Esta mal que la pandemia en el mundo y el anuncio diario de tantos muertos nos insensibilicen ante las desgracias que ocurren a nuestro alrededor, entre ellas las de personas humildes, desesperadas ante la covid-19 y laceradas por el hambre.Imposible permanecer indiferentes, creo que quien deja de conmocionarse ante la muerte de sus semejantes y el dolor ajeno y, sobre todo, que no hace nada para evitarlo, quizá está perdiendo algo de su calidad humana.
Vienen estos pensamientos a mi mente después de que se diera la orden hace unos 10 días de volver al trabajo, sobre todo cuando la enfermedad estaba en su máximo de contagios, generando con esto un aumento importante en el número de muertos y desolación en las familias afectadas.Machaconamente nos dicen que esta enfermedad ataca a todos por igual, que no hace distinción y para ejemplificar ahora hace unos días salió en las noticias que se contagiaron varios funcionarios del gobierno del estado y miembros de familias acomodadas y en efecto este virus puede atacar a todos por igual, el problema radica en las posibilidades que tiene cada persona o grupo de personas para atenderse en tiempo y forma cuando les dan un diagnóstico de tal magnitud.
En mi opinión, covid-19 puso de relieve lo endeble de nuestro sistema de salud es cierto, pero puso en primera plana otro problema igual de terrible: el social, y esto se hace patente en el hecho de que los afectados en mayor número son los más pobres entre los pobres, y en una menor proporción los ricos.¿Ha visto usted una familia adinerada que no tenga una casa amplia, con todos los servicios, con vehículos a la orden para moverse en el momento exacto, con dinero para pagar su atención en un hospital'? Puede ser, pero serían unas cuantas las que tendían ese problema.¿Ha sabido que las personas adineradas que estén muriendo porque no tengan para comer, y que el gobierno tenga que apoyarlas con alimentos, o que tengan sed o necesidad del servicio de agua potable, y necesiten pipas de agua o garrafones? No, no lo creo.Y no es que las enfermedades tengan conciencia para seleccionar a sus víctimas.
Lo que pasa es que los pobres habitan casuchas miserables, ubicadas en las zonas de mayor riesgo, junto a vías del tren, en barrancas, en medio de cañaverales o a las orillas del rio que fácilmente se desborda, pero que viven ahí porque les obliga la necesidad, pues no pueden instalar sus viviendas en terrenos seguros, debido al alto precio de estos.Así que, realmente, es la pobreza la que los mata: la enfermedad encuentra en estos lugares personas con enfermedades crónicas que no tienen tratamiento, cuerpos debilitados por la falta de alimentos, niños desnutridos y débiles que son fácil presa de covid-19 y de cualquier otra enfermedad.
Estamos, entonces, ante un problema social, que sale a flote ante el brote de esta pandemia.Se trata de una sociedad de privilegios, donde unos pocos viven bien, gozando de todas las comodidades, mientras la inmensa mayoría vive en la pobreza; muchos incluso en la mendicidad, careciendo de todo, hasta de una chamarra o una cobija para protegerse del frío invernal, o de una casa con el mínimo de condiciones de construcción para atenuar los intensos calores.
Lamentablemente la preocupación de los gobernantes por la miseria en que vive el pueblo solo es vista cuando andan en campaña, después se olvidan de ellos, no les importa el bienestar de estas familias, solo ocupaban su voto, la verdadera solución sería que le aseguraran a todos los mexicanos un empleo digno y bien remunerado, que les permita satisfacer plenamente todas sus necesidades, sin quedar expuestos a condiciones tan precarias, que los coloquen en tal nivel de vulnerabilidad que les haga depender de la ayuda oficial o la caridad.
La solución real es revertir la pésima distribución del ingreso, elevar el ingreso real de la población.Un gobierno auténticamente preocupado por los mexicanos no se ufanaría de llevar unas chamarras o cobijas a quienes mueren de frío, pipas de agua a quien carece de este vital líquido, alimentos a quienes carecen de ellos, se ocuparía de que millones de familias de mexicanos tuvieran todo lo necesario para tener una vida decorosa y segura, con un buen empleo.Cuando esto ocurra, segura estoy de que las enfermedades tan mortales como la covid-19 no matarán a tantas personas, y que, ciertamente, la ayuda siempre hará falta, sobre todo en casos muy graves, pero eso es diferente a lo que hoy vivimos.Como dijo Nelson Mandela "Erradicar la pobreza no debe ser un acto de caridad, es un acto de justicia".
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