MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Combinación de estudios y trabajo un problema contra los jóvenes 

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A propósito de la pandemia causada por la covid-19, que ya lleva más de dos años y que ha puso en evidencia las deficiencias que muchos países tienen en materia económica, en su sistema de salud y liderazgo de los estados, sobre todo de los países subdesarrollados, es importante poner la lupa en la educación; es decir, cómo impacta esta crisis pandémica en el estado actual de la educación mexicana. 

Empecemos con algunos datos; de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay una población de jóvenes de 30 millones 600 mil, o sea 25.7 por ciento del total nacional, de los cuales el 66.8 por ciento de entre 15 a 19 años no asiste a la escuela, y, en consecuencia, están obligados a ser obreros, en el mejor” de los casos, o a engrosar la lista de empleados informales; peor aún, sumarse a la lista de los nombrados “ninis”, situación que debe preocupar a los gobiernos para dar prioridad a un una meta en materia educativa.

En algunos casos, existen jóvenes que combinan el estudio y el trabajo. Esta combinación surge por la misma necesidad de llevar el ingreso económico a su hogar y apoyarse a sí mismo en sus estudios. Ante la pandemia, vemos también el impacto que tiene en la formación de los estudiantes porque tuvieron que emplearse para ayudar a los gastos del hogar o tienen que acompañarlos a su trabajo como una ayuda más para combatir el hambre. 

En América Latina hay 130 millones de trabajadores informales, y México ocupa el primer lugar. El INEGI encontró en sus ejercicios demoscópicos que 57 de cada 100 trabajadores en México no tienen un empleo formal, y es ahí cuando surge la necesidad de pasar a un modelo de múltiples trabajadores del hogar, en el que la inserción laboral de la esposa y de los hijos fue necesaria para compensar los bajos niveles salariales, específicamente en los hogares pobres. Lo que hace imposible que los jóvenes tengan un buen desarrollo educativo.

La participación laboral de los jóvenes se da en mayor medida en los hogares donde el padre tiene un empleo no asalariado, como son los comerciantes, negocios familiares, vendedores ambulantes. Por tanto, la combinación de las actividades escolares y laborales puede entenderse como una respuesta de los jóvenes ante la necesidad de sobrevivencia, haciendo frente a las dificultades económicas de sus hogares. Si a esto le agregamos la falta de oportunidades para estudiar, la falta de infraestructura, insuficiente cobertura, y malos programas de estudio, la poca inversión del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, 5.6 por ciento; la falta de interés y sensibilidad de quienes nos gobiernan, como en el caso del estado de Tlaxcala, que, aunque digan lo contrario, y presuman de las becas que hasta ahora han entregado, la educación en el país y en Tlaxcala sigue estancada, pero la miopía política hace creer que sus acciones han mejorado el panorama.

Asimismo, ante la llegada del gobierno de la ‘Cuarta Transformación’ (4T), con sus diferentes apoyos sociales, bajo la política de transferencia monetaria directa, como son las becas Benito Juárez no sustituyen los gastos para el mejoramiento o continuidad de la infraestructura educativa, debido a que hay escuelas que no cuentan con suficientes aulas y las que tienen no cuentan con los materiales necesarios; en muchas regiones ni siquiera hay infraestructura, y muchos jóvenes truncan sus estudios por la misma razón.

Contrario a ello, han reducido el presupuesto destinado a la educación, lo que ha generado mayor incertidumbre en el terreno educativo, sin posibilidad de combatir el virus de la ignorancia.

Por si esto no fuera poco, el presupuesto destinado al desarrollo de la ciencia y la tecnología es peor, menos del 0.3 por ciento, cuando la recomendación es que se le destine más del 5 por ciento, y son pocos los países que cumplen esa recomendación.

Esto hace más evidente la poca posibilidad que tiene nuestro sistema educativo para enfrentar problemas como el de la educación de los jóvenes que tienen que combinar las clases con el trabajo. Si no hay inversión en ciencia y tecnología, no podemos crear los avances tecnológicos en el área de la medicina y muchos más, es evidente que dependemos de la improvisación, y es el pueblo quien siempre paga los platos rotos. 

La inversión en educación es lo que debe preocupar a las autoridades si realmente quieren encontrar un remedio para mejorar la sociedad, si realmente quieren combatir la pobreza de sociedad mexicana. 

Hacen falta en México políticas públicas que ofrezcan trabajo para todos, salario remunerado; una política fiscal progresiva, inversión en ciencia y tecnología, crear escuelas y condiciones materiales como laboratorios de química-física y de computación. Solo así, nuestro país, con jóvenes preparados humana, científica y tecnológicamente, quienes, además, son los futuros educadores del pueblo, quienes pueden ayudar a concientizarlos ante este tipo de situaciones y otras, puedan desarrollarse a tal punto que ellos mismos sean quienes hagan frente a una pandemia, sino para combatir la ignorancia y pobreza que existe en nuestro país. 

Ante esto, la única alternativa que nos queda es organizarnos como estudiantes para exigir lo que por voluntad los gobiernos hasta ahora no han querido hacer, y de esta manera enfrentar la desigualdad tan grande que existe en nuestro país. Somos, pues, la columna vertebral de esta sociedad, quienes podemos garantizar un cambio verdadero y eficaz, y podremos lograrlo en la medida que luchemos junto a la masa trabajadora que es el sector más importante de la sociedad, como un solo hombre, como un solo ideal

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