El Altiplano tamaulipeco está compuesto por cinco municipios: Tula, Jaumave, Bustamante, Miquihuana y Palmillas. La población total según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el último censo de 2020 reporta que la zona tiene poco más de 55 mil habitantes, con apenas el 1.5% de la población estatal, y es aquí donde “presentan los índices de expulsión demográfica más elevados de Tamaulipas. (Izcara Palacios y Andrade Rubio, 2017).”
En esta zona la tasa de crecimiento migratorio hacia los Estados Unidos es constante, para estos municipios el promedio es del 3%, muy por encima del 0.16 de promedio estatal, sin contar los trabajadores originarios de esta región que tienen que emigrar a las ciudades industrializadas de la franja fronteriza del estado: Nuevo Laredo, Reynosa, Rio Bravo, Matamoros y de la zona metropolitana de Monterrey.
Esta migración ha provocado que el índice de dependencia, es decir la población que depende de las remesas que envían sus familiares para subsistir, en Bustamante, Miquihuana y Palmillas se encuentre arriba del 80%, mientras que en Jaumave y Tula arriba del 70%; en estos dos, el índice es apenas menor, lo que es probable que influya la presencia de cuatro plantas procesadoras de sábila y de varios centros de agricultura tecnificada, que otorgan a sus trabajadores muy bajos salarios y prestaciones reducidas, lo que provoca que apenas se perciba su impacto en la economía local, a pesar de la alta explotación de los recursos naturales de la región.
Por un lado, las condiciones geográficas de la zona dificultan autosostenibilidad de una economía basada en la siembra de temporal, por la falta de lluvias suficientes; y por el otro, la precaria situación económica de los campesinos ahondada por la reducción del 40% en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2022, para el campo en los últimos tres años, que ha privado a los más necesitados de importantes apoyos que si bien no resolvían los problemas, mucho ayudaban.
Los apoyos tan necesarios como por ejemplo: los paquetes tecnológicos, la asistencia técnica para el uso eficiente de los limitados recursos, adquisición de maquinaria agrícola e implementos, de sistemas de riego eficientes, apoyo para el mejoramiento genético de los hatos ganaderos e instalaciones para manejo de éstos, son solo algunos de los más importantes.
Como lo explica el doctor Abel Pérez Zamorano, en su opinión del 03 de diciembre: “Del ya de por sí reducido presupuesto al campo, buena parte se destina a fines asistenciales. Precisamente esa política está haciendo crisis: repartir en papel, en billetes, una riqueza que no se produce en la realidad.” y sigue diciendo que las consecuencias las pagamos en importaciones cuantiosas y caras que generan inflación en el precio de los alimentos. Revista Buzos, 3 dic. 2021.
La clase trabajadora sufre las consecuencias de una política asistencialista basada en la compra de consciencias: los que migran tiene que sufrir la separación de familias que salen de sus pueblos para obtener mejores condiciones, los que se quedan a trabajar para otros, sufren por los malos salarios y las nulas prestaciones, mientras que los que trabajan por cuenta propia, prácticamente no tiene oportunidad de competir al no contar con las herramientas necesarias.
Una vez más la clase trabajadora del campo es olvidada por el gobierno en turno, del cual sólo se obtiene limosnas en forma de tarjetas que solo empeoran su situación de dependencia, porque el único objetivo, ese sí bien calculado, es afianzar el partido en el poder. Las voces de especialistas en el tema se levantan pidiendo un giro en la política social, a una que realmente se enfoque en el desarrollo productivo de todas las regiones del país, pero sobre todo, en la zona del altiplano tamaulipeco, que desde siempre ha sufrido una doble calamidad: la de ser una zona de recursos limitados, y la de sufrir las consecuencias de malas políticas para el campo, ésta sí culpa de los poderosos; el único camino que le queda a los tamaulipecos de esta zona es organizarse y exigir una pronta atención a sus necesidades más urgentes, el altiplano tamaulipeco debe y merece que sus problemas sean atendidos y resueltos lo antes posible.
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