Salimos de Toluca a las nueve de la mañana. Tomamos la carretera que va hacia el norte, rumbo a Atlacomulco. El recorrido es de 60 km y el tiempo es de una hora. Pasamos esta población y seguimos por la carretera federal rumbo a Acambay. Antes de entrar a esta población, tomamos la carretera que nos llevaría a Temascalcingo, uno de los municipios del norte del Estado de México, y arribamos a este lugar casi a las 11 de la mañana, aproximadamente dos horas de viaje.
Nuestro objetivo era estar en la cabecera municipal de Temascalcingo el jueves 30 de mayo, que el calendario marca como Jueves de Corpus Christi, y que en esta población está destinado para celebrar el día de los “Xitas” (viejos), una singular fiesta arraigada en la memoria del pueblo Otomí Mazahua, probablemente con orígenes ancestrales, pero que cada año se retoma y celebra religiosamente en esta fecha.
Los danzantes, organizados en comparsas representantes de los dieciocho barrios, recorren incansables la calle principal de Temascalcingo, mostrando alegres y orgullosos la máscara y el traje confeccionado sólo para esta ocasión.
Al entrar a la población, las calles se muestran desiertas, pero no se engañe: hay que caminar al centro de la población y usted verá que, antes de llegar a la plaza principal, resulta imposible llegar en vehículo pues las calles se encuentran cerradas y solo se puede continuar a pie.
Ahí está casi toda la población, sentada en las calles, caminando hacia el jardín, donde hay una muestra artesanal, hacia la iglesia o a una pequeña explanada en la que se encuentra un jurado que presencia y califica la ejecución de las danzas que ejecutan las comparsas.
La singularidad de esta festividad está en que casi todos los participantes van vestidos de manera extravagante; su característica principal es portar una máscara de viejo o vieja, según el gusto. Las máscaras están trabajadas artísticamente y representan de manera exagerada, tanto en el tamaño como en la expresión, los rasgos de ancianos o ancianas: viejos calvos o con hirsuta, abundante y desordenada pelambrera, alegres, tristes, llorosos, sin dientes o con buena dentadura, y todos los rasgos que se puedan imaginar; eso sí, todos marcados por las arrugas de la vejez.
Las máscaras están hechas del quiote del maguey y los cabellos son simulados con el ixtle del mismo. Y, ¿por qué no?, también se puede uno refrescar con pulque, ya que esta planta sigue prestando valiosos servicios a los mexicanos.
Los danzantes, organizados en comparsas representantes de los dieciocho barrios, recorren incansables la calle principal de Temascalcingo, mostrando alegres y orgullosos la máscara y el traje diseñado y confeccionado sólo para esta ocasión. El próximo año volverán a hacer y pagar otro, y no se crea que la inversión es poca, pues la máscara más barata es de unos 500 pesos, sin tomar en cuenta el resto del atuendo.
El objetivo de la celebración puede tener origen ancestral en los antiguos ritos que los indígenas realizaban a los antiguos dioses para la invocación o petición de lluvia, imprescindible para los cultivos anuales. Ahora se visita y se baila frente a la iglesia, donde cada comparsa pasa a bailar en el momento en que así lo desea.
El ayuntamiento organiza un concurso de comparsas y pasan a bailar todos los que desean, previo registro y orden; realizan su participación con el objetivo de ganar un lugar en la premiación.
Y no se crea que son viejos los que participan en esta festividad; en realidad, en su absoluta mayoría son jóvenes de ambos sexos, adolescentes y niños.
Quizás sería más exacto decir que son familias completas, lo que significa que dicha festividad es auténticamente popular y que, lejos de desaparecer o morir, está totalmente viva. Nuestras raíces ancestrales han pervivido, se han conservado y ahora resurgen de una manera vigorosa.
La herencia cultural que nos dejaron los antiguos grupos que formaron nuestro país es inmensa, inimaginable y llena de múltiples significados. Necesitamos conocerla, así que, cuando usted pueda, vaya a Temascalcingo a conocer y a disfrutar la Danza de los Xitas. Bien vale la pena el viaje, siempre y cuando sea jueves de Corpus Christi.
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