Al concluir un sexenio marcado por promesas vacías y mentiras, destaca una en particular: la promesa de priorizar a las clases más desfavorecidas. Sin embargo, esta promesa se transformó en uno de los mayores fracasos de un gobierno que, lejos de acercarse a las familias mexicanas más vulnerables, las dejó enfrentarse a aún más dificultades, producto de decisiones políticas erróneas que incrementaron la pobreza más que en administraciones anteriores.
La Cuarta Transformación ha fracasado estrepitosamente al no cumplir con su promesa de priorizar a los más desfavorecidos, dejando a millones de mexicanos en peores condiciones y transformando el bienestar en un mero eslogan.
El fracaso de esta administración ha sido evidente no sólo a nivel nacional, sino que ha trascendido fronteras. Diversos medios internacionales han señalado el gran engaño del presidente, quien adoptó la frase "primero los pobres", pero en realidad ha sido a quienes más ha perjudicado durante su mandato.
Los programas sociales, lejos de enfocarse en romper con el ciclo de pobreza intergeneracional, fueron diseñados con fines políticos, priorizando la distribución de recursos para consolidar la popularidad del presidente y su proyecto electoral.
La efectividad y técnica en la implementación de políticas públicas ha quedado relegada, resultando en un sexenio con muchas promesas y pocos resultados, donde la palabra "bienestar" se ha convertido en un mero eslogan, sin que las condiciones de los más necesitados mejoren significativamente.
Un claro ejemplo de este fracaso es el sistema de salud. La desaparición del Seguro Popular y su reemplazo por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) fue un desastre. Prometieron un sistema de salud universal y gratuito, "como el de Dinamarca", pero hoy en día se siguen cobrando cuotas de recuperación para servicios de tercer nivel.
El Insabi, lejos de ser una mejora, ha dejado un vacío que el Seguro Popular cubría, brindando cobertura a más de 53 millones de personas y asegurando el acceso a medicamentos y tratamientos esenciales.
Los indicadores no mienten: las condiciones de vida han empeorado, especialmente para los más pobres. La pobreza extrema, que afectaba a 8.7 millones de personas en 2018, alcanzó los 10.8 millones en 2020, con un incremento de 2.1 millones de personas.
La llamada "Cuarta Transformación" de López Obrador se cimenta en un cúmulo de fracasos. Ni los pobres fueron primero, ni se logró garantizar la seguridad de las familias mexicanas.
La corrupción sigue siendo un problema, el desempleo persiste, la educación y la salud están lejos de ser de calidad, y el acceso a alimentos básicos es una realidad inalcanzable para muchas familias, mientras el presidente disfruta lujos en su residencia.
En resumen, una nación que, bajo el lema "abrazos, no balazos", ha experimentado un rotundo fracaso, al igual que la promesa de "primero los pobres".
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