Sin importar su partido de origen, nuestros gobernantes han trabajado con unas finanzas públicas muy limitadas, pues el diseño de la política fiscal incluye el pago de impuestos principalmente de trabajadores, pequeñas y medianas empresas, dejando fuera de la recaudación a los grandes capitalistas nacionales y extranjeros.
Como si se tratara de un pacto entre los oligarcas mexicanos con el Presidente en turno, de no incrementar impuestos a la gran burguesía, la clase política gobierna a sus anchas manejando el presupuesto de todos los mexicanos con total impunidad y otorgando grandes contratos a los potentados, sin importarle el deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos.
El centro de pensamiento y análisis México Evalúa publicó un interesante análisis titulado Punto de quiebre: pensiones y finanzas públicas.
“La presión sobre las finanzas públicas causada por el aumento en el gasto de pensiones federales ha sido una constante en México en las últimas décadas. Sin embargo, durante el actual sexenio hemos llegado a un punto de quiebre: por primera vez el gasto en pensiones del sector público se ha incrementado más que sus ingresos”, advierte el análisis.
En este sexenio el gasto en pensiones se incrementó en 433 mil millones de pesos, pero los ingresos totales sólo aumentaron 345 mil millones de pesos. Es decir, las pensiones han crecido 1.3 veces más que los ingresos. En el sexenio de Vicente Fox los ingresos crecieron 6.4 veces más que las pensiones, 3.2 veces más con Felipe Calderón y 2.5 más con Peña Nieto.
En este sexenio el gasto en pensiones se incrementó en 433 mil millones de pesos, pero los ingresos totales sólo aumentaron 345 mil millones de pesos. Es decir, las pensiones han crecido 1.3 veces más que los ingresos.
La situación es grave pues las pensiones se pagan, en su mayor parte, con recursos fiscales que se destinan al IMSS e ISSSTE, y no precisamente mediante las cuotas de los trabajadores activos. La Federación, de 2002 a 2022, pasó de financiar el 64% de las pensiones al 74%.
De 2018 a 2022, las pensiones contributivas pagados por el gobierno federal crecieron en 173 mil millones de pesos, pero los ingresos de la Federación crecieron sólo 60 mil millones de pesos.
Es decir, el gasto ineludible de pensiones aumentó 2.9 veces más que los ingresos, situación nunca antes vista. Si además se suman las pensiones asistenciales (pensión para adultos mayores) por 220 mil millones de pesos, el gasto total en pensiones ha crecido 6.6 veces más que los ingresos.
Al cierre de 2022, el gasto en pensiones contributivas llegó a mil 181 millones de pesos, un aumento de 22 por ciento (213 mil millones de pesos) frente a 2018, pero las pensiones asistenciales (del Bienestar) llegaron a 263 mil millones de pesos, un aumento de 505 por ciento. Así el gasto total en pensiones del actual gobierno ascendió en 2022 a mil 445 millones de pesos, 43 por ciento (433 mmdp) más que al cierre del sexenio pasado. ¿Cómo puede esto ser sostenible?
Ante este acelerado gasto en pensiones ¿quién pagará los platos rotos? Al gobierno, atado a su compromiso con los poderosos de no cobrarles impuestos, solo le queda una salida, realizar recortes al presupuesto en rubros tan esenciales como educación, salud e infraestructura.
En una perspectiva a largo plazo, se puede analizar el gasto en secretarías clave. Por ejemplo, la dependencia con el mayor presupuesto histórico, la Secretaría de Educación Pública, pasó de 235 mil millones de pesos (mmdp) en 2002 a 384 mmdp en 2022, un crecimiento de 63 por ciento (147 mmdp), mientras que la Secretaría de Salud pasó de 47 mmdp a 184 mmdp, un aumento de 294 por ciento (137 mmdp). En ambos casos, el ritmo de crecimiento ha sido inferior al de las pensiones (399 por ciento de 2002 a 2022). O se cambia el modelo económico o vamos directo a un desastre económico y social.
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