En cada oportunidad que existe para explicar pacientemente las razones de nuestra lucha, nuestro Líder Nacional, el Ing. Aquiles Córdova Morán, es prolijo en los argumentos, emotivo y, sobre todo, muy preciso en el uso del lenguaje. En una de esas productivas charlas en las que tuve el gusto de participar, escuché cómo precisaba ante el grito emotivo de la consigna: ¡Tenemos la fuerza, tenemos la razón, adelante antorchistas con la organización!, y dijo categórico: sí, tenemos la razón, pero no la fuerza.
Si queremos cambiar las condiciones de vida de las mayorías, se requiere conformar una fuerza que sume a millones de mexicanos y que dispute el poder a quienes hoy gobiernan, pero no para cambiar de partido sino para cambiar de modelo económico.
Ante la contundencia del argumento, me quedé reflexionando sobre la importancia de ese razonamiento y concluí que de eso derivaba con urgencia la tarea de conquistar la voluntad del mayor número de mexicanos que estén dispuestos a luchar por una patria más justa.
El viernes pasado pude ratificar lo certero del planteamiento, pues con motivo del 100 aniversario de las relaciones entre México y la URSS, evento organizado por el Movimiento Antorchista, escuchamos una ponencia de nuestro dirigente nacional. Como siempre, además de ilustrarnos sobre el uso del marxismo en el análisis de la realidad, concluyó con la necesidad de cambiar de fondo la desigualdad social, la terrible realidad que aqueja a más de 95 millones de mexicanos.
Tal objetivo sólo puede lograrse cambiando de modelo económico. Es errático el análisis que sitúa a la corrupción como principal mal de la patria. Nosotros sostenemos que el mal primario es la desigualdad social, pues por mucho que se empecinen en desviar la atención, ocuparse de cuidar el presupuesto público (hecho que, de ser cierto, no estaría mal), pero olvidar la acumulación de la riqueza en unas cuantas manos es una manera de seguir protegiendo a los ricos.
Para ello, sirva sólo de ejemplo recordar cómo Carlos Slim, Germán Larrea, Alberto Baillères y Ricardo Salinas poseen una fortuna superior a los 150 mil millones de dólares. Con tal cantidad se deja ahítos de todo a unos cuantos, mientras la inmensa mayoría no tiene nada para sí.
Lo anterior refleja que, a pesar del entusiasta discurso sobre el cambio de régimen y de que el gobierno morenista trabaja para las mayorías, el crecimiento de la inseguridad, el desabasto de medicamentos en los hospitales, la alta tasa de emigración, la falta de opciones educativas para el pueblo, y sobre todo el sostenido deterioro en la vida de las mayorías, da cuenta de que es necesario un cambio de modelo económico, porque cambiar de partido en el poder puede modificar algo la realidad, pero de fondo la situación será la misma. La concentración de la riqueza social en unas cuantas manos genera el empobrecimiento de las mayorías.
El diagnóstico de nuestro líder nacional es irrefutable. Al mismo tiempo, como apoyo de la viabilidad de nuestra visión, vienen a cuenta como modelos de desarrollo el caso de China y Rusia, países que se han puesto a la cabeza de las naciones progresistas.
Por ende, si queremos cambiar las condiciones de vida de las mayorías, se requiere conformar una fuerza que sume a millones de mexicanos y que dispute el poder a quienes hoy gobiernan, pero no para cambiar de partido en el poder como sucede cada seis años, sino para cambiar de modelo económico.
De ahí deriva la certeza del título de este escrito y de las palabras de nuestro dirigente nacional: nos asiste la razón, nuestro proyecto es correcto, vale la pena luchar por los menesterosos y resistir las embestidas, pero si queremos alcanzar la meta es urgente y necesario tener la fuerza necesaria para sumar a miles de mexicanos en ese proyecto. Trabajemos sin descanso y con fe en la justeza de nuestra meta; debemos hacerlo convencidos de que un día no muy lejano lo vamos a lograr, por tanto, pongamos todos manos a la obra.
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