“…Nos vemos mañana, claro, si antes no sufro un atentado por hablar como valedor” esta fueron las palabras de despedida del periodista Tomas Mojarro al terminar su participación en la radio, y creo estimado lector que esta frase ha sido muy abrazada por el gremio periodístico, pues en lo que va del sexenio del presidente López Obrador incrementó la cifra de las voces y plumas que han sido acallados para siempre, por el solo hecho de no coincidir con las ideas que predica el presidente de la república.
La frase “Abrazos no balazos” ante el campo tétrico que hoy viven mucho comunicadores, ha quedado en el olvido, pues no se puede tapar el sol con un dedo, ya que en lo que va de este año han sido asesinados a seis periodistas, crimenes que han quedado en la impunidad y el “discurso estigmatizante” del presidente López Obrador contra la prensa lastran a México a ser uno de los peores países en materia de libertad de prensa y lo vuelve más peligro para ejercer esta profesión.
Según la asociación “Artículo 19”, la espiral violenta contra los periodistas proviene tanto de la acción como de la omisión de la esfera gubernamental (que incluye a los partidos políticos) y del crimen organizado. Sin embargo, y contra lo que pudiera pensarse en un país tan convulsionado por el narcotráfico, en México el peligro de ser periodista se vincula más a las acciones del gobierno.
Después del asesinato de cinco periodistas en las primeras seis semanas de este año, el mandatario no ha parado de arremeter contra diversos comunicadores quienes al no estar de acuerdo con su gobierno y criticar los errores y tropiezos en los que ha caído la 4T, los ha señalado de enemigos; dijo que algunos como el presentador de Univisión, Jorge Ramos, o Carmen Aristegui, una de las periodistas más reconocidas de México y colaboradora de CNN, deberían hacer público su salario.
Las arremetidas contra periodistas aumentaron a finales de la semana pasada, cuando algunos divulgaron que el hijo mayor de López Obrador vivió en una casa lujosa en Houston, Texas, propiedad de un ejecutivo de una compañía que recibió contratos de la petrolera estatal mexicana. Los ataques más duros fueron contra el periodista Carlos Loret de Mola, al que calificó de “mercenario, golpeador, corrupto” y aseguró que tiene documentos que lo corroboran. Por ser este uno de los ejemplos con los que el presidente de la república ataca a la prensa que no está de acuerdo con su “Cuarta Trasformación”.
Sin duda alguna, la libertad de expresión está agonizando mientras el gobierno federal lejos de brindarles seguridad la calumnia y la condena por ello desde Cancún hasta Tijuana, periodistas y público en general rechazan el completo abandono a la integridad del periodista y exigen justicia para todos los que hoy ha callado para siempre.
Los periodistas deben ser imparciales, veraz en la información y sobre todo cumplir con el objetivo que de informar a todo el país los sucesos y acontecimientos que ocurren en el ámbito que sea, no debe callarse la voz de la prensa, y el gobierno debe respetar la libre expresión que la Constitución nos brinda a los mexicanos y no verlos como enemigos por el hecho de no estar de acuerdo con las ideas trasnochadas de López Obrador y su autoproclamada 4T.
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