No hay mayor injusticia contra un pueblo que el gobernar con la mentira y lamentablemente el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo hace todos los días. Disfraza y oculta la realidad o la verdad en forma parcial o total, de lo que sucede en el país en todos los ámbitos y esa forma de mandato contagia a algunos gobernadores, como es el caso de Carlos Joaquín González de Quintana Roo, quien, a pesar de la grave situación que viven los habitantes de la entidad, miente al asegurar que todo está bien, que todo está bajo control, que no hay nada de qué preocuparse.
El gobernador Joaquín González ya está próximo a concluir su sexenio, y se la llevó tranquilo, sin contratiempos, no había motivos de preocupación, al menos no trascendían los graves índices de pobreza e inseguridad que padecía la entidad, se mentía, se maquillaban las cifras, se ocultó la realidad al pueblo hasta que llegó la crisis de salud de la covid-19, que evidenció el verdadero rostro de su Gobierno, y del que fue incapaz de hacerle frente, lo que afectó a miles de ciudadanos quintanarroenses.
Quintana Roo ha sido por su riqueza natural en playas, sitios arqueológicos y mucho más, un destino turístico a nivel mundial, al que anualmente llegan visitantes por millones, que dejan una derrama económica incalculable; pero paradójicamente esas riquezas se concentran en unas cuantas manos y poco o nada le interesó al mandatario estatal la triste realidad de miles de ciudadanos del campo y la ciudad.
En el lado opuesto de la abundancia, es la gente pobre y humilde que a diario lucha por sobrevivir al inhumano olvido al que los sometió en los últimos cinco años el Gobierno de Carlos Joaquín, quien no cumplió su promesa de erradicar la pobreza, la miseria y los demás males que arrastra esa situación como es la inseguridad y delitos a mano armada, colocando a la entidad en el foco rojo a nivel nacional e internacional.
Sin duda, nuestro estado no estuvo preparado para enfrentar esta pandemia, pero los problemas de desempleo e inseguridad ya se presentaban y recrudecieron desde el primer año del Gobierno actual, entonces no existe excusa alguna que justifique la incapacidad y desaciertos de Carlos Joaquín, quien fue un crítico acérrimo contra el exgobernador Roberto Borge Angulo por su mala gestión y que actualmente está en la cárcel por incontables delitos en su contra; pues de tantos discursos y compromisos se los llevó el viento, porque fue mentira el slogan político del 6 de junio de 2016, que “ganó el cambio”, tras anunciar su triunfo a la gubernatura de Quintana Roo.
Quedó en el olvido ser el Gobierno serio, disciplinado, responsable y que cumpliría a cabalidad todos los compromisos acordados y algunas de esas promesas fueron: justicia, equidad y disminución de las desigualdades, “…trabajaré con firmeza por mejorar la seguridad en el Estado y el tema de la deuda pública será revisado con prontitud, pues Quintana Roo es una de las entidades más endeudadas”, discurso que hoy confirmamos que fue cínico y simulador.
"Toda mi vida he trabajado muy duro y con absoluta dedicación para tener el honor de servir a mi estado, la tierra que me forjó y donde tengo el privilegio de vivir. Éste es para mí un momento histórico de enorme significado, un momento que asumo con un profundo compromiso y responsabilidad", dijo reiteradamente en su discurso, y sin embargo pronto dejará el cargo y le quedará a deber a los quintanarroenses, la ciudadanía lo recordará como uno más de los malos gobernantes que ha tenido Quintana Roo.
Entre tantas promesas incumplidas a la sociedad quintanarroense, destaco la que asumió con la dirigencia del Movimiento Antorchista. Miles de habitantes de colonias y comunidades marginadas de Quintana Roo, adheridas a esa organización social, manifestaron su inconformidad contra la insensibilidad, cerrazón y falta de cumplimiento por parte del gobernador Carlos Joaquín González, que ofreció resolver demandas como la pavimentación de calles, ampliación de la red de energía eléctrica, contratación de 24 maestros antorchistas, regularización de predios, apoyos de insumos agrícolas y otro tipo de programas sociales, acordados desde hace más de dos años y que beneficiarían a poco más de 35 mil familias.
En ese entonces y para beneplácito de los antorchistas, el mandatario estatal afirmó, ante la dirigencia estatal, que atendería las carencias más urgentes. Lo cierto es que las cosas no son como se pintaron, pues nada de lo ofrecido cumplió; hay mucha incongruencia entre lo dicho con lo realizado, pues nada se ha resuelto. Aunque los antorchistas se han acercado una y otra vez en busca de un diálogo y una respuesta positiva ante las diversas instancias del gobierno estatal, lo único que han recibido son pretextos y demagogia barata.
Sin duda, para el panista Carlos Joaquín González, las necesidades de los más pobres le tienen sin cuidado, toda vez que nunca consideró en su plan de Gobierno a los más de 340 mil personas que laboran en la informalidad y lo que es aún peor, se mantiene en absoluta pasividad ante la difícil situación que viven las 908 mil 554 personas pobres y los 60 mil que se encuentran en extrema pobreza.
Por desgracia, esa es la realidad que le tocó vivir a millones de quintanarroenses, quienes perciben un mísero salario de hambre, que no les alcanza para adquirir la canasta básica o lo esencial para sobrevivir del flagelo injusto de la miseria, ocasionada por un Gobierno elitista al que no le importa lo que les ocurra a los pobres.
Desde luego, estas acciones concretas de Carlos Joaquín tienen mucha similitud con las del Gobierno de la 4T, todo parece que fueron cortados con la misma tijera porque ofreció futuro a las clases empobrecidas, pero en los hechos nada ha cambiado, la prueba de fuego es que no están apoyando a los sectores más desprotegidos de Quintana Roo que no tienen trabajo y que se están muriendo de hambre, esto debe servir como lección para que el pueblo se quite la venda de los ojos y se decida a organizarse y luchar por un cambio serio que nos incluya a todos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario