Frente a la creciente violencia en el país, vale la pena recordar lo que compartió en sus redes sociales el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador: “Napoleón decía: si el crimen y los delitos crecen, es evidencia que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada”. Hoy, después de tres años de tomar el poder esta sentencia sigue vigente.
Y más. El propio presidente ha puesto de moda el hecho de que, ante los pésimos resultados en su gobierno, responsabiliza a anteriores administraciones. Esta “estrategia” es recurrente lo mismo para gobiernos estatales y municipales del partido Morena.
Al salir de casa a cualquier lugar, el temor y la incertidumbre es tal respecto a que si seremos víctimas de algún delito, o si regresaremos sanos y salvos o de alguno de nuestros familiares. Y es que estamos inmersos en un ambiente de violencia del que nadie puede decirse exento. En algunos lugares esto se ha recrudecido.
El Oriente Mexiquense no puede ser la excepción. No se puede hablar de una desaparición total de algunos delitos como asaltos en el transporte, secuestros, homicidios, robo de autopartes, etc. Puesto que al ser una zona del centro del país en donde se concentra gran parte de la pobreza, este problema permea en los municipios que lo conforman, la mayoría gobernados por Morena.
Llama la atención el caso particular de Ixtapaluca, que hasta finales de 2021 la misma ciudadanía reconocía que “era más seguro” transitar por el municipio, ya que implicaban varios factores desde la presencia de elementos de seguridad, alumbrado, conformación de sectores vigilados entre la ciudadanía y la policía local, botones de pánico, entre otras medidas implementadas. Aclaro que no por eso prevalecía una tranquilidad total, pero fue un avance resultado del transcurso de los años y con una preocupación de gobernaban con “Sentido humano”, sin embargo, las cosas han cambiado.
Han transcurrido tan solo dos meses y la violencia en este municipio va en aumento, rompiendo incluso sus propios récords. Desde comienzos del año, las ejecuciones comenzaron a registrarse, algunas y quizá la mayoría por presuntos ajustes de cuentas. Las más recientes ocurridas en Tlapacoya a finales de febrero donde murieron cuatro personas entre ellas un joven y la del 3 de marzo, día que rompió record al registrar seis muertes en dos colonias de Ixtapaluca.
Este ambiente de terror ha puesto en alerta a los ixtapaluquenses que temen ser víctimas colaterales de enfrentamientos entre grupos criminales, que, dicho sea de paso, se pasean sin ningún temor del municipio.
La promesa del presidente local Felipe Arvizu fue limpiar a la policía y garantizar la seguridad en el municipio. Los hechos van demostrando que aquellas palabras eran huecas.
A los homicidios se le suma un problema más: la desaparición de personas, en especial de jóvenes. Durante febrero se registraban constantes marchas de familias y colectivos quienes pedían la intervención inmediata del edil para la localización de sus seres queridos a través de agilizar los mecanismos de búsqueda, hacer constante el patrullaje en colonias de la parte alta del municipio, alumbrado en vialidades y calles, lo cual se ha dejado de lado en los primeros meses de la actual administración por la “austeridad”. Ya ni hablar de la falta de atención a otros servicios, que en otros artículos hemos tocado y que quizá valga la pena recalcar el que se ha hecho constante y presente en las últimas semanas también como la escasez de agua. Un problema que va en ascenso.
Ixtapaluca es un ejemplo de lo que prevalece en el Oriente mexiquense, la mayoría de los municipios gobernados por Morena, contribuyendo a que el Estado de México prevalezca en el segundo lugar con más homicidios desde que comenzó la administración de Andrés Manuel.
La entidad forma parte del violento panorama nacional que el presidente se niega a aceptar. Como prueba es la masacre en Michoacán que tanto se ha insistido en que si no hay cuerpo del delito no hay nada qué investigar y la preocupación del mandatario es: que el cartel se cambie el nombre para no desprestigiar el estado.
La irresponsabilidad política que ha manejado el mismo Ejecutivo sigue cobrando vidas inocentes, el minimizar el problema no va a hacer que desaparezca. Esto no va a cambiar si no empezamos nosotros a exigir resultados diferentes porque las víctimas las seguimos poniendo nosotros.
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