La vacunación contra la covid-19 en México ha resultado muy lenta, pues se aplican en promedio 64 mil 959 vacunas diarias y hasta ahora solo el tres por ciento de los adultos mayores de 60 años han recibido la segunda dosis. El martes 23 de marzo, por ejemplo, solo se aplicaron 107 mil 527 dosis; y aunque esta cifra rebasó el promedio nacional vigente hasta ahora, es extremadamente baja en comparación a lo que se realiza en otros países.
Estos datos son preocupantes porque solo se han aplicado seis millones de los nueve millones 100 mil dosis recibidas hasta el miércoles 24 de marzo, equivalentes al 60 y 65 por ciento, según la Secretaría de Salud (SS); además, la vacunación completa solo fue recibida por 734 mil 463 personas (el 0.58 por ciento de una población de 126 millones); inclusive tres millones de ancianos no han sido inmunizados a pesar de que hay vacunas para ellos; si el ritmo de aplicación diaria se mantiene, serán necesarios mil 857 días (cinco años) para inmunizar al total de los mexicanos. Este hecho no resulta nada alentador cuando se difunde que está a la vuelta de la esquina una tercera ola de contagios.
Sin lugar a dudas, esta lentitud se debe a la falta de responsabilidad y sentido de organización de las autoridades sanitarias y políticas del Gobierno federal, que incluso carece de una explicación sobre por qué está almacenando tres millones de dosis, a las que se sumarán casi cinco millones más cuando termine marzo: 658 mil 125 de Pfizer, un millón de Sinovac y 2.7 millones de AstraZeneca. ¿Qué responden a esto el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la Secretaría de Salud? ¿Cuándo vacunarán a los otros sectores de la población, entre ellos los estudiantes?
Algunos mexicanos suspicaces cuestionan al Gobierno Federal por no dar celeridad a la vacunación; se preguntan si éste y los gobiernos estatales morenistas están “peinando territorios” con miras a los comicios electorales del mes de junio; y sospechan que la explicación de Hugo López-Gatell en torno a que hay lugares muy remotos donde el acceso resulta complicado sea solamente una argucia electorera para dar tiempo a que los Servidores de la Nación actúen al lado de los brigadistas de vacunación.
Las interrogantes, las dudas y la desconfianza abundan. Si no, dígame usted: ¿por qué solo el tres por ciento de los más de 4.1 millones adultos mayores de 60 años ha recibido su segunda dosis? ¿Cuál es la razón por la que los médicos y el personal sanitario en general aún se quejan de que al 30 por ciento de sus compañeros les falta la segunda dosis?
Es cierto que una cuarta parte de los 15 millones de personas mayores vive en zonas rurales apartadas de los principales centros urbanos del país; pero esto no debe ser ningún obstáculo para un gobierno que dispone de todos los recursos financieros y operativos necesarios para superar ese problema; pues para ello, buena parte de los mexicanos paga impuestos. Además, mientras resuelve ese problema operativo, podría emprender la vacunación de otros sectores sociales del país.
Y aquí es donde resulta importante hablar de los estudiantes, en cuya juventud se halla el futuro de la patria; es indispensable que los jóvenes se preparen con ahínco para impulsar el desarrollo productivo del país. Ha trascendido que el retorno a las clases presenciales se aproxima, como ocurre en el caso de Campeche, donde, sorprendentemente, se pretende inmunizar a los docentes, pero no a los estudiantes. Es indispensable advertir que la vacunación de éstos debe ser también una prioridad para el gobierno si no quiere una catástrofe nacional.
La Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR) ha tomado como bandera de lucha esta demanda ante las secretarías de Salud y Educación Pública, con la consigna de que se vacune a toda la población infantil y juvenil antes de que regrese a las clases presenciales, medida omitida o no suscrita como prioritaria en el programa de vacunación anunciado por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. La FNERRR no se opone al retorno a clases, incluso la considera una buena decisión política; pero advierte que antes tiene que garantizarse la inmunización de todos los estudiantes para no exponerlos a contagios una vez que se reanuden las clases presenciales.
El avance académico, tecnológico y laboral del país es algo a lo que todos debemos sumarnos, aunque AMLO, Morena y su 4T digan lo contrario.
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