Escribo estas líneas con motivo del aniversario luctuoso de uno de los fundadores del Movimiento Antorchista Michoacano, el biólogo Wenceslao Victoria Soto, quien dejó de existir físicamente el 13 de abril de 1991, (pero sigue vivo en los miles de corazones y mentes de sus hermanos de lucha). Originario de Milpillas, Coatepec de Morelos, hijo de un obrero y una ama de casa, quien desde estudiante mostró inclinaciones sociales y, actuando en consecuencia, luchó siempre por ellas; cierto que aún no habíamos alcanzado el desarrollo que ahora podemos presumir, pero contribuyó de manera decisiva para su consolidación en los primeros años de lucha en este estado.
Siempre ha sido importante reconocer los méritos, pero ahora que la sociedad se corrompe a pasos agigantados, es imprescindible valorar a los hombres y mujeres valiosos, que dejando de lado sus intereses personales, dedicaron su vida a hacer felices al mayor número de mexicanos como repetía constantemente el biólogo Wenceslao Victoria Soto, parafraseando la frase de Grigoriy Skovodorá (filósofo ucraniano): “la verdadera felicidad no es egoísta y cuantos más sean los participantes en ella será más dulce y efectiva”. Firme ante esta convicción, había formado antes de su lamentable muerte 16 colonias en Morelia logrando también la introducción de sus respectivos servicios, formó casas para estudiantes en Morelia y Uruapan, escuelas, espacios recreativos y muchas obras más que sería engorroso enumerar, pero todo lo anterior, es sólo son un botón de muestra para confirmar su enorme espíritu de lucha y trabajo en favor de los michoacanos más necesitados.
Hoy que encontramos a diestra y siniestra personajes que mienten sin el mínimo rubor, reprimen y burlan a los más humildes de nuestra patria, se me hace necesario y justo reconocer a personajes como Wences y otros tantos antorchistas michoacanos que han sido los forjadores de los beneficios de los que ahora disfrutamos, sólo como ejemplo menciono que ya son miles los estudiantes que han pasado por las escuelas y casas de estudiante fundadas por él y han sido factor decisivo para su formación, no sólo académica, sino sobre todo humana, estos estudiantes, hoy le rinden homenaje también a Wences dando muestra de ser agradecidos y bien nacidos.
Por esta razón, por las enseñanzas y buen ejemplo que nos han marcado y no por alguna forma de necrofilia o de adoración de la muerte, los antorchistas tenemos muy presentes a nuestros muertos y los recordamos para conservar su ejemplo de consecuencia, trabajo, lealtad y abnegación, mismo que intentamos inculcar en las nuevas generaciones; es pues válido decir, que mientras un antorchista siga de pie, ellos, nuestros caídos, seguirán vivos.
Como escribió el poeta alemán Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Y ustedes queridos compañeros son de estos últimos, de los imprescindibles.
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