La nula influencia en la toma de decisiones políticas por parte de los sectores más pobres es una de las causas fundamentales que han contribuido al incremento de los niveles de pobreza, en contraste con el exorbitante despilfarro e irracional acumulación de un grupo de milmillonarios; en otras palabras, la extrema desigualdad se explica por la marginación, casi absoluta, de los intereses de los trabajadores en la política y el excesivo privilegio de los ricos en los gobiernos en nuestro país.
Tienen razón quienes dicen que la democracia no puede limitarse a elecciones limpias, aunque, desde luego, es un principio imprescindible, a ello debe agregarse que las instituciones políticas y su actuar esté abierto a los requerimientos de la población más pobre. Por eso, es reprobable que en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador las instituciones públicas, como las que atienden la salud, la obra pública o la educación, reduzcan su alcance por falta de un presupuesto suficiente. En suma, todo se decide a voluntad de los intereses personales de los políticos y en consonancia con los de los más ricos, y a espaldas de los más pobres y más necesitados.
En Santo Domingo, San Luis Potosí, desde hace más de dos décadas la participación organizada de campesinos en el Movimiento Antorchista, amas de casa, pequeños comerciantes, estudiantes han cambiado el rumbo de la política en este municipio. Primero porque agrupados mediante gestión y luego manifestación, sin ser gobierno, obtuvieron implementos agrícolas, apoyos a la vivienda, fertilizantes, ampliaciones de red eléctrica, introducción de agua potable, apoyos asistenciales, medicamentos, entre otros muchos; es decir, que a partir de su participación y gestión directas ante las instancias correspondientes del Estado y de la capital del país pudieron obtener beneficios. Ya siendo gobierno, su participación no desapareció.
Las administraciones municipales antorchistas realizaron lo que por décadas no habían podido hacer sus antecesoras: obras de gran impacto, tramos carreteros, decenas de techos comunitarios, drenajes, introducción de agua potable mediante pozos, así como la entrega de material para vivienda (desde cemento, block o tinacos), escuelas y su rehabilitación, apoyos para el campo, en fin, un cambio que hasta los más detractores gozan de estos avances todos los días.
Estos logros han sido posibles por la probidad, no sólo de los presidentes antorchistas, sino también por la fuerza organizada de los antorchistas en este municipio y en todo el país. Esto significa que los presidentes han puesto todo lo que ha sido posible del municipio al servicio de la gente y aunado a ello también han encabezado la gestión y lucha desde siempre.
En recientes días, los antorchistas acompañamos a nuestra presidenta, Celeste Mata Esparza, a solicitar obras y servicios para nuestras comunidades, ante el Gobierno del estado. Rehabilitación de los caminos en las comunidades de Juan del Salado, Illescas, Jesús María, El Zancarrón; pavimentaciones de calle en la cabecera y varias comunidades. Además de solicitar estudios técnicos a la Comisión Estatal del Agua para perforación y puesta en marcha de pozos de agua potable en comunidades como Santa Clara y San Francisco.
Agregamos también la atención de salud de los santodinguenses, pues la carencia de medicamentos y tratamientos para pacientes crónicos es un problema que se agrava. También solicitamos ser incluidos en los programas de asistencia social: alimentarios y de vivienda. Sin olvidar el apoyo al campo, mediante implementos agrícolas y programas que incentiven la producción agrícola.
Los antorchistas sabemos que la realización de estas obras y acciones no serán fáciles. Pero estamos seguros de la justificación irrefutable de nuestras solicitudes y de la fuerza y persistencia de los grupos antorchistas de nuestra demarcación municipal y del estado.
Por tanto, el progreso de Santo Domingo ha sido resultado de la fuerza organizada de los trabajadores y hoy más que nunca este impulso no se debe detener, por el bien de nuestros hijos y por su futuro. Vale.
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