MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El gobierno de los pobres, que no combate la pobreza

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Hace mucho que la tan prometida recuperación económica del país se encuentra estancada. Según la Estimación Oportuna del PIB al cuarto trimestre del 2021, realizada por el Inegi, el tercer trimestre del 2021 hubo una contracción del 0.1% del Producto Interno Bruto del país, es decir, del total de riqueza producida y circulante en México. La ONG, México ¿cómo vamos?, señaló el pasado 31 de enero, que la evolución de la economía del país permite inferir un crecimiento del 5% de la economía en 2021, sin embargo, en 2020 la caída del PIB fue de 8.4%, lo que significa que durante todo el año el “rebote económico” no fue suficiente para compensar las pérdidas sufridas durante el primer año de pandemia y, por supuesto, bastante lejos de la época previa al gobierno del presidente López Obrador.

México, ¿cómo vamos?, señala: “De acuerdo con las cifras oportunas estimamos que la economía tiene un tamaño similar al que tenía en el segundo trimestre de 2016”. Estos datos fríos, representan sufrimiento y pesares para millones de mexicanos humildes. No se trata solamente de datos duros, se trata de la vida de cientos de miles de familias que perdieron sus fuentes de trabajo durante el año 2020 y que no se han podido recuperar. Se trata de la muerte de familiares por no contar con el dinero suficiente para curarlos o la deserción escolar de miles de niños y jóvenes ante la falta de dinero y la carencia de aparatos tecnológicos para tomar “clases a distancia”. Se traduce también en la emigración masiva de paisanos que, abandonando a sus familias, intentaron llegar a Estados Unidos para alcanzar “el sueño americano”, sin que muchos lo lograran con éxito. En fin, refleja la falta de empleos y de salarios de calidad.

El presidente López Obrador dijo en muchas ocasiones que su gobierno era ejemplo mundial en el manejo de la pandemia y que, pasado lo peor, la recuperación económica del país sería en forma de rebote, “como si fuera una V” dijo. Inicia el 2022 y no hay tal. Al contrario, las predicciones económicas no son nada alentadoras, para colmo de males, las políticas erráticas emprendidas por el gobierno de la “Cuarta Transformación”, están provocando la emigración masiva de capitales sin que exista un plan para contrarrestar la inminente desaparición de plazas laborales que este fenómeno está provocando. Entre 2020 y 2021 salieron del país poco más de 514 mil millones de pesos en inversiones (buzos 1013).  

Y si le faltaran más latigazos al pueblo mexicano, este mes se ha vivido una de las cuestas de enero más difíciles de las últimas dos décadas. Los precios de los productos de la canasta básica se dispararon terriblemente, en productos elementales para la alimentación de los mexicanos más pobres: arroz, frijol, maíz, verduras, huevo, pollo y ni hablar de las otras carnes. Esta es una verdad que los ciudadanos de a pie conocen bastante bien. Los pronósticos poco alentadores de organismos internacionales que miden la economía de los países, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial señalan que el incremento de los precios no se detendrá, antes bien llegará a niveles preocupantes a finales de este 2022, hasta por arriba del 8% general.

El gobierno federal presumió que, ante el aumento de los productos de la canasta básica, se había impulsado un nuevo aumento al salario mínimo, hasta 172.87 pesos en la mayor parte del país y 260.34 pesos en la frontera norte. A más de ser bastante raquítico, este incremento beneficia, en realidad, a poco menos de 3 millones de trabajadores que ganan el salario mínimo y oculta el hecho de que poco más de 30 millones de mexicanos ni siquiera tienen salario, viven al día, empleándose en el llamado trabajo informal. Presumir el incremento del salario mínimo es una insensatez.  

Solo en 2020, más de 10 millones de mexicanos cayeron en pobreza, 2.1 millones en pobreza extrema, según información de instituciones gubernamentales como el Coneval y el Inegi. La tragedia que vive el pueblo mexicano, debe llevar a preguntarnos con mucha seriedad si el gobierno de los pobres, está haciendo algo verdaderamente sustancial para combatir la desigualdad social y la pobreza o si, por el contrario, la vida doméstica en la mayoría de los hogares transcurre igual o mucho más difícil que en la etapa previa a que llegaran a gobernar los de la Cuarta Transformación, llena de privaciones y carencias de todo tipo, falta de empleo, bajos salarios, carencia de los servicios básicos de la vivienda, servicios de salud y educativos deficientes, etc.

Toda su gran obra en favor de los pobres se ha reducido a los programas de transferencia monetaria que ni siquiera llegan a la mayoría de los hogares y cuyo manejo, a cargo de los Servidores de la Nación, ha sido poco transparente y con fines fundamentalmente electorales. A cambio, los gobiernos morenistas, federal, estatal, y en algunos casos los municipales, han cerrado la posibilidad para que el pueblo se organice y ejerza su derecho a gestionar su propio bienestar, argumentando la existencia de intermediarios corruptos, imaginarios y nunca probados con hechos. Impidiendo, de esta manera, el progreso de miles de comunidades que carecen de agua potable, drenaje, electricidad, escuelas y clínicas de calidad, carreteras en buen estado, espacios recreativos y mucho más.  

Así, mientras que la economía del país se desploma, el número de pobres aumenta escandalosamente y la pobreza se vuelve más aguda, el gobierno reparte algunas pocas tarjetas del Bienestar y deja sin obras ni servicios a los pueblos y las colonias en donde precisamente viven los pobres a los que dicen representar.

Es válido preguntarse, en estas circunstancias, si cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que su gobierno está al servicio de los pobres, se refiere a que busca mejorar su vida y acabar con la pobreza o, por el contrario, que busca mantener en la miseria a quienes ya viven en ella y sumir en la pobreza a quienes todavía no se encuentran en ese umbral. Al fin de cuentas, ¿qué sería de su gobierno al servicio de los pobres, si éstos ya no existieran.

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