Los líderes de Antorcha no trabajamos detrás de un escritorio; estamos sembrados entre el pueblo trabajador. Eso nos permite conocer de primera mano su manera de sentir y vivir. Este principio de educación antorchista es el que me permite extraer de la realidad concreta materia prima, objeto de análisis del presente artículo.
Nicolás Romero es el puente que une a la zona industrial y urbana con los municipios rurales del noroeste mexiquense. Las comunidades que limitan con esos municipios rurales son conocidas en su conjunto como “zona verde”, y poseen la peculiaridad de ser un área entre urbana y rural: tanto se crían animales de granja y se cultiva la tierra, como se vive del comercio ambulante local y establecido, del trabajo de la construcción, de las rutas del transporte, etcétera.
El suelo tiene vocación para el cultivo del maíz, la avena forrajera, el frijol, el haba, entre otros, pero esos son los principales. No son grandes extensiones las que se siembran si las queremos comparar con los municipios vecinos en donde sus cosechas tienen por objeto la comercialización en grande, la producción de alimento para importantes granjas de animales y en menor medida para el autoconsumo.
La zona verde de Nicolás Romero siembra para la subsistencia, para obtener el pienso de los animales (que también son criados para el autoconsumo) y para la venta doméstica.
Históricamente, sus pobladores han vivido de esa cosecha. Año tras año, la cabeza de la familia sabe que en el granero hay producto para elaborar la base de las tres comidas del día: las tortillas, el frijol, el haba, etcétera.
En mis recorridos por la zona, llamó poderosamente mi atención que el paisaje verde se tornó en café; aquella siembra que venía desarrollándose se secó. Dos cosas ocurrieron: las lluvias entraron tarde y con baja precipitación y la aplicación de menores cantidades de fertilizante. Veamos.
Primero, de acuerdo con el gran humanista Carlos Marx, “el capital tiende a destruir a sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos”. Por ley, el sistema capitalista es insaciable en su hambre por la ganancia y destruye todo a su paso. La anarquía en la producción no sólo trae consecuencias en la economía, sino que también en el medio ambiente.
El calentamiento global causado principalmente por la industria del capital, lleva rato provocando cambios climáticos que están apocalípticamente haciendo estragos en la agricultura, entre otros, desequilibrando los ciclos naturales de la lluvia. Segundo, el problema del fertilizante tanto en su precio, como en su distribución con sentido popular. Desgloso el punto.
a) Rusia es uno de los principales productores y exportadores a nivel mundial de fertilizantes nitrogenados y potásicos (los aptos para la siembra de cereales); sus precios de venta se dispararon con el conflicto ucraniano, haciéndolo inalcanzable para el campesino pobre.
b) En México, la lista de productores que tradicionalmente se habían beneficiado con el subsidio a este insumo se vio drásticamente rasurada por los “siervos de la nación”, que no contentos con utilizar el apoyo con fines electorales, repartieron sacos de 25 kilos, cuando con otros gobiernos era de 50. Pequeños productores que prácticamente están agonizando junto al campo como fuente de trabajo y subsistencia, no recibieron el programa del cual el presidente López Obrador tanto se ufanó al principio de su sexenio, en que prometió dar fertilizante al campesino a manos llenas y resultó una vil mentira.
Todo ello remató en una siembra echada a perder. Sin lluvia y con el precio del fertilizante por las nubes, el pequeño productor narra con tristeza la pérdida de su cosecha. La imagen que ilustra el presente artículo es el paisaje ahora de la zona verde de Nicolás Romero.
Finalmente, la gente puede obtener de la planta seca pienso para los animales, sólo que ahora habrá un exceso de pienso y lo poco que sí se logró para la nutrición de las personas durará para febrero, lo que tiene en jaque a los jefes de familia que tendrán que resolver el problema de la alimentación.
Crisis sobre crisis. Más pulgas para el perro más flaco. ¡Otra vez el pueblo que cargue sobre sus espaldas las consecuencias de las políticas que favorecen a los dueños del poder económico y político!
Los antorchistas estamos convencidos de que la sociedad basada en la explotación irracional de la naturaleza y de los seres humanos llegará a su fin para dar paso a un nuevo sistema económico humanista.
México y el mundo necesitan tener una mente abierta al socialismo científico, mirarlo sin prejuicio, estudiar sus planteamientos políticos, económicos, filosóficos y sociales que por la vía de los hechos están demostrando a los pueblos del mundo que bajo este nombre sí es posible la convivencia de la naturaleza con el ser humano y entre los humanos. Campesinos, colonos, estudiantes, obreros, profesionistas, ¡únanse a la lucha justa con Antorcha! ¡El pueblo educado y organizado debe gobernar!
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