Nuestro sistema de salud se encuentra fragmentado en tres partes. Recordemos que existen los servicios de salud para los no asegurados, el seguro social basado en el empleo y el sector privado; esto ha generado una serie de inequidades, deficiencias y rezagos en la demanda de los servicios de salud y no ayuda en lo absoluto al mejoramiento de la prestación de servicios y atenciones médicas que debería garantizar la cobertura total de cada uno de los ciudadanos mexicanos.
Hay una serie de contradicciones serias entre la realidad y el discurso de López Obrador. Creo que todo mundo hemos escuchado una y mil veces el discurso demagógico de convertir nuestro sistema de salud como el de los países nórdicos, pero eso no es más que una broma de mal gusto para cada uno de los que padecemos en carne propia las deficiencias que limitan nuestra práctica clínica como miembros del área de la salud y también como pacientes al ver permeada la recuperación de nuestra salud.
En México pagamos 41 por ciento de los gastos que tenemos en salud de nuestro bolsillo, siendo que en teoría debería ser totalmente gratuito y garantizado. Esto significa que si el total por consulta, laboratorios, medicamentos, insumos y demás fuera de mil pesos; los pacientes pagan de esos mil pesos, $410. ¿Se dan cuenta del problema? ¿Saben cuánto gastan aproximadamente en un país latinoamericano? El 28 por ciento de su bolsillo.
Vamos a otra situación. Se está destinando 2.8 por ciento del PIB en salud, sabiendo que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda un promedio de 6 por ciento.
Está mejor Cuba que destina el 11 por ciento de su PIB. ¿Y qué decía AMLO en campaña? Que iba a aumentar a más de tres por ciento la inversión, monto que seguía siendo deficiente, de acuerdo con especialistas que marcan que necesitamos mínimo un cinco por ciento para poder acomodar y dignificar medianamente nuestros servicios. También hubo más de 600 despidos de médicos de 2019 a 2020 que trabajaban en IMSS–Bienestar, dando como consecuencia una disminución de cerca de 10 millones de consultas de 2017 a 2021.
Cuando se creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y se desapareció el Seguro popular cayó el número de derechohabientes de 53 millones a 34 millones de acuerdo con datos de la Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
¿Qué trajo consigo esto? El aumento de 30 por ciento de la mortalidad materna y la esperanza de vida al nacimiento disminuyó de 74 a los 70 años. Esto sucedió durante la pandemia del Covid-19. A lo mejor si utilizamos un razonamiento superficial diríamos que esto fue resultado de la pandemia y que por obviedad en todos los países sucedió, y en parte es cierto, sin embargo, de acuerdo con datos de las Naciones Unidas en 2021, México retrocedió 30 años, en comparación con República Dominicana que retrocedió 9 años. O sea que en 2021 regresamos a la esperanza de vida que se tenía en 1991 que era de 70 años.
Estos datos nos pueden ampliar el panorama de mejor manera sobre si de verdad la intervención del gobierno de la 4T ha sido efectiva o nos ha llevado al empeoramiento de una crisis ya existente. Esta toma de decisiones ha propiciado una serie de protestas en diferentes puntos del país, estando de ejemplo más reciente las huelgas por parte de los cuerpos médicos de diferentes hospitales de la CDMX.
La lucha que están librando es digna, justa, necesaria y urgente. Es necesario que todos los agentes de la salud respalden y apoyen, porque de no hacerlo, los siguientes serán ellos. De acuerdo con los datos que se han dado en diferentes medios de comunicación se habla de aproximadamente 27 hospitales que se han movilizado para hacerse escuchar por sus pacientes y opinión pública, para darles a conocer las demandas más apremiantes que no sólo ponen el riesgo el empleo de los galenos si no también la salud de los derechohabientes.
El pliego petitorio que exponen es el siguiente:
•Mejores condiciones de trabajo para personal de piso.
•Equipo médico funcional y con todos los insumos necesarios.
•Equipo de rayos X funcional con todo el abasto de insumos de manera permanente.
•Servicio total y continuo de tomografía y resonancia.
•Bases con dígito sindical para toda la plantilla laboral.
•Incremento de salario de personal de antigüedad.
También piden el esclarecimiento de lo que va a suceder con sus trabajos y antigüedad ahora que sean incorporados al modelo del IMSS-Bienestar.
¡Imagínense! Ya vamos 5 años de este sexenio y aún no tenemos claridad de cómo va a funcionar el sistema de salud, y peor aún, no hay ni material para trabajar. Esto es preocupante. Pero esto no es casualidad, porque desde que se habló de la extinción del Seguro Popular hasta la imposición del Insabi jamás se explicó ni sustentó el funcionamiento de esta peligrosa improvisación morenista, que ha cobrado vidas por la negligencia descarada del gobierno federal.
Un pediatra del hospital Balbuena explicaba que el tiempo que tarda en llegar el material de osteosíntesis es de más de 3 meses, por lo que se tiene que refracturar para poder corregir las fracturas de los pacientes.
¡Esto es inhumano! Es indignante que el cuerpo de salud que enarbola como bandera la restauración y protección de la salud en los enfermos tengan que recurrir a estas medidas por la incapacidad e insensibilidad de los gobiernos. Están haciendo el trabajo sucio de aquellos que por su incompetitividad al frente de las dependencias correspondientes provocan situaciones difíciles para los doctores, enfermeras y demás trabajadores de la salud.
Las deficiencias que se tienen no solo afectan al paciente, también afectan al gremio médico. Limitan su trabajo, limitan su criterio clínico, limitan su diagnóstico, limitan su tratamiento, limitan su pronóstico, limitan su efectividad, limitan todo. Y ante estas carencias ¿quién tiene la culpa si le preguntamos a los pacientes? La gran mayoría se limitará a señalar a los doctores, las enfermeras, las trabajadoras sociales, los de farmacia, los químicos farmacobiológicos, etcétera.
