Las colonias que formó el Movimiento Antorchista de Quintana Roo en Chetumal, Bacalar, Tulum, Playa del Carmen y Cancún han sido creadas con el objetivo de ayudar a los que menos tienen, es decir, a los trabajadores humildes que habían llegado y siguen llegando a este próspero estado en busca de mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, a pesar de su arduo trabajo, no podían conseguir un pedacito de patria donde establecerse junto con sus familias.
Estas colonias formadas por Antorcha tienen ya varios años de existencia; la más reciente tiene ocho años. Es decir, se formaron cuando se juntaron grupos de solicitantes de lotes que habían acudido al ya desaparecido Instituto de Fomento a la Vivienda y Regulación de la Propiedad del Estado de Quintana Roo. Después de mil trabas burocráticas y precios estratosféricos por un minilote, prácticamente condenaban a la gente a rentar toda su vida, regresar a sus estados de origen o, bien, vivir de “arrimados” con algún pariente.
La lucha organizada ha permitido que las colonias antorchistas sigan avanzando a pesar del nulo apoyo gubernamental y la falta de regularización.
La gente no se resignó y buscó la forma de conseguir un lugar donde asentarse y empezar a construir un patrimonio en estas bellas tierras. Así se crearon los grupos de solicitantes de lotes en cada uno de los municipios arriba mencionados, organizados y dirigidos por los activistas del Movimiento Antorchista, también conocido como Antorcha Campesina.
Entre todos los solicitantes que se reunían cada ocho días en algún lugar público, se ahorraba el dinero necesario para conseguir el predio que reuniera las características requeridas para vivir. El comité organizador buscaba las diferentes opciones, las discutía en asamblea general, y se compraba cuando se tenía el consenso de la mayoría.
Cabe aclarar que ninguna de las colonias formadas por Antorcha es una invasión; nosotros no fomentamos esa mala práctica. Todos los predios fueron comprados a sus legítimos dueños, cumpliendo con todas las normativas legales.
Después de conseguir los predios, entre todos trabajaban arduamente para abrir calles, diseñar áreas verdes, limpiar sus lotes y áreas colectivas, etcétera. Es decir, las colonias antorchistas, desde su formación, han sido fruto de un arduo trabajo colectivo de mujeres y hombres con ansias de una mejor calidad de vida.
A pesar del casi nulo apoyo de las autoridades de los tres niveles de gobierno bajo el pretexto de que son colonias “irregulares”, estas han ido avanzando. Con la lucha organizada se ha logrado mejorar sus condiciones materiales.
Si bien es cierto que falta mucho por lograr, nuestras colonias, en su gran mayoría, tienen calles pavimentadas o de terracería en buen estado, luz eléctrica, alumbrado público, domo, escuelas oficiales, y se ha conseguido apoyo a la vivienda para muchas personas, tales como pisos firmes, techos y cuartos adicionales, entre otros.
Las colonias antorchistas son un ejemplo de trabajo colectivo y lucha organizada. Además, en cada reunión se leen y analizan artículos importantes sobre los problemas locales, estatales, nacionales e internacionales, con el objetivo de que los compañeros estén informados sobre los problemas que los afectan directa e indirectamente.
Este ejercicio aumenta su acervo cultural y los educa políticamente para conocer más a fondo la sociedad en la que vivimos y entender por qué es importante estar unidos y organizados.
Narro todo esto para que mis posibles lectores, que no nos conocen y que seguramente muchos están mal informados sobre el trabajo que realiza Antorcha, sepan que no somos como nos pintan los medios de comunicación que sirven a los intereses de la clase en el poder.
Lejos de lo que digan las autoridades que no toleran que les exijamos lo que por derecho corresponde a los ciudadanos, Antorcha es una organización político-social que lucha por los intereses de los que menos tienen. Un ejemplo muy claro es, precisamente, la lucha por la vivienda.
No, señores, Antorcha tampoco es una inmobiliaria, mucho menos utilizamos a la gente para nuestros “intereses”, como lo han dicho algunos detractores del pueblo organizado.
Los antorchistas trabajamos los 365 días del año con los colonos, estudiantes, campesinos, maestros y obreros. Nuestros activistas, en su mayoría, viven en las colonias que dirigen, para estar pendientes de cada uno de los problemas y, en la medida de lo posible, solucionarlos.
Los beneficios que hemos logrado en las colonias antorchistas son, como dije, gracias al trabajo colectivo, pero también a que hemos gestionado y, muchas veces, salido a las calles a luchar para que las autoridades nos atiendan y hagan caso a un derecho humano.
Como establece el artículo 4.º de la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del Estado de Quintana Roo:
“Garantizar a todos los habitantes de un asentamiento humano o centros de población la humanización de los espacios, su dignidad social, el bien común y la sustentabilidad, así como el acceso a la vivienda, infraestructura, equipamiento y servicios básicos, a partir de los derechos reconocidos por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y los tratados internacionales suscritos por México en la materia, así como en la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo”.
La lucha organizada ha logrado avances importantes en estas colonias. A pesar de vivir verdaderos viacrucis con las anteriores autoridades priistas y panistas, logramos avanzar. Falta mucho por hacer, por eso aprovecho para hacer un llamado respetuoso a la gobernadora Mara Lezama y a las presidentas y presidentes municipales donde se encuentran nuestras colonias, todas y todos de extracción morenista, para que nos brinden todas las facilidades para que nuestras colonias avancen en su regularización y mejora de condiciones.
Tenemos muy presente el compromiso que hizo la gobernadora cuando estaba en campaña: apoyar la regularización de todas las colonias irregulares para que puedan gozar de los beneficios que brindan el estado y los municipios en obras y servicios. Sin embargo, hasta ahora, a pesar de nuestras gestiones, no hemos sido tomados en cuenta.
Finalmente, hago un llamado a mis compañeros habitantes de las colonias antorchistas a seguir unidos y organizados, a acudir a sus reuniones semanales o quincenales organizadas en cada colonia, porque es allí donde se informa y se programan las actividades a realizar, donde nos hermanamos, solidarizamos y educamos para no dejarnos engañar con “cantos de sirena”.
Esperemos un tiempo prudente a que las autoridades estatales o municipales nos ofrezcan soluciones a nuestras demandas. Si actúan como el viejo régimen, que nos trató como si no fuéramos de este planeta, entonces, preparémonos para salir a luchar. No hay de otra. Vale.
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