Concluyeron las elecciones presidenciales del 2 de junio y los mexicanos ya tienen su primera presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, del partido gobernante, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Aún está por verse que este reciente triunfo electoral de la primera mujer que ocupará el cargo a partir del próximo 1 de octubre no sea sólo de género, sino un cambio en la manera de cómo se está gobernando.
Sin embargo, no se augura, al menos esa es la percepción de diversos politólogos serios, que los 98 millones de pobres (México Evalúa) mejorarán sus condiciones de vida. Además, la cifra podría incrementar si no se atiende en serio el desempleo, los bajos salarios, la inflación, mejoras en la salud, educación, infraestructura y servicios básicos, así como la disminución de los índices de violencia e inseguridad.
El tiempo cobrará factura a Morena, y es aquí donde Claudia Sheinbaum, si en verdad representa los intereses de los más pobres, debe evaluar y corregir esta serie de desatinos que la administración federal saliente se rehusó a corregir.
Según las declaraciones oficiales de la Consejera Presidenta del Instituto Nacional Electoral (INE), Guadalupe Taddei Zavala, Sheinbaum es la virtual ganadora de la elección presidencial de 2024, pues las estadísticas cerraron a su favor con más del 59 por ciento de los votos. Mientras que Xóchitl Gálvez registró el 28 % y Jorge Álvarez Máynez el 10 %.
Cuando asuma el poder presidencial, en cuatro meses, Claudia Sheinbaum recibirá un país con un magro crecimiento económico y sumido en una crisis de inseguridad que la actual administración federal hasta la fecha no ha logrado aminorar. Al contrario, se ha convertido en el más letal desde que se tiene registro, con más de 185 mil homicidios dolosos acumulados hasta abril.
El presidente defendió el aplacamiento de la curva de homicidios, aunque no logró reducirlos por debajo de 30 mil al año.
Por otra parte, a pesar de que el Gobierno federal siga empecinado en datos no convincentes y serios de que “vamos requetebién”, lo cierto es que a escasos meses de que concluya su administración no logrará, y no hay esperanzas de que eso suceda, disminuir la pobreza.
Alarman las cifras de desempleo y, por ende, fue una farsa la recuperación de la economía nacional y menos de que se posicione entre las más pujantes de América Latina. También se esfumó la promesa de que está asegurada la salud y el bienestar de los pobres y que todos sin distinción alguna tendrán acceso a médicos y medicamentos de manera gratuita, etcétera.
Además, a estas alturas no se vislumbran intenciones para que al trabajador lo liberen de sus verdugos explotadores, y sobre todo a los pobres en general ya no los sigan haciendo dependientes de programas sociales porque los hace sumisos, manipulables y fieles serviles al sistema gobernante.
El pueblo trabajador requiere acceder a mejores oportunidades de vida, por supuesto, con las debidas prestaciones de ley establecidas en el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La realidad se mueve sola; no está detenida o inerte. El tiempo cobrará factura a Morena, y es aquí donde Claudia Sheinbaum, si en verdad representa los intereses de los más pobres, debe evaluar y corregir esta serie de desatinos que la administración federal saliente se rehusó a corregir.
La política populista y el clientelismo electorero que López Obrador pregonó a través de miles de tarjetas a becarios no vislumbró un futuro de progreso para los mexicanos porque con tarjetas de plástico la población no apagó las necesidades básicas como son salud, educación, obras y servicios públicos. Un mal que no redujo la miseria y la desigualdad social.
Al contrario, pretenden hacer más dependientes e ignorantes a los mexicanos, pero más temprano que tarde se toparán con la realidad social y he ahí el dilema: cuando ya no haya más dinero que repartir, entonces tronará el asunto y es tarea crucial de los verdaderos luchadores sociales educar y politizar a los pobres de la patria para orientarlos y dirigirlos hacia un mejor futuro.
No hay que olvidar que este fenómeno social es de gran relevancia en nuestro país debido a que millones de personas no tienen una buena vida por la gran cantidad de carencias que padecen.
Me refiero a la falta de servicios básicos, de salud, de educación, de acceso a un empleo bien remunerado y a una alimentación digna, así como a una vivienda. La escasez de oportunidades laborales, la deserción escolar, el incremento de la inseguridad, feminicidios, homicidios, la migración, la desigualdad y la falta de oportunidades son el reflejo de la situación de pobreza que enfrenta México.
Si en verdad la próxima presidenta de México representa los intereses de los más pobres y desprotegidos del país, debe abandonar las políticas trasnochadas de López Obrador para centrarse en políticas que verdaderamente den los resultados prometidos.
Ojalá que la palabra empeñada no se la lleve el viento, aunque hay suficientes elementos que así será.
Pero más allá de esperanzas vanas, los pobres necesitamos un sistema de gobierno alternativo, democrático e integral que verdaderamente represente al pueblo trabajador con justicia social. Antorcha te invita a construirlo y formar parte de ello.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario