Antes de que empezara el periodo vacacional de Semana Santa, era común enterarse, por medio de la prensa tradicional y de las benditas redes sociales, diría alguien, que tal grupo de personas, organización social, gremial sindical y hasta los propios trabajadores de gobierno estatal y municipal protestaban a lo largo y ancho de la capital del estado, en Acapulco y en las principales carreteras de la entidad, prácticamente sin que las autoridades federales, estatales y municipales hicieran el menor esfuerzo por atender sus planteamientos, sus demandas justificadas.
A decir de los manifestantes, las autoridades no habían querido atenderlos, hasta se acuño una frase por esos días que decía “quieres que te resuelvan vete a bloquear la autopista, a la altura del parador del Márquez, y te resuelven”.
Las protestas eran tantas que daba la impresión de que en el estado no había gobernabilidad, no se veía la presencia del gobierno, la situación llegó a tal gravedad que la gobernadora tuvo que salir a atender las manifestaciones en los lugares donde se encontraban los manifestantes; no a todas asistió desde luego, y reconoció que, si había gente que se manifestaba, con razón o sin ella, obedecía a que no se atendían sus problemas. No se dio ningún reporte o noticia de algún intento de desalojo o desalojo consolidado durante este tiempo, estamos hablando antes de vacaciones de Semana Santa.
Cosa diferente vimos y nos enteramos del actuar de los tres órdenes de gobierno, después de anunciarse que iniciaba el periodo vacacional, primero se anunció que llegaban al estado más de dos mil integrantes del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional para brindar seguridad a los turistas nacionales y extranjeros, enseguida se mostró todo este aparato que llegó a nuestra entidad. A los pocos días se nos informó que este cuerpo represivo no permitiría ningún bloqueo o protesta que afectara a los visitantes, entonces los vimos actuar; no dejaron a los grupos que se manifestaran y desalojaron a los primeros que intentaron hacer uso de sus derechos constitucionales, esto acompañado de notas periodísticas donde declaraban los empresarios del área de servicio de turismo que habían solicitado al gobierno federal y estatal dichos operativos para garantizar que los turista dejaran de visitar el estado, donde hay lugares de interés para vacacionar.
Uno está de acuerdo en que toda manifestación provoca una afectación a la vida diaria, pero en la inmensa mayoría de casos esta culpa no recae en los que protestan, sino en las autoridades que no atienden y resuelven sus planteamientos, luego solo activan su maquinaria propagandística para culpar de las afectaciones a los rijosos de siempre.
Pero llama la atención como en Guerrero se da doble trato a los manifestantes, cuando no hay una afectación importante a los dineros de los empresarios se les permiten las protestas; es decir, juegan a los encantados, pero cuando están en riesgo los intereses de esos ricos, el Gobierno estatal muestra su verdadera cara de represor.
Nosotros, que llevamos años en la lucha social, sabemos de esto y por eso coincidimos que cuando alguien sale a protestar no lo hace por gusto, lo hace por necesidad, por esa razón nunca hemos coincidido en utilizar la fuerza pública para reprimir las manifestaciones y menos que las autoridades, dándoselas de demócratas, dicen estar de acuerdo con las protestas, pero cuando se trata de proteger los intereses de los ricos reprimen y piensan que nadie se dará cuenta o que entenderán el argumento de proteger las fuentes de empleos, pero en el fondo sabemos que lo que protegen son los dineros de los poderosos del estado.
Una vez más, queda en lo antes narrado, que eso de primero los pobres no es una realidad en los gobiernos de la Cuarta Transformación, sino que son primero los ricos.
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