“Yukalpetén, Yukalpetén,
todo se fue, todo pasó.
Ya se fue Chichén, ya se fue Zací,
ya se fue también Ichkaansihó.”
Se cuenta que, hace mucho tiempo, el señor Itzamná decidió crear una tierra que fuera tan hermosa que todo aquél que la conociera quisiera vivir allí, enamorado de su belleza. Entonces creó El Mayab, la tierra de los elegidos, y sembró en ella las más bellas flores que adornaran los caminos, creó enormes cenotes cuyas aguas cristalinas reflejaran la luz del sol y también profundas cavernas llenas de misterio. Después, Itzamná, entregó la nueva tierra a los mayas.
Los mayas vivieron felices y se encargaron de construir palacios y ciudades de piedra, hasta que un día, los chilames, dijeron que hombres venidos de muy lejos, traerían armas y pelearían contra ellos para quitarles su tierra. Tal como predijeron los chilames, los extranjeros conquistaron El Mayab; pero, los mayas siguen en espera de cumplir la sentencia de otro Chilam, que anunció que mientras las ceibas estén en pie y las cavernas de El Mayab sigan abiertas, habrá esperanza, llegará el día en que recobrarán su tierra y entonces los mayas deberán reunirse y combatir.
Desde entonces, El Mayab, tierra que vio florecer una de las más esplendorosas culturas de la humanidad, aquella que dejó un gran legado científico, tecnológico y social -Matemáticas, Astronomía, calendario, escritura, lenguaje, agricultura, gastronomía, arte, medicina, política, leyes, entre otras-, reclama volver a ser lo que antaño fue, la tierra hermosa, prodigiosa y benevolente madre para sus hijos que, desde siempre, la han defendido con entereza, fiereza y dignidad de todo tipo de sometimiento y opresión.
Por eso, hoy que los herederos de esta vasta raza se encuentran postrados por carencias de toda índole, es indispensable que se levanten y defiendan lo que por derecho les corresponde. Los mayas, además de ser reconocidos por su glorioso pasado, se les debe reconocer su grandeza actual, un pueblo de avanzada, trabajador como el que más; pero que, como muchos de nuestra patria, sufre pobreza y desigualdad cada vez más profundas.
Es indispensable que el gobierno del estado, reoriente el gasto social que realiza hacia las comunidades y colonias donde viven los sectores más vulnerables, esos que un día sí y otro también reclaman atención y solución a las carencias que les impiden vivir como seres humanos. Negar de manera reiterada el apoyo que requieren los yucatecos pobres conllevará, más temprano que tarde, a la descomposición del tejido social ya de por sí endeble por la grave situación que vivimos actualmente.
Yucatán, es una entidad generosa por naturaleza, pero con una profunda desigualdad social, el mismo gobernador, Lic. Mauricio Vila Dosal, en su Tercer Informe de Resultados, dijo: "no podemos permitir que existan dos yucatanes, uno pobre y otro próspero y eso depende del trabajo que hagamos ya, este mismo año"; un claro reconocimiento de que en el estado, lejos de disminuir el número de pobres, se incrementó, (164 mil 600 de 2018 a 2020), pero de eso, ha pasado más de un año, y los yucatecos venidos a menos se han incrementado.
Según datos del informe anual de pobreza y rezago social, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la carencia más presente en Yucatán es el acceso a la seguridad social, pues la viven un millón 221 mil 501 personas; le siguen los servicios básicos, con 848 mil 518; acceso a la alimentación, con 575 mil 400; rezago educativo, con 434 mil 856; acceso a los servicios de salud, con 310 mil 416; y calidad de espacios en la vivienda, con 299 mil 632.
Por si algo faltara, según datos del Ranking de pobreza en la Primera Infancia, un análisis elaborado por la iniciativa ciudadana Pacto por la Primera Infancia, a partir de los datos del Coneval, mostró que más de 111 mil niños yucatecos menores de seis años (56.9 por ciento) viven en condiciones de pobreza, la entidad se ubica en el lugar 12, arriba del promedio nacional por más de 2.5 puntos porcentuales. El estudio señala que los menores viven en familias con carencias porque sus ingresos no son suficientes para adquirir la canasta básica, además que estos pequeños no tienen acceso a un servicio de salud o no van a la escuela. Otra vez, se pone de manifiesto la conveniencia de que el gobierno invierta para acabar con esta situación y evitar mayores problemas en el futuro; no invertir en la primera infancia, significa que los niños crezcan con carencias y sean en el futuro una población menos productiva, enferma y con rezago educativo.
Este es un brevísimo repaso de lo que ahora sufre, el otrora glorioso y orgulloso pueblo maya, ese, que hoy sigue sorprendiendo a la humanidad con las valiosas aportaciones que hizo, como las hermosísimas zonas arqueológicas, abundantes en las tierras de El Mayab, entre las que destaca Chichén Itzá, que en 1988 fue designada Patrimonio de la Humanidad; así como las playas, cenotes, paisajes, gastronomía y cultura; pero que, paradógicamente el indígena no disfruta de esto, porque la pobreza y la miseria en la que vive, le impide hacerlo.
Pero ya es hora de que el pueblo maya se reúna y combata como lo predijo el antiguo Chilam, las ceibas están en pie y las cavernas de El Mayab siguen abiertas, hay esperanza; debe hacer posible que llegue el día de recobrar su dignidad y su tierra. Y eso no lo conseguirá dividido y disperso, debe fundirse en uno sólo para hacer valer sus derechos ante quienes todo le niegan.
En este contexto, un importante grupo de yucatecos humildes adheridos al Movimiento Antorchista, amparados en los artículos 6°, 8° y 9° de la Constitución Política de nuestro país, que nos dan el derecho de asociación, petición y manifestación; desde hace más de tres años, hemos solicitado, al gobierno del estado, atienda y resuelva demandas de obras y servicios para comunidades y colonias pobres de la entidad, sin que hasta la fecha se nos den respuesta positiva; por esta situación, iniciamos una campaña de denuncia pública ante la falta de soluciones y voluntad política para ayudar a miles de yucatecos que sufren carencias y que solicitan el apoyo de sus gobernantes.
Al señor gobernador le decimos que nosotros también queremos un solo Yucatán, que no queremos seguir viviendo en el Yucatán pobre, por eso le pedimos que honre su palabra con la solución de las modestas demandas que presentamos ante las diferentes dependencias de su gobierno.
Es tiempo que los descendientes de la raza maya, así como el entorno en el que viven, cambie para bien y no sirva solamente para campañas publicitarias y para fotos, para eso, pueblo yucateco, se necesita de voluntad y decisión férreas por parte de quienes sufren falta de empleo, hambre, insalubridad, que están faltos de educación, vivienda, servicios básicos, cultura, por mencionar algunos. ¡Yucatecos, es hora de organizarse y luchar!
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