A raíz de que el propio Andrés Manuel López Obrador diera a conocer su contagio de covid-19 del fin de semana pasado y tras realizar gira por el norte del país, diversos han sido los comentarios y las reacciones de la sociedad civil y la opinión pública ante el hecho, que no deja de ser fundamental para la Nación por referirse al estado de salud del primer mandatario de México con un padecimiento que a la fecha ha costado la vida a a 150 mil 273 mexicanos en un país que ya registra 1 millón 771 mil 740 de enfermos. Pero dos aspectos son los que llaman primordialmente la atención: la cuestionable certeza de que, en efecto, el presidente padezca del mal y la segunda, el descrédito que revierte a su investidura la consecuencia de no haber seguido las recomendaciones sanitarias básicas implementadas por su propio gobierno, como es el uso del cubrebocas, además de minimizar la pandemia.
Y múltiples y diversas en contenido son las opiniones en torno al presunto contagio del mandatario mexicano: preocupación, pesar, indiferencia y, lamentable y jamás justificado, regocijo, cubiertos en el sustento de que "se lo merecía por no guardarle el merecido respeto a la enfermedad”.
Y es que resulta grave que un presidente de cualquier nación del mundo sufra la falta de credibilidad a su persona. Dudar, cuestionar y no creer que Lopez Obrador tenga realmente coronavirus, es grave como versión de la opinión pública, primero que nada, porque es el reflejo del ciudadano abierto a la desconfianza que tiene su origen en la mentira y el incumplimiento, que es el antecedente que motiva esta falta de credibilidad en la máxima autoridad, pero que a la vez lo catapulta al terreno de aquellos "capaces de cualquier cosa, por lograr su intereses y resultar conveniente”. Muy grave también, pues tendríamos a un mitómano dirigiendo los destinos de nuestro país a lo que se agrega, el considerar así la capacidad de engañar a costa de lo que sea y estimando que "el fin justifica los medios”.
El segundo punto, muestra de caprichosa desobediencia y no menos importante, es la comprobación digna de método científico con respuestas confirmadas, que, todo acto genera una consecuencia y que finalmente, que el político tabasqueño se contagiara de coronavirus, era cuestión de tiempo ante la falta de actitud para guardar los cuidados que la propia autoridad determinó cómo es el usar cubrebocas, acción que el mandárselo evitó hasta un día antes de su cuestionado anuncio, ya que solo a bordo de aviones comerciales lo portaba porque sin ello, no le hubiesen permitido el abordaje.
Fuera de encuestas y versiones oficiales. éste es el verdadero termómetro de la población hacia la figura del presidente López Obrador: falta de credibilidad a sus palabras y el ejemplo fiel que la ignorancia y que el egoísmo desobediente... trae consecuencias, merecidas o no, pero consecuencias al fin.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario