MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La FNERRR, un aliado de la educación en México

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Han dicho los que saben que, si queremos conocer el futuro de la humanidad, basta con voltear a ver las formas, usos y costumbres de nuestra juventud actual. Pues son ellos, el grupo social con más fuerza y vitalidad, con mejores condiciones físicas y mentales para progresar, y los que en un futuro cercano van a mover el mundo con sus ideas y acciones. Y yo creo que tienen razón.

Por ello, es de vital importancia considerar de nuestra incumbencia todo lo que le sucede hoy a la juventud. En nuestro país, los jóvenes representan el 30 % de la población, con 37.7 millones de personas.

La Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez es una organización de jóvenes estudiantes que tiene el firme propósito de contribuir con la educación democrática, crítica, científica y popular. 

Por el rango de edad que representan, de manera general, hablar de jóvenes es hablar de estudiantes. Siendo esta su principal actividad, conviene preguntarnos, ¿qué intención tiene el sistema educativo actual para los jóvenes? ¿En realidad quiere formar personas críticas, analíticas, científicas que quieran y puedan transformar el mundo?

Viviendo bajo el capitalismo, no resulta una casualidad que el sistema educativo, incluso a escala mundial, venga cada vez más priorizando el saber hacer, dejando en segundo lugar otros saberes de gran importancia, como el saber ser, el saber aprender y el saber convivir, ejes que enmarcaron otros modelos educativos pasados más humanitarios.

Hemos sido testigos de la tendencia hacia el pragmatismo, cómo en los contenidos de los planes de estudio, tal vez sin querer, pero inevitablemente, se deja de lado el conocimiento teórico, el pensamiento crítico como herramienta fundamental del conocimiento. 

Las consecuencias de eso las podemos comprobar a simple vista en el desinterés, la apatía, la falta de curiosidad y amor al conocimiento que los jóvenes manifiestan en las aulas, y que creo que está determinada, por una parte, por la situación económica de cada uno de ellos, que les obliga, en la mayoría de los casos, a dedicarle gran parte de su tiempo a procurarse las condiciones mínimas para vivir: alimento, vestido y un techo donde morar, o sea a trabajar

Y, por otra parte, fiarse en que, aprendiendo por sentido común, con sentido lógico, es suficiente y necesario para considerarse apto para esta vida, y estoy segura de que así sería si solo viniéramos a cumplir con toda libertad el proceso evolutivo natural del hombre: nacer, crecer, reproducir y morir, pero todos sabemos que en ese camino se encuentran gran cantidad de problemas y adversidades que no podrán resolver solo utilizando el sentido común.

Aprender con el sentido común significa aprender a través de los cinco sentidos: el gusto, el tacto, la vista, el oído, el olfato, y esos sentidos podrán determinar una realidad visible concreta, pero todo fenómeno se compone de dos partes, la visible y la invisible, lo que se ve y lo que no se ve, por ejemplo, existe la moral, y nadie nunca la ha podido ver y no la verá, porque es un concepto abstracto que sólo se conoce a través del pensamiento, el cual debe entrenarse cada día para llegar a las profundidades del conocimiento, a descubrir verdades que no se ven aparentemente.

Pero, como dijo Aquiles Córdova en uno de sus interesantes artículos:

“El sentido común se estrella siempre contra la superficie de las cosas sin poder ir más allá. Esta superficialidad hace imposible intuir siquiera la causa profunda de los fenómenos; entender que los fenómenos no son más que la manifestación visible de esa causa profunda. Por eso se vuelve circular, repetitivo, estéril. Choca una y otra vez con el mismo problema y siempre responde de la misma manera, a pesar de que sabe que eso no dará ningún resultado. Y termina por declararse vencido ante aquello que daña sus intereses o pone en riesgo su vida”. 

Así pues, en la resolución de sus problemas de tipo familiar, económico, social, político, etcétera, los jóvenes estudiantes (y no sólo ellos, pero en esta ocasión me refiero a ellos) suelen usar sólo el sentido común, lo que ven, lo que escuchan, lo que sienten, logrando una interpretación parcial, sólo de forma del fenómeno que les acontece, por lo que sus decisiones son casi siempre tomando en cuenta sólo una parte del fenómeno.

Ello desencadena más problemas (embarazos no deseados, relaciones de amistad o noviazgo de riesgo, uso y abuso de sustancias ilícitas, el ingreso a los grupos criminales, abandono escolar, etcétera), precisamente porque se carece del análisis para encontrar las raíces profundas de estos problemas.

Es absolutamente necesaria la capacidad de analizar un fenómeno con el sentido común, pero complementándolo con el uso del pensamiento crítico, por lo que cobra relevancia el modelo educativo. Es desde las aulas donde se debería promover la educación y entrenamiento del pensamiento humano, pues el cerebro, mientras esté sano, tiene la capacidad de desarrollarse y nadie ha demostrado que tenga un límite.

Pero, ¿es esta la pretensión del modelo educativo actual, que los jóvenes desarrollen su pensamiento crítico y que puedan analizar los fenómenos desde sus raíces más profundas?

Yo me atrevo a decir, por lo que veo y escucho, es decir con mi sentido común, y usando también mi todavía poco desarrollado pensamiento crítico, que no.

Y es la tendencia de la educación lo que me lo dice, por ejemplo, la nueva propuesta de vincular la educación media superior al sector empresarial, que aparentemente (con lo que solo se ve) es una buena medida para que los jóvenes aprendan a desarrollar sus habilidades laborales desde una edad temprana.

Es una medida que obligará a los jóvenes a trabajar desde corta edad, en donde inevitablemente se les incitará al pragmatismo, algo así como “¡que haga, que trabaje, no importa que no piense!” pues lo que importa al modelo educativo impuesto por el modelo económico es producir y ganar.

Hoy más que nunca necesitamos más intelectuales a favor de las causas nobles, que sepan distinguir el disfraz de Gobierno bueno que tenemos, pero si el joven estudiante, que es el futuro de nuestro país, quien pudiera ayudarnos a resolver los múltiples problemas sociales, con su inteligencia y capacidad, ahora va a estar ocupado esforzándose por cumplir con las exigencias del mercado laboral, ¿quién se pondrá a trabajar pensando en las raíces de los problemas para encontrarles solución?

Por ahora, no podemos escapar del modelo capitalista, que es el que determina la forma de la educación y de otras instituciones, pero sí luchar por no dejarnos aplastar por sus ideales. 

Ahora que podemos darnos una idea de lo que viene en educación y el peligro que acecha a nuestros jóvenes, todos debemos preocuparnos por orientarlos y hacerles claridad y, a la par, exigir que el Gobierno responda a esta sentida demanda. Y para ambas cosas podemos contar con la FNERRR.

La Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez es una organización de jóvenes estudiantes de todo el país que, a través de las Casas del Estudiante, gestionadas por ellos mismos y ubicadas por todo el territorio nacional, justamente tienen el firme propósito de contribuir en esa ardua tarea: una educación democrática, crítica, científica y popular. 

En ellas se promueve el estudio científico de la realidad, para que desarrollen su pensamiento crítico, además de organizarlos para luchar por mejores condiciones en sus escuelas. México cuenta, pues, con un aliado de la verdadera educación, ¡ojalá lo aprovechemos!

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