Ernesto "Che" Guevara de la Serna escribió “El socialismo y el hombre en Cuba” en 1965, cuando se encontraba realizando preparativos para marcharse al Congo a apoyar al movimiento revolucionario de ese país africano. Dos años después el Che moría en Bolivia, a donde había viajado después del Congo para contribuir con sus esfuerzos a la revolución proletaria en América Latina. Ese artículo, que originalmente era una carta enviada por el Che al diario uruguayo Marcha, contiene elementos originales del pensamiento guevarista. En dicho texto el revolucionario argentino plantea algunos problemas que enfrenta la construcción del socialismo en Cuba y señala las rutas que pueden seguirse para su solución. Los temas del breve escrito van desde aspectos culturales hasta la teoría del partido y el papel de la vanguardia, pasando por el papel del individuo y la masa en los procesos revolucionarios.
Una de las principales ideas desarrolladas en el texto es la siguiente: “para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que construir al hombre (entiéndase ser humano) nuevo”. Para el Che, la creación del nuevo ser humano no sería una derivación automática del desarrollo de las fuerzas productivas y la correspondiente adecuación de las relaciones sociales de producción. Las modificaciones culturales, superestructurales, no son una simple función de los cambios económicos o estructurales. Es necesario diseñar conscientemente políticas para educar al nuevo ser humano y lograr que abandone los valores propios del capitalismo.
El Che observa que la revolución ocurrió primero en los eslabones débiles de la cadena imperialista (Lenin) y en los países dependientes y periféricos, caracterizados por tener economías pobres. Los partidos revolucionarios se enfrentaron entonces a la tarea de desarrollar las fuerzas productivas nacionales, condición sine qua non para la construcción del comunismo. Esto no solo pasó en Rusia, que en su calidad de imperio tenía una capacidad económica nada desdeñable, sino también en China, Cuba, Europa del Este, Vietnam y todos los países que tuvieron experiencias revolucionarias triunfantes. En esa situación, dice el Che: “la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande”. A continuación, el Che hace una anotación de especial relevancia: “se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorren una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entretanto, la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al ser humano nuevo. De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Ese instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social”.
La discusión sobre qué estímulos debía emplear el partido revolucionario en la construcción del socialismo también tuvo lugar en el Partido Comunista de China. Mao siempre se inclinó por darle prioridad a los estímulos morales, mientras Zhou Enlai, Liu Shaoqi y Deng Xiaoping eran partidarios de los estímulos materiales individuales de los que habla Che. Al morir Mao e instalarse la línea representada por Deng, el debate pareció quedar zanjado, puesto que la economía china se desarrolló como nunca lo había hecho bajo el liderazgo del Gran Timonel. Ahora China tiene la economía más grande del mundo, lo cual la coloca materialmente más cerca del socialismo, pero ¿cuánto ha avanzado el Partido Comunista de China en la creación del nuevo ser humano?
Para el Che, el ser humano nuevo debía tener nuevos valores que rigieran sus relaciones sociales, los valores socialistas, orientados a terminar con la enajenación humana. “Es preciso acentuar su participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y producción […] Así logrará la total conciencia de su ser social, lo que equivale a su realización plena como criatura humana, rotas las cadenas de la enajenación”. Cuando habla del nuevo ser humano, el Che dice: “no se trata de cuántos kilogramos de carne se come o de cuántas veces por año pueda ir alguien a pasearse en la playa, ni de cuántas bellezas que vienen del exterior pueden comprarse con los salarios actuales. Se trata de que el individuo se sienta más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad”. ¿Cómo ha avanzado China en la formación de seres humanos con estas características?
Sobre la sociedad socialista y las reminiscencias de los elementos capitalistas, el Che decía: “la mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia”. China, con una autoproclamada “economía socialista de mercado”, parece haber aplazado el momento de resolver estos problemas de la transición socialista, o definitivamente rechaza la existencia del problema. El socialismo no solo es el desarrollo de las fuerzas productivas y la adecuación de las relaciones sociales de producción, sino también la formación de un ser humano ad hoc, que guarde con el ser humano capitalista tan poca semejanza como aquella que guarda la estructura económica socialista con la estructura capitalista. Estos señalamientos redactados por el Che hace más de cincuenta años mantienen su vigencia hoy y señalan puntos críticos que toda experiencia socialista, incluida la china, debe atender, so pena de caer en un callejón sin salida.
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