Desolación, abandono, hambre, miseria…muerte; es el panorama que ha caracterizado a México y que en estos últimos meses se ha agudizado. Lo que antes veíamos como cifras de contagiados y muertos, ha comenzado ya a tener el rostro de familiares, amigos o amigos de familiares; los hospitales ya no tienen lugares, los medios de comunicación muestran desgarradoras imágenes e historias tanto de pacientes como trabajadores del sector salud que han tenido que lidiar con esta terrible pandemia; las funerarias, cada día, todos los días tienen gente afuera, los cementerios se llenan cada vez más rápido…y el silencio de las autoridades, irresponsable, se sigue haciendo presente.
Tenemos a un presidente que durante los meses que lleva la pandemia se negó a utilizar y a acatar las medidas sanitarias dictadas no sólo por nuestro personal de la salud, sino por el personal y organismos sanitarios de todo el mundo; un presidente que creyó, o quiso jugar con la voluntad y vida de los mexicanos, al crearse un mundo imaginario en el que el virus podía ser combatido con tarjetitas de santos y amuletos, su tan socorrido "detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo&rdquo, y así, jugando y burlando la realidad que nos golpeaba en la cara, hoy, más que antes, las circunstancias nos han rebasado ya y el precio, macabro, está siendo la vida del pueblo.
Es difícil, bajo estas circunstancias, vislumbrar un final cercano y prometedor para todos; cada día amanecemos con la noticia de que más estados se suman al semáforo rojo; cada día rebasamos el récord de muertes y contagiados que habíamos rebasado el día anterior; cada vez las pequeñas tiendas de abarrotes que conocíamos en nuestras colonias van cerrando, el desempleo va a la alza, la pobreza y la desigualdad crecen aceleradamente dejando cada día, según los últimos datos de la institución financiera BBVA, que tomó las encuestas elaboradas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), donde se indica que al día serían 44 mil 808 personas quienes entrarían en pobreza, es decir, mil 867 por hora. Cifras realmente espeluznantes, ¿no cree usted, amigo lector?
Ahora bien, en los primeros días de enero, los medios de comunicación nos saturaron con la noticia del año: "las vacunas comenzaban a llegar a nuestro país”. El portal Forbes tituló una de sus notas del 5 de enero "Llega nuevo embarque con 53, 605 dosis de vacunas a México”; Milenio el 12 de enero titula su nota "Vacuna covid19. Llega a México lote con más de 439 mil dosis”; incluso el diario El País tituló su nota del 18 de enero "Coronavirus: La distribución masiva de vacunas en México”. Con fanfarrias, y lanzando las campanas al vuelo, el gobierno del país pintó nuevamente una línea en el agua, que se borró de inmediato, pues ya el día de ayer Proceso publicó en una nota: "No llegan vacunas… y López Obrador le pide ayuda a Biden”. Una mala estrategia en la campaña de vacunación volvió a tumbar las cortinas del gobierno, y exhibió nuevamente su mal trabajo y su mal manejo de la pandemia.
Pero no solo la compra de vacunas comenzó a fallar, sino su aplicación, pues aunque se dijo que se vacunaría primero a los trabajadores del sector salud, que han estado en el primer frente de batalla, donde muchas vidas se han perdido, ya en los hechos muy pocos de ellos fueron vacunados: tomaron su lugar los "servidores de la nación&rdquo, ese grupo, que al igual que en la fábula de los hermanos Grimm, El flautista de Hamelin, siguen la música del presidente y la difunden, sin importar que vayan directo a un precipicio y, lo peor, nos lleven a todos. Ese grupo de seguidores, que se encarga de difundir la palabra del señor presidente, fueron los vacunados; ningún peso tuvo que México sea el país con más muertos de trabajadores del sector salud; ningún peso tuvo que sean ellos los que se han mantenido al frente, a pesar, incluso, de la negativa del mismo López Obrador para dar equipo y suministro a los hospitales. Aquí importa más cuidar la imagen del presidente que la vida de todos nosotros y de los héroes civiles del sector salud a quienes solo ofrece "homenajes&rdquo, mientras los deja morir por falta de ayuda.
Ahora, después de su fallida compra de vacunas, después de su aplicación manipulada, el presidente declara a los medios que los estados tienen las puertas abiertas para comprar ellos mismos las vacunas, es decir, algo así como cuando declaró que él no prohibiría a la población salir a la calle; nuevamente, lavándose las manos como Pilatos, sale a dar luz verde para que los gobiernos compren las vacunas, pero ¿acaso el señor olvida que él ordenó hacer recortes en los presupuestos de gobiernos y municipios? ¿Con qué dinero pretende que compren todas las dosis necesarias?
Sale a relucir nuevamente que aquí importa más el prestigio de una persona, que la vida y salud de 130 millones de mexicanos, y no es novedad, ni la primera vez que se dice que todas y cada una de las "decisiones” que ha tomado López Obrador son para mantenerse en el poder, y ya a nadie le queda duda. Querido lector, cada día que pasa caemos con mayor rapidez en el precipicio al que nos ha estado empujando Morena, que va dejando su rastro, un rastro de dolor, muerte y tristeza. Levantémonos todos, llamemos a nuestros hermanos, miremos a lo alto y al frente, y avancemos; que en el 2021 todos juntos podamos salir adelante y empujar a México hacia un futuro más próspero y equitativo. Es nuestro deber.
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