El bullying lo genera el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, desde Palacio Nacional. Así ha ocurrido desde que está en el Gobierno de México; agresiones a las organizaciones de la sociedad civil, a los partidos políticos, a periodistas y medios de comunicación, a defensores de derechos humanos y en general, a todo aquel que no piensa como él.
A raíz de la muerte de la estudiante de secundaria Norma Lizbeth, el pasado 15 de marzo, como consecuencia de las agresiones que recibió de parte de una de sus compañeras, le preguntaron al presidente, en su conferencia matutina del viernes pasado, su opinión y las acciones que tomará su gobierno. Su respuesta fue una andanada de palabrería y cero acciones concretas.
Norma Lizbeth, alumna de la Escuela Secundaria Oficial 0518 perdió la vida como consecuencia de un traumatismo craneoencefálico resultado de una agresión que sufrió. En un video que circula en redes sociales, se puede apreciar como la estudiante que la agrede lo hace con una piedra y total saña, alrededor, sus compañeros no las separan, al contrario, incitan a la violencia, y la directora y maestros –según denunciaron los padres de la víctima- no tomaron las acciones pertinentes para evitar la agresión, pues la propia estudiante, había denunciado que sufría de bullying.
“La Fiscalía del Estado de México obtuvo la orden de aprehensión por el delito de homicidio calificado. De acuerdo a las indagatorias, se estableció que el pasado 21 de febrero la víctima fue agredida por una compañera de la Anexa a la Normal de Teotihuacán “Los Jaguares”, donde ambas estudiaban”, publicó el periódico El Financiero.
Pues bien, uno esperaría el lanzamiento de un plan estratégico a nivel nacional para frenar el bullying en las escuelas de todos los niveles. Acciones conjuntas entre los medios de comunicación, la sociedad civil, los padres de familia, las secretarías de educación pública federal y estatales, los gobiernos municipales, los directivos escolares y los maestros. No, nada de eso, sino “que no aceptemos una malentendida modernidad, que ya nuestros padres son mayores y tienen ideas conservadoras o son anacrónicos, que ahora la buena onda es el destrampe y los excesos, y los antros”, dijo el presidente.
Según López Orador “hay que fortalecer los valores, de eso depende. Eso es lo que nos ha salvado siempre, nuestras culturas, la familia, la integración de las familias, el amor al prójimo, el insistir hasta el cansancio que sólo siendo buenos podemos ser felices, que la felicidad no es lo material, no es la ropa de marca, no es el dinero, no es el lujo barato, la felicidad es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra consciencia, estar bien en el prójimo. Y eso lo tenemos en nuestras familias, en las comunidades, en los pueblos, eso es lo que hay que exaltar, porque eso viene de lejos, viene del México profundo”.
Por varios minutos, -como ya es su costumbre-, el presidente divagó, lo mismo comentó sobre el consumo de drogas, el fentanilo, Estados Unidos, Guanajuato, el neoliberalismo, que este gobierno atiende las causas, entre otras ocurrencias.
Sin embargo, me atrevo a decir que los padres de familia, los maestros y, sobre todo, los estudiantes, esperaban una respuesta concreta y acciones para poner en marcha.
En otros gobiernos, había un trabajo conjunto en el que participaba la iniciativa, los sindicatos magisteriales, los medios de comunicación y la sociedad en campañas a favor del medio ambiente, evitar el embarazo entre adolescentes, evitar el consumo de drogas, entre otros.
Hoy, nada de eso, ya que el presidente, no convoca a la unidad, a la participación, al contrario, es quien promueve las agresiones desde su conferencia matutina.
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