Cuando la lluvia cae, resalta en Guasave lo deficiente del drenaje; los habitantes se ven obligados a soportar graves inundaciones en diferentes colonias de la ciudad: San Fernando, Eduardo Labastida, Sinaloa, Tierra y Libertad, Tecomate, 18 de Marzo, Santa Fe, por nombrar algunas. Pero gobiernos van, gobiernos vienen, mientras el problema continúa.
En “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, publicada en 1845, el revolucionario alemán Federico Engels hace notar el contraste entre las partes altas bien cuidadas de la ciudad de Yorkshire y las partes bajas, muy parecido a lo que sucede en Guasave: “es un país encantador –dice- un bello país de colinas reverdecientes, cuyas alturas devienen cada vez más abruptas hacia el oeste hasta culminar en la cima escarpada de Blackston Edge (...) Los valles del Aire [río de la zona] (…) se cuentan entre los más placenteros de Inglaterra y están sembrados por todas partes de fábricas, de aldeas y de ciudades. Las casas grises de sillería tienen un aspecto tan elegante y limpio en comparación con los edificios de ladrillo, negros de hollín, del Lancashire, que son un placer. Pero cuando se entra en las ciudades propiamente, se hallan pocas cosas regocijantes.”
Sinaloa también se caracteriza por ser encantador. Con sus 656 kilómetros de litoral es una región naturalmente fértil, cuenta con una gran planicie a lo largo del estado y con diversos cuerpos de agua. En esta llanura costera se encuentran los valles agrícolas. Sin embargo, al transitar por sus centros poblacionales, nos podemos llevar una gran decepción.
"En una pendiente suave que desciende en el valle del Aire -prosigue Engels-, este río serpentea a través de la ciudad en una longitud de alrededor de milla y media y está sujeto, durante el período de deshielo o luego de precipitaciones violentas, a fuertes crecidas. Los barrios del oeste, situados más alto, son limpios, para una ciudad tan grande, pero los barrios bajos junto al río y los arroyuelos que en él desembocan son sucios, angostos y suficientes ya, en suma, para abreviar la vida de los habitantes, en particular de los niños. A ello hay que añadir el estado repugnante en que se hallan los barrios obreros (…) que se destacan particularmente por las calles mal pavimentadas y sin cunetas, una arquitectura irregular, de numerosos patios y callejones sin salida."
Guasave también se ubica en las márgenes del río Sinaloa, el cual en época de estiaje puede parecer casi seco, pero basta una abundante precipitación para que rebase los límites de su cauce con la consiguiente afectación en viviendas y habitantes de la zona. Esa misma lluvia forma tan exuberantes arroyos que transitan desesperadamente por la ciudad que, al buscar dónde desembocar, las partes bajas de la ciudad, carentes a pesar de lo reiterado de un drenaje pluvial, nunca se salvan.
Prosigamos. "Debido a las crecidas del Aire (que, hay que añadir, como todos los ríos utilizables por la industria, entra en la ciudad claro, transparente, para salir de ella pegajoso, negro y hediondo con todas las inmundicias imaginables), las viviendas y los sótanos se inundan frecuentemente de agua hasta el punto que hay que bombearla para la calle; en tales ocasiones el agua, incluso donde hay cloacas, se introduce en los sótanos, provocando emanaciones miasmáticas, de muy fuerte proporción de hidrógeno sulfuroso y dejando un sedimento nauseabundo sumamente perjudicial para la salud”.
Actualmente, al igual que en la Inglaterra del siglo XIX, los espacios urbanos se embellecen en sus zonas altas, generalmente donde habita la gente de nivel económico superior, mientras se pichicatea la más mínima inversión para mejorar las zonas bajas, fundamentalmente de la periferia de la ciudad, quedando por décadas en el olvido quienes viven de su trabajo y carecen de todo. Y si a ello le agregamos que por sus magros ingresos los habitantes de estos lugares están mal alimentados (lo que impide que su organismo -principalmente en los infantes- genere defensas contra las enfermedades,) y que después de toda inundación quedan permanentemente expuestos a bacterias y otras sustancias perjudiciales impregnadas en la tierra, es fácil comprender por qué el pueblo pasa eternamente enfermo y por qué su esperanza de vida disminuye.
Hacia 1892, en su misma obra Engels agrega: “las repetidas epidemias de cólera, tifus, viruela y otras enfermedades mostraron al burgués británico la urgente necesidad de proceder al saneamiento de sus ciudades, para no ser, él y su familia, víctimas de esas epidemias (…) [así,] se han hecho obras de canalización o se han mejorado las ya existentes; anchas avenidas cruzan (…) muchos de los barrios más sórdidos (…) Pero ¿qué puede importar todo eso? Distritos enteros (...) ahora, con el crecimiento de las ciudades, se encuentran en el mismo estado de decadencia, abandono y miseria”. Y así es, hoy, cuando se "gasta" en obras, no se hace con la intención de mejorar la suerte de los desfavorecidos sino para que el daño no alcance a los privilegiados de siempre.
“La situación de la clase obrera en Inglaterra”, producto de una investigación minuciosa de las consecuencias que trae el capitalismo a la clase trabajadora se escribe precisamente para la clase obrera en particular y para las clases trabajadoras en general, para que tomen consciencia de la situación en que se les mantiene y se subleven contra ésta.
De entonces a la fecha (e incluso antes) el llamado es el mismo: “edúcate, organízate y lucha”. Porque con el paso de los años, queda más claro que las condiciones de abandono en que se tiene a la clase trabajadora es consustancial al sistema de producción capitalista, modo de producción ya imperante en la Inglaterra del siglo XIX y que hoy domina a nivel mundial.
Cambiar este estado de cosas por uno más favorable para las masas trabajadoras, requiere que éstas se eduquen, se concienticen para que junto con sus iguales; es decir, de forma organizada y haciendo uso de los mecanismos legales a su alcance, luchen incansablemente hasta lograr que esta realidad sea más luminosa para ellas y para sus hijos.
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