Los problemas en nuestro país crecen día a día sin que los mexicanos podamos hacer algo para frenarlos, pues quienes llevan las riendas de nuestros país, porque así esta establecido en nuestra Constitución, que el poder cada seis años se releve y quien obtenga la mayoría en las votaciones que se desarrollen de manera pacífica, será el presidente la república y tomará las decisiones más importantes en bien de todos los habitantes de este país, y todos los mexicanos hemos sido muy respetuosos de esos lineamentos.
Incluso, acudimos cada seis años a elegir a ese gobernante que se convierte en presidente de la patria, la máxima autoridad, con la esperanza de que las cosas mejoren, otorgamos nuestro voto de confianza y sentamos en la silla presidencial al mejor candidato, al que a nuestro parecer es el que más confianza inspira y el que hizo propuestas de campaña más inteligentes.
Sin embargo, lo ocurrido en 2018 pasado fue un caso inédito, pues ganó un hombre que había estado peleando por la presidencia por tres sexenios, siempre alegando que le hacían trampa los corruptos que le arrebataban la presidencia. ¿Por qué los mexicanos no votaban por Andrés Manuel, porque no les inspiraba la confianza necesaria para otorgarle las riendas de la nación y los recursos de todos los mexicanos?, la respuesta es clara. Pero en el 2018, obtuvo el triunfo por qué, no porque inspirara más confianza sino porque los demás candidatos y sus partidos más particularmente inspiraron desconfianza, por toda una serie de irregularidades que se venían presentando desde hace muchos años y que los mexicanos vieron la oportunidad de dar su voto de castigo y otorgarle la confianza a este personaje de la política mexicana que con la 4T mucho habla y poco actúa en favor de los más necesitados.
Hoy en día estamos padeciendo las consecuencias de que una parte del pueblo mexicano colocara en el poder a un grupo de políticos a los que a pesar de su lema tan cacareado de “primero los pobres”, han llevado a estos mismos a altos niveles de pauperización, y poco les falta para dejar en ruinas a México, lo peor es que tampoco se visualizan medidas que ayuden a salvar a nuestra patria de este hundimiento, no hay interés por escuchar la crítica, no hay interés por enderezar el barco, porque perfectamente saben que el rumbo que han tomado es incorrecto y a su paso están dejando una ola de miseria, muertes y destrucción. Y sin temor a equivocarme lo único que le pudieran agradecer las clases más desfavorecidas son los apoyos miserables que les otorgan, por cierto, fruto de todos los impuestos que pagamos los mexicanos, así que no es nada regalado, que en muy poco sirven para mal comer, pues la atención médica no se puede garantizar con estos raquíticos apoyos, mucho menos la educación de los hijos ni el vestido.
Se cumplieron ya dos años desde que hizo su arribo a México el virus SARS-COV-2 y desde entonces ya van 303 mil 183 muertos por esta terrible enfermedad que por cierto López Obrador desestimó y se burló, invitó a los mexicanos a continuar su vida normal, como si nada pasara, a seguir asistiendo a restaurantes, a abrazar y aquí están las consecuencias de su proceder, hasta él ya enfermó dos veces de este “covidcito” como lo llamó, y de no ser porque como primer mandatario del país tiene a los mejores médicos que lo cuidan y atienden, por ser un hombre de avanzada edad y con el historial clínico que presenta seguro la enfermedad le hubiera mostrado complicaciones. Bien por salvar su vida, lo celebramos de forma auténtica porque nosotros como organización social que representa a los más pobres de México no tenemos enemigos personales, es por eso que le deseamos una larga vida y que sus males sanen.
Ocupémonos de esos 303 mil 183 mexicanos que no pudieron salvar su vida, esos que buscaron atención médica y murieron afuera de los hospitales porque no había camas suficientes, ni personal de salud, ni equipo médico, ni medicinas para atenderlos, esos que fueron fuertemente golpeados en lo más valioso que posee un ser humano, su vida, por las políticas aplicadas desde las altas esferas del poder que han dejado en la ruina al sector salud, con una sabida falta de medicamentos y demás insumos para lograr una atención médica adecuada y de calidad.
Hasta qué grado se desdeñó el impacto que causaría la pandemia de Covid-19, hasta qué grado se desconocían o qué tanto se actuó con saña y dolo atentando contra la vida de los más pobres, sí de los más pobres, porque en su mayoría fueron los que más han perecido en este triste trance por la falta de recursos para salvar sus vida, porque no todos tenemos la ventaja de tener a los más altos especialistas de cabecera, como sí los tiene el presidente de la república y los más ricos del país.
En México nunca se le dio importancia a las pruebas masivas para detectar el virus y aislar a los contagiados para que no esparzan la enfermedad, y el dizque confinamiento tuvo que ser levantado debido a que cientos de familias estaban a punto de morir de hambre porque tampoco hubo apoyos para que pudieran alimentarse, aunado a que fue más importante salvaguardar los intereses de las empresas que vieron minadas sus ganancias por la falta de mano de obra barata.
Y hoy en día el desdén que profesan los correligionarios de la 4T hacia los más pobres se ve más clara, eso que ya ni quisiera procuran que haya pruebas suficientes para que la población sepa si tiene covid, no, ahora se invita a que se queden en su casa si presentan síntomas, o sea “muérete en tu casa o sálvese quien pueda”. Se había mantenido un semáforo en verde en el estado más grave de la pandemia, la CDMX, les importa más el costo político que la propia vida de los mexicanos, de eso no queda lugar a dudas.
Es increíble que la salud y la vida de los mexicanos dependa de seres tan mezquinos que ponen en primer lugar sus intereses a los de las mayorías, porque eso sí, los recursos a manos llenas están asegurados para las obras faraónicas de López Obrador, pero para para lo que realmente necesita el país, para eso sí regatean.
Y qué decir de la violencia en México que está desatada, con una cifra de 100 mil homicidios en tres años del gobierno de AMLO, pues México ha tenido los tres años más violentos en la historia reciente. Para especialistas, los datos oficiales evidencian que la militarización no ha dado resultados. Pues tan solo del 1 de diciembre de 2018 y el 30 de septiembre de 2021 se alcanzaron 100,344 muertes violentas: 97,532 homicidios dolosos y 2,812 feminicidios, eso sin sumar lo que hasta el momento se lleva de atrocidades este nuevo año 2022.
Con el actual gobierno a la cabeza se respira muerte por todos lados, por uno, está la pandemia con sus 303 mil 183 fallecidos y 4 millones 667 mil 829 contagiados, resultado de la inacción y de la falta de sensibilidad para aplicarse de verdad y evitar la muerte de mexicanos, aunado a la fuerte ola de violencia que se vive en el país, culpa también del fallido gobierno, que no sabe cómo llevar las riendas del país de forma inteligente y como consecuencia hoy vivimos en la zozobra de esos males, que no son los únicos desgraciadamente.
Es imposible esconder lo desastroso de este gobierno que a todas luces exhibe su ineptitud, pero los mexicanos conscientes e inteligentes no podemos pasar de largo ante estos problemas, pues tenemos la valiosa y honrosa misión de denunciar esta problemática y no volvernos cómplices porque el tiempo apremia y es urgente despertar la conciencia de los dormidos y actuar para salvar a México del hundimiento, hoy que todavía es posible, mañana puede ser demasiado tarde.
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