En el corazón de Guerrero, entre el clamor de miles de voces que exigen justicia y la esperanza de un pueblo aguerrido, se erige un monumento de lucha y sacrificio.
El pasado 14 de abril, en Chilpancingo, se congregaron miles de antorchistas para honrar la memoria de aquellos que ya no están entre nosotros: Conrado, Meche y el pequeño hijo Vladimir.
Pero este evento no fue simplemente un acto conmemorativo; fue un grito colectivo que traspasó las fronteras de la impunidad y la injusticia que asolan nuestra querida tierra guerrerense.
En Guerrero los ingresos mensuales apenas alcanzan los 3 mil 670 pesos, en una realidad indignante que sitúa al estado en segundo lugar nacional en pobreza, sólo superados por Chiapas.
Ante la multitud, Homero Aguirre, vocero nacional del Movimiento Antorchista, expuso cifras alarmantes que pintan un sombrío panorama de violencia e impunidad en nuestra entidad.
En el año 2023, Guerrero fue testigo de mil 949 crímenes dolosos, de los cuales apenas doce resultaron en detenciones, y ninguno culminó en una sentencia condenatoria.
Este nefasto 100 % de impunidad no es un problema de falta de recursos, como podríamos suponer ingenuamente, sino más bien un reflejo de la desidia y la negligencia estatal que perpetúan el sufrimiento de las víctimas y sus familias.
La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2023, realizada por el Inegi, arroja luz sobre la angustiante realidad que enfrentan los guerrerenses día a día.
Dos de cada diez hogares han sido víctimas de delitos, mientras que el 76 % de la población percibe a Guerrero como un territorio inseguro. Estas cifras, acompañadas por una alarmante cifra negra del 97 % en delitos no denunciados o no investigados adecuadamente, revelan una profunda desconfianza en las instituciones encargadas de velar por nuestra seguridad y justicia.
Pero la problemática de Guerrero va más allá de la inseguridad. La pobreza, la falta de acceso a servicios básicos como la salud y el agua, y la precariedad laboral son flagelos que aquejan a nuestra población.
Ocho de cada diez guerrerenses trabajan en el sector informal, mientras que los ingresos mensuales apenas alcanzan los 3 mil 670 pesos. Esta realidad indignante nos sitúa en el segundo lugar nacional en índices de pobreza, sólo superados por Chiapas.
Ante este panorama desolador, surge la pregunta inevitable: ¿Cómo podemos, como pueblo, soportar esta injusticia y desigualdad? A lo largo de la historia, los poderosos han empleado la violencia y el control mental para someter a las masas, pero es hora de desafiar este status quo.
El Movimiento Antorchista, con su valiente exigencia de justicia para Conrado, Meche y Vladi, nos recuerda que no estamos solos en esta lucha.
Conrado no era simplemente un gestor de recursos; era un revolucionario comprometido con los más desfavorecidos. Su sacrificio no debe caer en el olvido, sino servir como inspiración para aquellos que continúan la batalla por la justicia social en México.
La exigencia de que su crimen no quede impune es un llamado a la acción, una invitación a levantarnos contra la opresión y la injusticia que nos rodean. El evento conmemorativo en Chilpancingo no fue simplemente un acto de recuerdo, sino un símbolo de resistencia y esperanza.
Los guerrerenses no estamos solos en nuestra lucha, y mientras sigamos exigiendo justicia para Conrado, Meche y Vladi, demostramos al mundo que nuestra voz no será silenciada, que nuestra lucha no será en vano.
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