El Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México, uno de los más extensos y transitados del mundo, se ha convertido en un triste ejemplo de la desidia y la corrupción que han marcado la política en nuestro país durante décadas. La problemática que aqueja al Metro no es nueva, pero se ha agravado en los últimos 20 años, durante los cuales tanto el partido Morena como figuras cercanas a Andrés Manuel López Obrador han hecho uso de este vital sistema de transporte como una fuente de financiamiento para sus campañas presidenciales, dejando a millones de usuarios en un estado constante de riesgo, como es el caso de Claudia Sheinbaum.
Durante el último sexenio, la Ciudad de México ha estado bajo el gobierno de Morena, y antes de eso, figuras perredistas y morenistas han tenido un control efectivo durante más de 24 años. En este tiempo, el Metro ha sido sistemáticamente desfalcado, dejando de lado el mantenimiento adecuado que requiere.
Esto no solo ha resultado en un deterioro evidente de la infraestructura, sino también en tragedias humanas, como el lamentable accidente ocurrido el 3 de mayo de 2021 en la Línea 12, que dejó 27 personas muertas y 80 heridas. Estas cifras son impactantes, pero aún más alarmante es que aproximadamente 4.6 millones de personas utilizan el Metro diariamente, lo que significa que la vida de la misma cantidad de individuos está en constante riesgo.
El estado del Metro no solo es un problema de infraestructura; también refleja la indiferencia de los líderes actuales, tanto a nivel local como nacional. Tanto Claudia Sheinbaum como Andrés Manuel López Obrador han hecho oídos sordos ante la grave situación del transporte público más utilizado por los sectores más vulnerables de la población.
La situación de la Línea 9 del Metro es particularmente preocupante. Durante el mandato de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno, se llevó a cabo un estudio que identificó la necesidad de demoler y reconstruir 150 metros del tramo elevado entre las estaciones Pantitlán y Puebla. Además, se recomendaron 539 acciones de mantenimiento, ninguna de las cuales se ha implementado. La falta de acción por parte de las autoridades responsables es inexcusable y refleja una clara negligencia hacia la seguridad de los usuarios del Metro.
La incompetencia de la actual administración es palpable. A pesar de los cierres programados para el mantenimiento de diversas líneas, los plazos se han incumplido sistemáticamente. La Línea 1, por ejemplo, se programó para cerrar durante 8 meses, pero ya lleva 13 meses sin una fecha de reapertura. Esta falta de claridad y planificación es inaceptable y pone en riesgo la movilidad de millones de personas.
El estado del Metro no solo es un problema de infraestructura; también refleja la indiferencia de los líderes actuales, tanto a nivel local como nacional. Tanto Claudia Sheinbaum como Andrés Manuel López Obrador han hecho oídos sordos ante la grave situación del transporte público más utilizado por los sectores más vulnerables de la población. Su falta de atención y compromiso es una señal preocupante de lo que podría esperar al pueblo de México si Morena regresa al poder en 2024.
En última instancia, el Metro de la Ciudad de México se ha convertido en un símbolo triste y revelador de la desidia y la corrupción que han permeado la política mexicana durante décadas. Las vidas de millones de ciudadanos están en riesgo cada día que este problema persiste, y es imperativo que las autoridades tomen medidas inmediatas y efectivas para abordar esta crisis. El Metro no debería ser utilizado como una caja de ahorros para financiar campañas políticas; en cambio, debe ser un servicio seguro y confiable para todos los mexicanos.
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