El Día Internacional de la Mujer fue fruto de la iniciativa de una mujer; la ilustre y luchadora socialista Clara Zetkin, amiga de Rosa Luxemburgo que lo propuso y logró antes de la Primera Guerra Mundial. Su bandera fue el voto de la mujer; hoy éste es una realidad en todo el mundo, pues gracias a eso la situación de la mujer es mejor que antes; pero no ha sido la solución definitiva a sus problemas como lo comprobamos en este tiempo.
En marzo de 1857, en el marco de la Revolución Industrial, las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York salieron a la calle a protestar en masa por las duras condiciones de trabajo. Si bien es cierto que en ese momento las condiciones laborales de todos los trabajadores eran durísimas, la precariedad se cebaba especialmente con la parte femenina del sector, cuyos salarios podían llegar a ser menos de la mitad que de los hombres sólo por el hecho de ser mujeres. Las protestas terminaron con la intervención violenta de la policía contra las manifestantes y la detención de éstas, pero aquella manifestación sentó un primer precedente gracias a su gran repercusión.
Poco más de medio siglo después, el 8 de marzo de 1908, 15 mil mujeres volvieron a tomar las calles de Nueva York para exigir un aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y prohibir el trabajo infantil.
Otro acontecimiento histórico que marcó la revolución rusa de octubre de 1917 (que culminó con la vida del zar Nicolás II y la instauración de un gobierno provisional), fue que en esta rebelión que comenzó con una huelga y una marcha de las obreras rusas con motivo, precisamente, el Día de la Mujer; (en el calendario ruso es el 23 de febrero que equivale al 8 de marzo occidental), caracterizó por la enorme valentía de la mujer rusa, en la que una vez más fue ejemplo de valor, pues luchó nada más y nada menos que por una mejor sociedad.
En México, la denuncia de los casos de feminicidio no es la excepción, la masacre que sucedió en Ciudad Juárez, en el año de 1993, marcó el precedente de este delito gracias a la lucha internacional. Sin embargo, hasta el día de hoy en nuestro país se vive una epidemia de violencia, uno de sus ejes principales de esta barbarie es la violencia misógina, que en sus formas extremas se concreta en el asesinato de mujeres, por el hecho de serlo.
Los feminicidios representan una problemática constante y creciente, esta situación, aunque haya ganado especial atención el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde que asumió al poder de la nación en diciembre de 2018, las cifras de feminicidios, los cuales son asesinatos de mujeres por razones de género, han mostrado tendencias en aumento.
De acuerdo con datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en la incidencia delictiva del fuero común, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de enero de 2024 se han registrado en México cuatro mil 817 casos de feminicidios.
Aunque el Congreso de la Unión reconoce el feminicidio como un delito específico, refleja la gravedad de esta violación de derechos humanos. Paradójicamente, la implementación efectiva de políticas públicas para combatir este delito enfrentó desafíos, entre ellos, la falta de recursos, la insuficiencia de capacitación para las fuerzas del orden y el sistema judicial, y la normalización cultural de la violencia contra las mujeres.
En consecuencia, la falta de políticas públicas alcanzan cifras escalofriantes, es decir, poco más de 122 mil mujeres son víctimas de algún delito; en promedio 334 víctimas por día y 14 por hora; en el terreno laboral, las mujeres siguen percibiendo salarios menores a los de los hombres, a pesar que en ocasiones sus jornadas de trabajo son más largas, ganan 84 pesos por cada 100 que gana un hombre, la brecha salarial de género no es un problema menor, por ello, debe alarmarnos a todos, porque como todo mundo sabe, muy pocas mujeres cuentan con una situación económica y socialmente estable que les permita llevar una vida digna, desahogada, sin apremios y carencias de todo tipo que les impide enfrentar la problemática diaria de su familia.
Al contrario, la compleja y difícil situación que las oprime se agrava aún más, puesto que el 51.1 por ciento de la población son mujeres, y movidas por la necesidad, tienen que dividir sus tiempos para aportar a la economía familiar; o en muchos casos es jefa de familia y la carga es mucho mayor; pues es la que tiene que hacerse cargo de la canasta básica familiar, pero al Gobierno de la Cuarta Transformación le tiene sin cuidado, no es su prioridad resolver lo que le aqueja al sexo femenino.
En este contraste, se revela toda la hipocresía y manipulación de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, porque no se interpreta el discurso con la realidad social de la mujer, como madre, trabajadora, que lucha para que sea respetada y valorada; para que se le dé protección social, trabajo bien remunerado y educación, es decir, que todas las mujeres trabajadoras de nuestra patria, sin excepción alguna, accedan a mejores condiciones de vida y a una vida sin violencia.
En el Movimiento Antorchista Nacional, a la mujer se le respeta y trata con equidad; porque considera a la mujer como un ente social, capaz de educarse, transformarse y sumarse a la lucha en contra de la injusticia social, pero, además debemos luchar no sólo para que sus derechos sean inalienables, porque además a ellas les debemos la vida, ellas tienen la difícil misión de propagar la especie, luchemos todos, por un mundo justo e incluyente.
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