“Acabar con la corrupción”… es una de las frases más famosas en México desde 2018, y vaya que mucha de la población la ha arropado con fervor en su vida en su intento por creer que se hará realidad bajo un gobierno que prometió (promete) ser del pueblo y ayudar al necesitado. Pero desde aquella ya lejana fecha hasta ahora, la corrupción, ese mal que, asegura el presidente de la república, es el causante de todo lo malo que había en el país antes de la llegada de su 4T, sigue ahí, pululando en los rincones mismos del poder político y lejos de haberse erradicado de las fauces presidenciales, ahora se esconde, o la esconden, como se esconden los vampiros de la luz del día.
Y daré una prueba de lo que digo, solo una de tantas que pueden mostrarse; una que se oculta en la aparente intensión de ayudar a los jóvenes que quieren salir adelante. Hablo de las famosas becas “Jóvenes Construyendo el Futuro”. En esta última recta de febrero, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) dio a conocer que, tras la última revisión de la Cuenta Pública, detectaron una serie de irregularidades en la forma de operar de dicho programa, irregularidades que equivalen a 28.1 millones de pesos.
Explicando un poco sobre qué es Jóvenes Construyendo el Futuro, podríamos decir que es un programa cuyo objetivo es apoyar a jóvenes en edades de entre 18 y 29 años, que no estudian ni trabajan, para vincularlos con centros laborales para capacitarse y al término de ello puedan obtener un empleo con menos dificultades; durante este proceso de preparación se les proporciona una beca equivalente a un salario mínimo, tres mil 748 pesos al mes. Hasta ahí suena bien.
Ahora bien, hay que señalar que, en el caso de las anomalías, no es la primera vez que la Auditoría Superior de la Federación las detecta y señala, hace un año ya había informado varios problemas. En el último periodo, algunas de las irregularidades encontradas en la Cuenta Pública fueron: 1) La entrega de apoyos a 38 personas registradas como beneficiarias que fallecieron entre 2019 y 2020. Impacto equivalente a 351 mil 720 pesos; 2) Se benefició con el seguro médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de 3 a 12 meses a 17 mil 283 personas de las que no se demostró que estuvieran vinculadas a un centro laboral inscrito en el programa. El impacto de esto equivale a 3.2 millones de pesos; 3) Beca a mil 315 personas que ya recibían apoyo de la SEP por estar inscritos en algún programa de educación superior, por lo que no cumplían con los requisitos para pertenecer a JCF. Daño estimado: 19.6 millones de pesos; 4) Pagos a 41 personas que, al mismo tiempo de la capacitación, estaban registrados como funcionarios públicos en el ISSSTE. Daño estimado: 153 mil 400 pesos; 5) Pagos a 71 personas que ya eran trabajadores de las empresas en las que se capacitaron y que estaban dados de alta en el IMSS. Impacto estimado: 1 millón de pesos; 6) Beca a 252 beneficiarios que también estaban dados de alta en los centros de trabajo como tutores de los becarios. Impacto estimado: 2.2 millones de pesos; 7) Beca a 106 personas que estaban inscritas en el sistema como representantes de los centros laborales registrados para participar en el programa. Impacto equivalente a 1.5 millones de pesos, y 8) En al menos 10 mil 848 filiales de los centros de trabajo dados de alta no se respetaron los límites de becarios establecidos en las reglas de operación del programa, por lo que se solicitó a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) que inicie las investigaciones para definir las posibles sanciones administrativas para los funcionarios que no supervisaron esta falla.
¿Qué podemos notar ante ocho irregularidades? ¿Acciones de novatos? Es claro que no, la Auditoría Superior señala que esto refleja deficiencias en el control del programa, en sus protocolos de validación de requisitos y en la supervisión del programa una vez echado al ruedo, pero, además, el dinero mal gastado en estas fallas no son cien pesos, como ya vimos, amigos lectores, sino poco más de 28 millones de pesos, dinero que, no olvidemos, es de todos los mexicanos, salido de nuestros impuestos, nada regalado del gobierno. Y el problema no radica en que no se apoye a la juventud que, por sus condiciones sociales y económicas, no puedan seguir estudiando o tener un empleo digno, sino la forma, sin descaro, en que crean este tipo de programas sociales para tapar su corrupción y falta de empeño por ayudar de verdad al pueblo pobre de México.
Pero un punto que tampoco debemos olvidar es que mediante el impulso de becas y demás programas de transferencia monetaria, bajo el concepto que sea, Andrés Manuel López Obrador implementa su política electorera y de manipulación, para que todos los beneficiados se vean estimulados a votar por el partido insignia de la Cuarta Transformación, o en un futuro volver a votar por AMLO o por el candidato que él mismo impulse, pero aún de Morena.
Mientras esto ocurre, sigue habiendo miles de jóvenes y adultos sin ninguna oportunidad de obtener trabajo formal y bien remunerado, sin ninguna condición económica que le permita seguir estudiando, sin apoyo de ningún tipo para tratarse enfermedades, pero, amigos, la solución para ellos y todos los olvidados de nuestro país no es dar dinero a través de becas, la verdadera solución en mejorar el modelo económico que propicia todos estos males que acongojan al pueblo, ¿y cómo se mejora? Sustituyéndolo por otro mejor, diferente, porque este, digamos que ya está enfermo y sin remedio. Un modelo más justo, que genere, empleo, salarios dignos, recursos para impulsar obras y servicios públicos, todo ello mediante políticas que obliguen a pagar impuestos en la medida de las posibilidades del ciudadano, y así, el que gana más, aporte más que el que gana menos. No es fácil ni rápido, pero tampoco imposible, y es la única medida para evitarnos despilfarro de dinero, mismo que no tenemos para beneficio de todos.
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