Ya toca fuertemente a la puerta una grave crisis por falta de agua potable en la Ciudad de México y la zona metropolitana de la que forma parte, misma que es la 7ª más poblada del mundo y en la que habitan más de 23 millones de personas, aproximadamente uno de cada cinco mexicanos. “El Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México (OCAVM) de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) estimó que el día 26 de junio de 2024 llegará el Día Cero del Sistema Cutzamala, es decir que por los bajos niveles en las presas de El Bosque, Valle de Bravo y Villa Victoria, ya no podrá abastecer a cerca de 13 alcaldías de la capital y a 16 municipios del Estado de México” (puntoporpunto.com, 2 de febrero 2024).
Los datos y análisis de expertos, más lo que puede descubrirse detrás de las declaraciones de algunos funcionarios públicos y las protestas cotidianas por la falta de agua en las colonias populares, no dejan lugar a dudas respecto a la gravedad de la carencia de agua que ya existe y se hará más grave a muy corto plazo, provocada por el inminente colapso del Sistema Cutzamala, que surte de agua para uso doméstico a la Ciudad de México y varios estados de la República, y que, si no se atiende a corto plazo con serias y bien pensadas medidas de emergencia y a mediano plazo con grandes inversiones en infraestructura hidráulica, detonará incontrolables guerras civiles por el agua. Tampoco hay duda de la responsabilidad de los gobiernos morenistas de la Ciudad de México y del federal en el escalamiento de la carencia de agua a los niveles de tragedia social que se adivinan para los próximos meses, sobre todo en la capital del país donde su corriente, con distintos colores, lleva gobernando un cuarto de siglo.
El sistema Cutzamala, que transporta el agua desde el río del mismo nombre y algunas presas aledañas a éste, representa una especie de vena yugular en la dotación de agua a la zona metropolitana pues aporta el 26% del agua que se consume en el Valle de México, (el resto se obtiene del sistema Lerma, de pozos y de algunos manantiales). Entonces, el funcionamiento del sistema Cutzamala es crucial en la dotación de agua a millones de hogares y su eficacia requiere una costosa operación de ingeniería: “Para que el agua que se consume en la Ciudad de México llegue desde el sistema Cutzamala, debe recorrer 127 kilómetros y subir mil 100 metros. A fin de vencer la fuerza de gravedad, el agua se bombea durante su trayecto y en total se requieren seis plantas de bombeo que consumen 2 mil 280 millones de kilowatts por hora, que es equivalente al consumo de energía eléctrica, por hora, en la ciudad de Puebla”, resumió Amapola Nava en un texto publicado en cienciamx.com.
Sobre la crisis hídrica en marcha, en la declaración de un funcionario capitalino encontramos un acto de sinceridad casi imposible de hallar en el actual gobierno: “Víctor Javier Bourguett, director general de Agua Potable del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), advirtió que en los próximos meses podría ser necesaria una disminución más en el suministro del vital líquido para el Valle de México. “Ahora estamos en 9 metros cúbicos por segundo y, posiblemente, llegue a 8 en algún momento del año que entra, llegando a un nivel mínimo de operación, no vamos a poder sacar más agua del Cutzamala” (EL ECONOMISTA, 16 de noviembre 2023). Al referirse a la crisis hídrica inminente, reconoció: “No estamos preparados, por más que se hicieron planes desde el 2020. Vayan preparando sus cisternas, porque vamos a sufrir bastante este año, la situación es más complicada de lo que se percibe…”. Recomendación esta última muy al estilo del partido guinda, pues un problema adicional es que miles de familias no tienen cisternas y otras miles ni siquiera cuentan con agua entubada en sus domicilios; y aunque las tuvieran, ¿con qué llenarían las cisternas?
Aunque algunas voces intentan reducir todo el problema a causas derivadas de la naturaleza, lo cual es un recurso muy socorrido últimamente por gobiernos y la adinerada clase social dominante en el mundo, que así eluden su responsabilidad en la falta de recursos para atender problemas sociales derivados de la mala distribución de la riqueza, lo cierto es que la falta de agua en los hogares no se debe principalmente a un problema climático, aunque la carencia esté influida por el deterioro ambiental. La escasez de agua se ha vuelto crítica debido a la falta de acciones concretas para aumentar la dotación de los recursos hidráulicos a donde se requiera, en este caso a la zona más poblada de México, aunque hay zonas rurales y ciudades menos pobladas que padecen problemas similares que afectan sobre todo a los trabajadores más marginados.
Resolver el problema de fondo requiere destinarle cuantiosos recursos públicos para destinarlos a mejorar la captación de agua mediante nuevas presas, nuevos sistemas de captación de agua y acciones que mitiguen la deforestación; ampliar la red y sustituir cientos de kilómetros de tuberías dañadas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento por las cuales se escapan millones de litros de agua. Un plan así, que según algunos peritos requeriría 200 mil millones de pesos anuales, ni siquiera aparece en los discursos del presidente, el cual ya bateó el asunto diciendo que no habrá problema de desabasto de agua (tal vez rogando a los dioses que se presenten lluvias abundantes).
Mientras que AMLO simplemente responde que, como respuesta a la crisis, habrá una reunión con Delfina Gómez y Martí Batres para analizar un supuesto plan del que no se dio ningún dato concreto, los mexicanos nos quedamos esperando que algún día no muy lejano veamos en marcha algo como esto: “El Proyecto de Desviación de Agua Sur-Norte beneficiará a 120 millones de personas… Se trata del mayor proyecto del mundo de este tipo… El agua es abundante en el sur de China, pero escasa en el norte. Este gran proyecto de infraestructura buscar resolver los problemas de falta de agua en ciudades norteñas del país como Beijing… 30 ríos han sido reabastecidos con agua de la ruta intermedia, y más de 20 ciudades obtienen su suministro de ella… 3,500 millones de metros cúbicos de aguas transferidas, cerca del 70 por ciento del volumen total, ha sido suministrado a la red de abastecimiento de aguas, y el restante ha sido usado para almacenar el agua en los embalses a mediana o grande escala en Beijing, asimismo para recuperar el agua subterránea y la de ríos y lagos del área urbana” (http://xn--espaol-zwa.cgtn.com/, 13 de dieiembre 2019). ¡O sea que sí existe un plan viable y en marcha para dotar de agua a una población de tamaño similar a la de todo México! Pero eso es en China, donde los trabajadores y el Partido Comunista de China hicieron una revolución verdadera y han logrado la eliminación de la pobreza (lo que incluye contar con servicios básicos como el agua potable), algo que es una tarea pendiente para los trabajadores mexicanos y sus dirigentes históricos. Un país sin sed debe ser otra de nuestras banderas, empecemos la lucha exigiendo un plan emergente, dotado de recursos suficientes para paliar la crisis hídrica que ya llegó.
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