La Secretaría de Educación Pública (SEP), organismo oficial de educación en nuestro país, no ha dado a conocer información actualizada sobre el número de estudiantes inscritos, así como una cifra de la deserción escolar. Sin embargo, otros organismos educativos y financieros han publicado información al respecto.
Los datos presentados reflejan un escenario difícil para los estudiantes, sobre todo, para los que pertenecen a familias de escasos recursos. Las actuales circunstancias por las que atraviesa nuestro país han empeorado su situación, obligándolos a abandonar sus estudios. Las adversidades a las que se enfrentan en materia educativa son, sobre todo, la carencia de internet, equipos de cómputo, celular, televisión, etc. Si antes de que se presentara la pandemia, la brecha educativa era marcada, ahora con todos los problemas antes mencionados, se está incrementando aún más. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en nuestro país, el 24.84 por ciento de los estudiantes de entre 7 y 17 años no tiene acceso a internet; es decir, 1 de cada 4 no cuenta con una televisión por lo que no pueden continuar con sus estudios a distancia durante la contingencia por la covid-19.
Haciendo un análisis de la información antes presentada, podemos concluir que la SEP:
1.No ha sido transparente, pues no ha brindado información acerca del número de estudiantes actualmente inscritos, ni de la cifra de deserción escolar. Si bien, la pandemia ha complicado la obtención de estos datos, es importante que se implemente una estrategia para solucionar esa situación, puesto que es de vital importancia conocer y cuantificar el problema para darle solución.
2.Las medidas que la SEP ha implementado para poder continuar con la educación de niños y jóvenes durante la contingencia de la covid-19, han sido ineficientes, dando como resultado un rezago educativo en prácticamente todos los niveles educativos.
La solución al rezago educativo debe ser una prioridad, porque a menos nivel educativo, se traduce en menos profesionistas y por lo tanto en menos desarrollo del país. Las posibles soluciones no solo beneficiarían en el ámbito educativo, sino también en lo económico, en la salud, la ciencia, la tecnología, entre otros. Por un lado, se les puede dotar de las herramientas necesarias para continuar con las clases en línea, como internet, equipos de cómputo y televisiones a los estudiantes que carecen de ello. Y por otro, agilizar la adquisición y aplicación de vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la covid-19. Estas medidas beneficiarían a otros sectores como el comercio y en general la economía. ésta es la estrategia más viable y potencial para retomar la normalidad en la que nos desenvolvíamos antes de la pandemia.
Sin embargo, nos damos cuenta que la Secretaría de Salud ha perdido el control sobre la estrategia de disminución de contagios y sobre el control de vacunación, ya que no hay dosis para cubrir el calendario presentado por dicho organismo. En los estados donde ya llegó una parte de las vacunas, reina el desorden y la improvisación. El mejor ejemplo es Campeche, donde se han vacunado a más maestros, que al personal de salud que está en primera línea en la lucha contra la covid-19. Concretamente se han vacunado a 15 mil 500 maestros y maestras, mientras que, de las 11 mil personas dedicadas al área de la salud, sólo han inoculado a cinco mil 800. Esta estrategia carece de todo sentido, pues los docentes han manifestado que no regresarán a las aulas hasta que el semáforo de riesgo epidemiológico este en verde.
Como hemos visto, el gobierno de la 4T, no ha sabido manejar la situación decadente de nuestro país en medio de la crisis sanitaria; siendo la educación uno de los sectores más afectados, conforme el tiempo pasa; la cifra de alumnos que abandonan sus estudios incrementa, por ello es de suma importancia no quitar el dedo del renglón, y exigir a la SEP y demás organismos competentes, mejoren las condiciones para que los estudiantes puedan continuar con su labor.
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