En Tlaxcala, tierra de tradiciones y cultura rica, enfrentamos un desafío que no puede ser ignorado más tiempo: la falta de agua. Un problema que, lejos de resolverse, se agrava con el tiempo. En este texto analizaremos las causas y consecuencias de esta crisis hídrica que afecta a nuestro estado y cómo podemos darle un giro a esta situación con la ayuda del Movimiento Antorchista.
Los datos hablan por sí mismos. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en 2022, el 30 % de los municipios de Tlaxcala registraron algún tipo de sequía alarmante. Esta cifra no es sólo un número: representa comunidades enteras que luchan por obtener agua potable para satisfacer sus necesidades más básicas. ¿Cómo llegamos a este punto?
El cambio climático ha desempeñado un papel importante en la escasez del líquido vital. El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones han reducido drásticamente la disponibilidad de agua en nuestra región. Los patrones climáticos que antes considerábamos normales han cambiado, y los efectos se hacen sentir en cada gota de agua que no llega a nuestras casas.
Pero el cambio climático es solo una de las causas, el crecimiento urbano no planificado también ha contribuido a la sobreexplotación a los mantos acuíferos. A medida que nuestras ciudades crecen, la demanda de agua aumenta, y nuestras fuentes naturales simplemente no pueden satisfacer esta elemental necesidad. La falta de planificación y políticas pensadas y bien planificadas de gestión del agua han colaborado decisivamente para la agudización de esta crisis.
La contaminación del agua, como producto de las grandes empresas y fábricas, es otro factor preocupante. Nuestros ríos y arroyos, alguna vez fuentes de vida y sustento, ahora están contaminados con desechos industriales y domésticos. La calidad del agua se ha deteriorado al punto de hacerla inutilizable para el consumo humano, y es un riesgo para toda la población.
Este problema no solo afecta la salud de nuestros ciudadanos, sino que también coloca una carga adicional en nuestro magro sistema de salud ya de por sí sobrecargado.
En cuanto al campo, la situación es muy delicada, la falta de lluvias también complica la producción agrícola.
Esta actividad de la tierra que ha sido parte de nuestra identidad por generaciones, se ve amenazada por la sequía constante. Y de paso, diré que, aunque son culpables las industrias que dependen del agua para sus procesos, ellas mismas se ven obstaculizadas, lo que a su vez afecta el empleo y la economía local.
¿Qué podemos hacer para enfrentar esta crisis alarmante en Tlaxcala? Es esencial un esfuerzo coordinado y comprometido por parte de todos los niveles de gobierno, pero también los ciudadanos debemos ser agentes activos del cambio. En este sentido, el Movimiento Antorchista se presenta como una opción valiosa.
El Movimiento Antorchista ha demostrado su compromiso con la mejora de las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas. Ha luchado incansablemente por el acceso a servicios básicos, incluido el agua potable. La justicia social y la igualdad en que se enfoca destacan como los valores que todos los tlaxcaltecas compartimos.
Invito a todos los ciudadanos preocupados por la crisis que hoy aqueja a Tlaxcala a unirse y colaborar con el Movimiento Antorchista. Su experiencia en la movilización y su historial de éxitos en la resolución de problemas comunitarios son un activo invaluable. Juntos podemos organizar, planear, y coadyuvar para que se tomen medidas en nuestro estado.
No podemos permitir que esta crisis hídrica avance desmedidamente; debemos actuar ahora que aún estamos a tiempo para garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras. Antorcha y la organización del pueblo pueden hacerlo.
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