Y en parte tendrán la razón, ¿por qué? Porque no le hablan al paciente de los problemas que hay en el sector salud, no le explican cómo le está afectando, no logran generar esa empatía con ellos para que los respalden y también ellos se sientan respaldados.
Recordemos que estamos frente a un monstruo fuerte de la manipulación que todos los días usa el aparato del Estado para atacar a quien denuncie su incapacidad. Todos tienen la culpa menos su gobierno. Y también ante un estado violento donde no se garantiza la seguridad de estudiantes, practicantes, pasantes, residentes y adscritos que deben día con día “torear” con la inconformidad y desesperación de sus enfermos por la falta de insumos, ambulancias, medicamentos o hasta de mismos centros médicos para dar una mejor atención.
De acuerdo con datos recabados por México Evalúa, el subsidio per cápita que se daba en 2019 con el Seguro Popular era de mil 246 pesos, pero para 2022 con el Insabi fue de 816 peso. Es decir, 400 pesos menos de un programa a otro. Y ahora con el paso total de responsabilidades al IMSS-Bienestar por la desaparición del Insabi no sabemos hasta el día de hoy de cuanto será el subsidio; pero no dudo que siga siendo bajo, recuerden que estamos en una austeridad franciscana que en lugar de beneficiarnos nos ha hundido más.
Y lo poco o mucho que “dizque” se ha ahorrado el gobierno se van directo a las obras estériles de la 4T. Y no miento al decirles que no ha funcionado ninguna. Obrador ya tiene como “cumplida” la promesa del mejoramiento al sistema de salud, vitoreando que ya es parecido al de Dinamarca.
Pero dudo mucho que los pacientes del hospital “El Quemado” en Acapulco, Guerrero, sientan la transformación cuando les cancelan cirugías por falta de insumos médicos o anestésicos, o al estar sufriendo de un calor agobiante porque no sirve el aire acondicionado, o puede también que nos den una respuesta favorable los internos de este nosocomio a los cuales les quitaron sus comidas durante sus las largas y fatigantes horas de trabajo.
Bueno, vamos con los de Hidalgo y Veracruz que fueron de los estados más afectados por la retención de casi 33 millones de pesos para la compra de medicamentos entre 2020 y 2022, donde millones de personas sufrieron por el desabasto.
O también podemos pedir la opinión de los ciudadanos que deberían ser beneficiadas por el Fondo de Salud para el Bienestar, para cubrir las enfermedades de alto costo, y del cual solo se utilizó el cinco por ciento para su objetivo principal, y el otro 95 por ciento se fue a la Tesorería de la Federación, para de ahí perder el rastro del dinero.
Ya vamos 5 años de este sexenio y aún no tenemos claridad de cómo va a funcionar el sistema de salud… esto no es casualidad, porque desde que se habló de la extinción del Seguro Popular hasta la imposición del Insabi jamás se explicó ni sustentó el funcionamiento de esta peligrosa improvisación morenista
Ahí está otro caso en el IMSS No. 18 de Playa del Carmen, Quintana Roo. En el cual una niña que era transportada al área de hospitalización por dengue murió presionada por el elevador, ya que este empezó a subir con las puertas abiertas cuando la camilla en la que iba transportada todavía no entraba en su totalidad en el montacargas. Todo apunta a que fue un problema técnico, ¿pero saben a quién arrestaron? Al camillero; a pesar de que ya existía el antecedente de que el elevador tenía fallas desde la tarde y fue revisado por un técnico de la empresa encargada de su buen funcionamiento.
Hay datos que, de 18 millones presupuestados para el mantenimiento de infraestructura del IMSS, solo se han gastado en el primer trimestre del año 5 mil pesos. Y esto no es nuevo porque estos últimos 4 años se ha invertido menos del presupuesto asignado, sumando así 5 mil 800 millones de pesos sin ejercer.
Y en el caso concreto de los elevadores, la Cámara de Diputados aprobó 282 millones de pesos para el programa de “Sustitución y Modernización de elevadores 2022”. ¿Saben cuánto se ha gastado y cuál ha sido el avance? Del cero por ciento para cualquiera de las dos.
Y otro caso reciente de negligencia es la muerte materna de una joven madre en Acatlán de Osorio, Puebla. De acuerdo con testimonios de sus familiares, estuvo en la sala de urgencias por más de 7 horas con dolores intensos sin ser atendida porque el único médico que se encontraba de guardia estaba en cirugía. A pesar de que no se ha determinado por parte del peritaje la causa de muerte, creo que es más que obvio que una de sus causas es la falta de personal hospitalario contratado, la capacitación deplorable para la atención de estas situaciones y el que no haya insumos ni medicamentos para hacerle frente a complicaciones durante el embarazo que son comunes ver en cualquier nivel de atención.
Esto demuestra que los datos recabados durante este sexenio sobre un aumento de 30 por ciento en muerte materna son una realidad dolorosa.
Urge un sistema de salud unificado que garantice realmente la salud de cada uno de nosotros, donde nos podamos sentir seguros. Los recortes del gasto a la salud, los despidos injustificados a médicos y enfermeras, los contratos cancelados con farmacéuticas, el desabasto de insumos y medicamentos, la falta de mantenimiento a la infraestructura hospitalaria y la incapacidad de nuestros servidores públicos están volviendo a nuestras instituciones médicas en un espacio de “mal morir”.
Es necesario que ante todo esto el cuerpo médico y el pueblo de México se unan y exijan de manera responsable y valiente que se pare con estos atropellos y se rectifique el rumbo equivocado que está acelerando aún más el ya raquítico sistema de salud. ¡No hay de otra!
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