Para nadie es desconocido que la situación del país va de mal en peor. En cualquier terreno que lo veamos no hay manera de ocultar la cruda realidad por más que la propaganda oficial nos recete otros datos. La gente de a pie lo vive en carne propia: no hay empleos y menos bien remunerados, la mayoría de las familias van al día; la pandemia se ha gestionado mal y seguimos sin tener inmunidad porque una buena parte de la población aún no está vacunada, en materia de seguridad ciudadana no hay más que “abrazos y no balazos”, lo que ha traído un aumento de la violencia en casi todos los indicadores.
En resumen, son tres grandes crisis las que azotan al país y por extensivo a Morelos: el desastre económico, la pandemia sin domar y la violencia incontrolable. El resultado final de esta plaga triádica son los millones de pobres adicionales que ya fueron registrados en los estudios recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para los años de 2018 a 2020.
Veamos. En Morelos, la pobreza aumentó de 952 mil a un 1 millón 67 mil; es decir, se sumaron 114 mil personas al mar de pobres en los últimos dos años; los morelenses en situación de pobreza extrema aumentaron de 121 mil a 167 mil, o sea casi 46 mil nuevos pobres que no tienen ni para comer. En materia de salud, aumentó la carencia de este servicio de 330 mil a 627 mil, es decir, casi se duplicó el número de personas que no cuentan con servicio médico en escasos ¡dos años! (resultado de la cancelación del Seguro Popular); también aumentó la población vulnerable porque sus ingresos disminuyeron, al pasar de 115 mil a 179 mil personas en el mismo periodo.
Además, en el segundo trimestre del año hubo una pérdida de casi 2 mil empleos formales, en tanto el crecimiento económico no se recupera desde 2017, según nota de la periodista Katy Cárdenas de El Sol de Cuernavaca. Así se explica que el comercio ambulante haya aumentado en tiempos de pandemia de forma considerable en el estado, del orden del 65%, pues tan sólo en lo que va del año se han incorporado 23 mil personas a un trabajo informal sin seguridad social. En Cuautla se habla de un incremento exponencial del 500%, según declaraciones de empresarios; mientras tanto en Cuernavaca aumentó el 40%, de acuerdo con declaraciones del secretario del Ayuntamiento.
Así las cosas, en materia económica, pobreza y desatención de la salud, entre otros indicadores fundamentales que dan cuenta del deterioro en el nivel de vida de la gente. Estos resultados señalan que las políticas públicas, hasta ahora implementadas, no están atacando de frente los grandes problemas del país y de los estados, no hay programas sociales de impacto que abonen al bienestar de la gente, por más que se diga lo contrario, los datos presentados son elocuentes.
En este contexto cobra importancia la participación de los congresos federal y estatal, los cuales están a punto de discutir y aprobar los nuevos presupuestos públicos del año entrante. Y a ellos nos atenemos en este momento, pues nos mueve la esperanza de que estas instancias son clave y puedan, con voluntad y sensibilidad política, tomar cartas en el asunto para revertir la gran tragedia que se avecina por la falta de soluciones a las necesidades más elementales del pueblo mexicano y morelense.
A estas alturas del sexenio, queda claro que la distribución del presupuesto no debe limitarse a programas sociales para que la gente sólo reciba unos cuantos pesos a título individual, a cambio de seguir careciendo de obras y servicios en las zonas urbanas, así como el abandono indolente del campo, y ante la falta de programas de impacto que impulsen la producción de alimentos dependamos aún más del exterior, como ya se observa en el aumento de las importaciones de granos y oleaginosas.
Por todo lo anterior, estaremos atentos para que en el Congreso local atiendan nuestras peticiones y se le pueda dar seguimiento al pliego petitorio que fue entregado desde el jueves 14 de octubre a los diputados y en la oficina de Oficialía de Partes del Gobierno estatal, el cual resume las principales demandas de cientos de pueblos y colonias de la geografía morelense, a fin de que sea tomado en cuenta y se brinde atención a las necesidades más apremiantes que aquejan a miles de morelenses vulnerables.
Finalmente, los antorchistas lo único que esperamos es que sea tomado en cuenta nuestro pliego petitorio en ambas instancias y de esa forma, en plazos perentorios, las diferentes demandas puedan ser canalizadas a las dependencias respectivas. Así también buscamos que la nueva legislatura sea más sensible con la población vulnerable del estado y puedan etiquetarse un mayor monto de recursos públicos para la realización de obras, servicios y programas que verdaderamente impulsen el campo morelense. En consecuencia, deseamos ver que los cambios en la legislatura serán para bien de los morelenses más necesitados. Vale.
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