Como en cada Día del trabajo, miles de personas salieron a las calles para exigir mejores condiciones laborales sin que, hasta la fecha, tengan una verdadera respuesta; quizá los sindicatos tengan algo de responsabilidad, pues lejos de velar por la clase trabajadora, se limita a mediar con la clase empresarial algunas migajas que hacen pasar como grandes logros, muestra de ello son los dichos aumentos salariales, pero eso es tan sólo una parte del problema, la causa real va más allá.
Las actuales condiciones económicas, aparte de la explotación permanente a la que está sometida la clase trabajadora en los tiempos del libre mercado, impiden que el total de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, en edad y condiciones de trabajar, puedan hacerlo, por ejemplo, hasta el segundo trimestre del año pasado, seis de cada 10 personas en una edad de 15 a 29 años, se estaban en la informalidad, es decir, son personas que se auto emplean, carecen de remuneración y de seguridad social. Esto tan solo en datos oficiales, habría que revisar los datos reale
Es decir, nos enfrentamos a un panorama realmente grotesco, por un lado, la mayoría de la población carece de un empleo y por el otro, los pocos que lo tienen, reciben salarios que no les alcanza ni para acceder a la canasta básica y poder vivir dignamente. Por lo menos el 30.5 por ciento de los mexicanos está en pobreza moderada, 18.5 por ciento en pobreza alta y el 23.9 por ciento en pobreza muy alta, es decir, el 70 por ciento de los mexicanos está en la pobreza. No importa los nombres rimbombantes con los que se quiera disfrazar.
Ante este panorama, ¿qué consecuencias hay para la población? No nos extrañe que ante la falta de un ingreso económico seguro y suficiente en los hogares, los hijos dejen de estudiar y vayan en busca de dinero fácil porque ni siquiera hay empleos, ¿quién, pues, aparte de la delincuencia y el crimen organizado está dispuesto a darles trabajo?, tampoco nos debe extrañar que los índices delictivos aumentan como consecuencia de la deplorable situación económica.
Ante esto, hace falta una verdadera política que permita, en primer lugar, crear empleos suficientes para todos aquellos que estén en condiciones de hacerlo y segundo, que los salarios que reciban sean justos, que les permitan alimentarse, curarse, educarse, vestirse y recrearse dignamente, de lo contrario, no importa todos los aumentos salariales que logren los sindicatos o los aumento al salario mínimo si mantienen al trabajador en la vil pobreza.
No son suficientes los cambios cosméticos que hace el gobierno de Morena, ¿de qué vacaciones va a gozar un vendedor ambulante? ¿Serán suficientes 14 días de vacaciones para un campesino que siembra para el autoconsumo?
Habrá quien creer que se trata de un importante logro para los trabajadores, sin embargo, no se dan cuenta de que existe un incremento en el número de operaciones o tareas que los trabajadores de una determinada unidad productiva realizan por unidad de tiempo. La tecnología usada es la misma, y la jornada laboral también, pero el resultado al final del día es una mayor cantidad de mercancías con el mismo valor unitario que antes y, por lo tanto, una mayor masa de plusvalía. Así, el aumento de la intensidad al nivel del capital individual actúa de forma similar al incremento de la jornada laboral.
Lo que la clase trabajadora necesita es una solución de fondo, que los dueños del capital los dejen de explotar y eso no se va a lograr con simples reformas, se requiere que el salario aumente con respecto al gasto de energía física y mental de trabajador para que pueda atender de forma correspondiente sus necesidades de consumo para reproducir su fuerza de trabajo, se labore durante el tiempo de trabajo necesario y que la riqueza producida llegue en cantidad suficiente a todas las personas, esto, sin duda, permitiría un gran desarrollo económico que, como consecuencia, podría elevar el nivel de vida de la población.
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