Hemos experimentado en los últimos tiempos una política nacional sin escrúpulos, donde lo último que quieren o desean los actores políticos es dar resultados a la ciudadanía.
El discurso en cada uno de los foros ya no es de análisis de la problemática social; ahora esos espacios se han convertido en verdaderos campos de batalla, donde hay descalificaciones, señalamientos personales que evidencian actos de corrupción, provocando aún más la polarización en la sociedad.
Así se puede observar desde las famosas “mañaneras” del presidente en su sección de “Quién es quién”, donde la encargada trata a toda costa de defender la política y acciones del jefe del Ejecutivo pero sólo refleja que ante la falta de resultados lo único que tienen para defender al partido en el poder es ofender y perseguir a quienes simplemente no comparten la visión de AMLO y no aprueban su forma de gobierno, un gobierno marcado por la ineficiencia.
Dicen que prometer no empobrece y así ha gobernado Morena desde 2018: con promesas que simplemente no van a cumplir o por lo menos no en el tiempo que ellos dicen. Ellos saben perfectamente eso; lo importante es mantener al pueblo engañado, esperanzado en un mundo ideal, pero la realidad dice otra cosa muy distinta.
La verdad es que México anda mal en varios temas, como el de salud, donde seguimos con un sistema deficiente y no el de Dinamarca como lo anunció el presidente.
La verdad es que México anda mal en varios temas, como el de salud, donde seguimos con un sistema deficiente y no el de Dinamarca como lo anunció el presidente.
En educación vamos de mal en peor: aún tenemos escuelas sin energía eléctrica, sin baños, sin laboratorios, provocando que la educación no despegue.
Y ni hablar de la seguridad: el país está envuelto en una ola de violencia, de desapariciones, de familias forzadas a abandonar sus hogares por el crimen organizado y el presidente simplemente no hace nada: su estrategia de “abrazos y no balazos” es un total fracaso.
A Andrés Manuel López Obrador se le está acabando el tiempo y claramente está desesperado para posicionar a la que ha elegido como su sucesora, pero lo hace en un tiempo en que su discurso ya no tiene el mismo efecto, pues la realidad es todo lo contrario a lo que él se encarga de repetir todas las mañanas. Sabe perfectamente que sus obras faraónicas aún no están terminadas y siguen sin dar los resultados que tanto prometió.
Así tenemos la Refinería de Dos Bocas que podrá operar a su máxima capacidad hasta 2026, cuando AMLO prometió que sería en 2023.
Al AIFA le faltan obras viales que lo conecten de forma más eficiente con la CDMX, y fue utilizado durante septiembre de 2023 por apenas 97 mil 839 personas, de acuerdo con datos de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), mientras que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fue usado por tres millones 867 mil usuarios.
Las obras del Tren Maya han registrado varios rezagos desde que inició su construcción y la “megafarmacia” sigue sin dar los resultados esperados.
Ante estos fracasos en lo que va del sexenio de AMLO, el mandatario y su partido Morena están desesperados, pues su teatro armado para engañar al pueblo se les está cayendo a pedazos, por lo que la solución que han encontrado y al parecer les ha funcionado es repartir dinero.
Se acercan las elecciones de este año y el pueblo mexicano debe abrir bien los ojos y analizar conscientemente su voto: ya quedó demostrado que gobernar con resentimiento no es bueno para nadie… bueno sí, para los familiares del inquilino de Palacio Nacional. Ellos sí viven en el país de las maravillas gracias a su papá y sus 200 pesos.
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