A pesar de que dos de los archirrepetidos dichos del presidente Andrés Manuel López Obrador, son "no mentir, no robar, no traicionar" y “por el bien de México, primero los pobres”, en la realidad ocurre totalmente lo contrario. Abusando de su investidura presidencial y de los múltiples y diversos foros a los que tiene acceso, tal y como se ha hecho costumbre, el Presidente de la República ataca a sus adversarios políticos, pero no con argumentos, datos y pruebas, sino solamente con su palabra, que quiere que todos los mexicanos la aceptemos sin rechistar.
Así, López Obrador vuelve a las andadas, sin recato ni pudor, -siempre ausentes de sus expresiones-; en días pasados, en el estado de Chiapas, acusó nuevamente al Movimiento Antorchista de ser una organización intermediaria de los apoyos que el Gobierno destinó para la población y que, en esa intermediación, el antorchismo se quedó con el dinero. En una palabra, que nos robábamos el dinero de la gente. Afirmación absolutamente falsa.
“Tan solo Antorcha Campesina se llevaba como 20 mil millones cada año de la Secretaría del Bienestar o cómo se llamaba? De Desarrollo Social... y la mayor parte de ese dinero no llegaba a la gente pobre. Y así muchos otros organismos (…) de las organizaciones no gubernamentales”, calumnió el mandatario federal.
Tal parece que igual que el líder nazi Joseph Goebells, López Obrador le apuesta a que si repite una mentira muchas veces, la gente creerá que es verdad. Pero esta vieja cantaleta del intermediarismo de los antorchistas, comenzó desde el momento que se convirtió en Presidente electo de este país, y desde entonces la repitió, hasta que en diversos eventos que realizó en distintas entidades del país, un respetable grupo de antorchistas, le dijimos a la cara: “Miente el Presidente”, eventos en los que, pese a su cólera y visceralidad conocidas, no pudo comprobar lo contrario de nuestro dicho.
En su ceguera política y prejuicios nada disimulados, el Presidente no quiere percatarse que, al injuriar a Antorcha Campesina, injuria a más de dos millones de mexicanos pobres -de esos pobres que dice defender en sus discursos- adheridos a esta importantísima y respetable organización política, distribuidos a lo largo y ancho del país.
Andrés Manuel miente y traiciona cuando ataca a la gente pobre e indefensa, que lo único que hace es luchar por una vida distinta de la miseria lacerante que la ha agobiado siempre. Del robo, que no olvide los escándalos de corrupción en que se han visto envueltos Pío y Martín López Obrador, su hijo, José Ramón López Beltrán, su prima, Felipa Obrador y una buena lista de funcionarios de su administración entre los que se encuentran Manuel Bartlett, Irma Eréndira Sandoval, Santiago Nieto, Ana Gabriela Guevara y Delfina Gómez, por mencionar algunos, de los que muchos medios de comunicación han dado cuenta de manera puntual.
Además, el discurso presidencial es utilizado y repetido no solamente en dependencias del Gobierno federal, sino también en los demás niveles de gobierno independientemente de la filiación política a la que pertenezcan, negándose a dar solución a problemas añejos de obras y servicios a las que tienen derecho los mexicanos y que miles de ellos solicitan de manera conjunta y organizada porque han agotado el camino de ir en forma individual a pedirlas.
Por eso en Yucatán, varios funcionarios de Gobierno nos tildan de intermediarios y se comportan más lopezobradoristas que el propio López Obrador; nos niegan la solución de nuestras sencillas demandas, a pesar que cada una de ellas está plenamente justificada, con el solo argumento -de ellos- que ya “no hay trato con organizaciones, con intermediarios, sino apoyos directos”; mienten, los problemas tampoco individualmente se resuelven.
A los antorchistas, no debe desanimarnos el discurso oficialista atizado desde el estrado más alto del país; el odio y la mentira contumaz presidencial, secundados por muchos gobiernos estatales y municipales, han buscado desde siempre destruir al Movimiento Antorchista a costa de lo que sea, como lo ha hecho con otras organizaciones e incluso instituciones gubernamentales que no sirven a sus intereses políticos. Pero, Antorcha, ha vivido estos 48 años en lucha permanente contra todos y a pesar de todos sus enemigos gratuitos y a pesar de los ataques y calumnias inferidos en nuestra contra, tenemos que seguir unidos férreamente y luchar contra la pobreza y desigualdad en la que vivimos.
El presidente miente y mienten todos sus emuladores, enemigos de la organización del pueblo; nuestra unidad y lucha son legítimas, porque Antorcha es el pueblo organizado, es el pueblo unido, que defiende con fuerza sus derechos, nada de intermediarios ni de ladrones, los resultados de nuestra lucha de siempre, así lo demuestran. La mentira está enquistada en las venas y el cerebro de esta gente, para ellos no importa el ridículo si la mentira sirve a sus propósitos aviesos.
Antorchistas yucatecos, sigamos adelante con nuestra lucha, la solidaridad y fuerza del antorchismo nacional, está con nosotros.
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