Mientras que, al corte del 8 de junio, Estados Unidos llevaba oficialmente un millón 10 mil 500 de muertes por covid-19, China llevaba tan solo 14 mil 615 en toda la pandemia. El fracaso de la demagogia del país más agresivo del mundo es evidente, en tanto que el éxito sanitario de China ha dejado a los médicos del mundo con la boca abierta de asombro.
Ni todos los dólares de nuestro vecino ni sus avances tecnológicos ni sistemas de salud fueron capaces de contener el daño de la pandemia, más bien dejaron conscientemente que el mal avanzara libremente. Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la cifra real de muertes es tres veces mayor de la oficial, es decir, tres millones de muertes al norte del Río Bravo. Eso lo informó apenas hace un mes, el 5 de mayo pasado. El imperio gringo nos está ocultando dos millones de muertos y, por si fuera poco, como es bien sabido también, la mayoría de los fallecidos son los más débiles, desprotegidos y pobres de ese país (eso también lo ha informado reiteradamente la OMS).
En estos momentos, Estados Unidos (EE. UU.) tiene un promedio diario de más de 110 mil nuevos contagios por día y en el mundo; en las últimas cuatro semanas, se contagiaron 100 millones de personas a consecuencia del virus.
Considerando en total 533 millones de contagios en toda la pandemia (cifra que se queda corta, pues según la OXFAM a estas alturas la mitad de la población del mundo ya se habría contagiado), eso significa que en un mes creció en una quinta parte de lo que había crecido en 27 meses. El 11 de junio, aparece en los medios de comunicación la noticia de que EE. UU. ha eliminado el requisito de presentar obligatoriamente una prueba covid para ingresar a su territorio. Ahora todo mundo podrá entrar sin tomar ninguna precaución a ese país, como si la burguesía yanqui le dijera al mundo: “nos hace falta matar a más, traigan más virus”.
Así pues, la idea de la famosa inmunidad de rebaño ha sido destruida por completo. No hay tal, el mal está descontrolado. Esa es una idea nociva que los pueblos del mundo tienen que descartar. Es parte de la guerra ideológica para que los pueblos del mundo acepten la tragedia, se conformen y no se rebelen ante tamaña injusticia. Pensar que esa inmunidad será nuestra salvación es un absurdo, pero promover esa forma de pensar es criminal.
En estas circunstancias, quitar la obligatoriedad del uso del cubrebocas equivale a desarmar a los pueblos y entregarlos indefensos al enemigo. Esa estrategia es un éxito de la guerra para deshacerse, sin costo para el capital y sus gobiernos, de la parte más débil de la clase trabajadora mundial, del exceso de desempleados y de los costos que significan sus movimientos migratorios. Una nota dolorosa habla de que cada minuto, cuatro niños o niñas del mundo pierden a un padre, madre o cuidador a causa de la covid-19. En estos momentos tenemos ya cerca de 20 millones de muertes en el mundo: una guerra mundial exitosa que no ha sido declarada por ningún país. ¡Vaya triunfo para el capitalismo! Estados Unidos, la OTAN y sus aliados, ofrecen al mundo sólo negocios injustos, guerras y muerte.
En cuanto a México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador esta doblado ante la voluntad del imperio yanqui, se somete a sus dictados sin chistar, pero quiere hacernos creer lo contrario, pretende confundirnos con su demagogia teatral de fingir una independencia nacional que no se tiene en realidad y una política internacional estridente, pero que no ataca la raíz de los problemas. La política morenista de no hacer nada efectivo contra la pandemia está dictada desde EE. UU., es una reproducción calcada de la inacción criminal de la clase burguesa imperialista. La actual política de desalentar el uso del cubrebocas en México es prueba de ello.
El mismo 5 de mayo pasado, la OMS informó que, en nuestro país, entre 2020 y 2021 hubo un total de 626 mil muertes a causa o con relación a la covid-19, el doble de lo que dice la mentira del gobierno morenista… y todavía faltan los datos de medio año de 2022. Aquella frase de López Obrador de que: “Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar; hay que abrazarse, no pasa nada” y la de López Gatell de que el cubrebocas “sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve” no eran meras puntadas, eran la oreja de lobo bajo la piel de cordero: ya estaban de acuerdo con los imperialistas para hacer de México un escenario de muerte.
En tanto, abundan en los periódicos y noticieros las notas acerca del enriquecimiento inaudito de los más ricos del mundo y de México. Negocio redondo: matar sin costo alguno a millones de seres humanos considerados deshecho, poner al resto de la población al borde de la muerte, borrar de un plumazo la presión social que significaban y, al mismo tiempo, sacar jugosas ganancias del control de los medicamentos y vacunas. Justo como el talachero que tira tachuelas y clavos en las carreteras para tener chamba. Esto significa la rapacidad de un sistema social caduco.
El ejemplo de China ha demostrado al mundo que es posible otra forma de organizar la sociedad, tal vez no de manera perfecta, pero sí cuando menos que tenga la posibilidad real de salvar millones de vidas. Esa virtud no se la puede negar nadie a China. La lectura de la nota Shanghái reabre tras suprimir el COVID: un triunfo para la ciencia y la salud pública - World Socialist Web Site (wsws.org) no deja lugar a dudas: es posible vencer la guerra de la clase dominante en su fase de genocidio mundial.
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