La abierta persecución que ha comenzado contra dos dirigentes estatales del Movimiento Antorchista Nacional, en Oaxaca y en Veracruz, son solamente botones de muestra de que somos gobernados por grupos caciquiles cuya preocupación fundamental es la defensa de sus propios intereses y los intereses de su clase. Para ello no dudan en torcer la ley, poniéndola al servicio de sus más viles propósitos.
En el caso de Oaxaca, el gobernador es Alejandro Murat, hijo de otro gobernador, José Murat. Como se puede deducir por su “mexicanísimo” apellido, desciende de rancio abolengo, de esos personajes que, llegados del extranjero un día, hicieron fortuna a la sombra de las necesidades y de la ignorancia de los ciudadanos oaxaqueños. Este hombre es directamente responsable de los problemas que aquejan a los trabajadores, en este caso, a los de la salud, entre los cuales, 2,100 fueron injustamente despedidos.
Es irónico que, en julio de 2019, el presidente López Obrador haya declarado que “nos faltan 123 mil médicos generales y 72 mil especialistas en el país…”; en septiembre de 2021, nuevamente el presidente se refirió al tema diciendo que “la falta de médicos especialistas y enfermeras es una herencia de los gobiernos neoliberales…”; sin embargo, a contrapelo de estas quejas, los médicos sufren despidos. Ese es el problema oaxaqueño: 2,100 médicos, enfermeras y camilleros fueron despedidos con la mayor indiferencia, por parte de los directivos del sector salud, simplemente argumentando que no hay presupuesto para sus salarios.
Por ese motivo los despedidos se organizaron en un sindicato y luchan por su reinstalación, siendo tratados con desprecio por los directivos del sector salud de Oaxaca y del gobierno de Alejandro Murat; por eso decidieron buscar apoyo para su causa, mismo que encontraron en el Movimiento Antorchista, encabezado por el dirigente social Dimas Romero.
Ante la sordera del gobierno, decidieron instalarse en plantón frente al palacio estatal, pero después de tres meses de indiferencia, desprecio y ataques rabiosos a través de la prensa vendida, fueron brutalmente desalojados por la policía. Ahora resulta, según la versión de los extremadamente violentos y pedestres seudo periodistas, voceros del gobierno, que Dimas Romero es el causante de la situación que viven los despedidos, que Dimas Romero, “nefasto sujeto”, pretende aprovechar las cuitas de los afectados, para llevar agua al molino antorchista.
El aspecto más peligroso de esta lucha, es que el gobierno de Alejandro Murat pretende matar dos pájaros de una pedrada, por un lado, omite el verdadero problema: la reinstalación de los médicos y enfermeras despedidos, poniendo el foco de la atención en Dimas Romero, ubicándolo como instigador de la inconformidad y la resistencia de los afectados y, por tanto, culpándolo de todo lo que pueda suceder más adelante. Por otro lado, usando este mismo argumento, niega una vez más, la solución a los diversos problemas de los antorchistas oaxaqueños. Campesinos, colonos, estudiantes, amas de casa, etc., conforman un largo pliego de peticiones que años van y vienen, sin que se les atienda; una y otra vez, se les niega, desde su derecho de audiencia, hasta la atención a las necesidades básicas que plantean.
En Oaxaca se están conformando las condiciones para la represión contra los antorchistas. Dimas Romero está en peligro. El gobierno del estado es, desde ahora, directamente responsable de lo que pueda ocurrirle a este destacado líder social. El antorchismo nacional está atento y no dudará en brindar el apoyo a sus compañeros oaxaqueños.
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