esperando la ayuda prometida por las autoridades, la cual brillaba por su ausencia.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024 recientemente aprobado no se contempla ni un solo peso para la reconstrucción y rehabilitación de las zonas afectadas. Esto a pesar de que organismos independientes calculan que se requieren al menos 300 mil millones de pesos solo para poner en pie a Acapulco, la ciudad más golpeada.
En su lugar, el gobierno federal ha optado por destinar el gasto público a sus megaproyectos insignias y programas clientelares, en un evidente intento por asegurar votos de cara a las elecciones de 2024. Mientras tanto, los guerrerenses damnificados se debaten entre los escombros, el hambre y las enfermedades.
Es indignante que uno de los estados más pobres del país, que además acaba de sufrir una tragedia de proporciones bíblicas, sea orillado al olvido por quienes deberían ser los primeros en acudir en su auxilio. Los guerrerenses no merecen ser tratados como ciudadanos de segunda clase.
Por ello, es urgente que el gobierno federal rectifique y destine recursos suficientes para atender esta crisis humanitaria. De lo contrario, estará fallando en su obligación primordial de velar por el bienestar de todos los mexicanos.
Es encomiable cómo diversos grupos sociales se han organizado para llevar ayuda a Guerrero. Sin embargo, esto no puede ni debe sustituir la obligación del Estado.
Asimismo, es necesario que se reconsidere la estrategia asistencialista que ha demostrado su ineficacia para sacar a Guerrero de la pobreza. Se requieren programas integrales de reconstrucción y reactivación económica que permitan a las comunidades damnificadas no solo recuperarse, sino tener un futuro digno.
Mientras las autoridades siguen dando la espalda a los guerrerenses, la solidaridad ciudadana es lo único que les queda. Es encomiable cómo diversos grupos sociales se han organizado para llevar ayuda y aliviar en lo posible la crisis. Sin embargo, esto no puede ni debe sustituir la obligación del Estado de asistir a sus ciudadanos ante una tragedia de esta magnitud.
El Movimiento Antorchista se ha solidarizado ante la desgracia que ha desolado a más de 2 millones de guerrerenses, los antorchistas del país han organizado colectas de víveres, medicinas y artículos de primera necesidad para ayudar; en Guerrero los esfuerzos antorchistas no han cesado para acercar abrigos, medicinas, un plato de comida caliente y un vaso con agua.
Pese a la buena voluntad, los antorchistas condenamos la indolencia del Gobierno federal y estatal y exigimos una respuesta real ante la crisis que a ojos de especialistas, apenas acaba de empezar.
Es tiempo de que el Gobierno federal ponga a Guerrero en el centro de sus prioridades. Cualquier otra cosa será una afrenta para todos los mexicanos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario