La nota principal de estos días ha sido el resultado de la contienda electoral del pasado domingo 5 de junio, donde se eligieron gobernadores en seis estados de la república: Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas, Quintana Roo, Durango y Aguascalientes. Los resultados estaban cantados. La victoria del partido Morena en las primeras cuatro entidades gobernadas por el PRI y el PAN era evidente.
En el resultado influyó desde luego, que los gobiernos de Alejandro Murat en Oaxaca y Omar Fayat en Hidalgo, no sólo fueron pésimos sino, “por alguna razón”, sumisos y entreguistas al presidente Andrés Manuel López Obrador, además el hecho de que el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, fue perseguido por el gobierno morenista, acusado de presunta participación en actos de corrupción.
Es peligroso obviamente que un solo partido tenga en sus manos el poder absoluto; el gobierno de la república, la mayoría de los gobiernos de los estados, además de los poderes legislativo y judicial, pues, no favorece el clima político en el país. Estamos viendo ya las consecuencias, sobre todo teniendo como presidente a un especialista en demagogia y manipulación.
Todos los mexicanos, principalmente los más pobres, sufrimos las consecuencias del gobierno de la 4T. Desapareció todos los programas sociales, incluídos hasta los inofensivos pero importantes programas de investigación científica, por lo que en poco más de tres años de su administración, según datos del INEGI, se ha incrementado el número de pobres en más de cuatro millones de mexicanos.
Se ha disparado la inflación en 7.7 por ciento, se encarecieron los productos de primera necesidad, se ha perjudicado la educación, salud e inseguridad, sobre todo lo que tiene que ver con feminicidios y matanzas, imparable últimamente en las entidades de Zacatecas, Michoacán, Guerrero, Puebla, Colima, Veracruz y Sinaloa, de donde por cierto, no sale el presidente, sin dejar de mencionar el evidente crecimiento de la corrupción, que dijo acabaría al tomar el poder.
Me llaman por eso la atención, las declaraciones de algunos políticos panistas que afirman para justificar su derrota en la elección de Tamaulipas, que la fortaleza de ellos está en el bajío, y hay una fuerte posibilidad de que el candidato presidencial de 2024 sea emanado de esta zona, en abierta referencia a políticos queretanos que aspiran a ocupar el puesto, señalando que hay cuadros muy valiosos y asegurando que ante el proceso electoral federal de 2024 la lección principal es que el PAN debe ya trabajar en sus candidatos y demostrar generosidad. (!) Nada está perdido. Tenemos una base muy firme. “Como panistas tenemos mucho por hacer”, dicen.
Y sí, estoy totalmente de acuerdo: ante el reto de mejorar la situación política, económica y social de México, no sólo tienen mucho que hacer, sino todo por hacer; empezando por reflexionar quienes tienen el poder, que éste no será por toda la vida, que deben ser más sensibles, arrogantes, y escuchar y resolver la problemática de los queretanos, cansados de su política mercantil.
Que mientras ellos traen una disputa de todos contra todos por los puestos de elección popular, el transporte público nomás no funciona, no mejoran los servicios públicos y empeora la seguridad pública: se incrementan los feminicidios, desapariciones, asesinatos, asaltos y ahora hasta embolsados y fosas clandestinas.
Y para rematar, niegan los servicios más elementales a la población, como el derecho al agua potable a los campesinos de Cadereyta que llevan 80 días en plantón frente al palacio de gobierno esperando que el gobernador Mauricio Kuri cumpla los compromisos firmados desde 2006 y 2021, a pesar de ser los dueños del agua con la que hacen negocio y la privatizan.
Y aunque quieran justificarse con explicaciones como, que eran provocadores, que son del Estado de México, o la típica “aplicación del Estado de Derecho”, el panismo se evidencia como represor de quienes exigen sus derechos, como hicieron con los ciudadanos agredidos y encarcelados el pasado viernes, frente a las instalaciones de la CEA.
Como dice el conocido refrán mexicano: “tan malo es el pinto como el colorado”.
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