Un pueblo abandonado a su suerte, desprovisto de elementos educativos para su emancipación, que sólo espera la bendición de Dios para mejorar sus condiciones de vida, es un pueblo sumamente sumiso que solo marcha al paso que le indican unos cuantos. Camina sin levantar la vista jamás, domesticado come y bebe cuanto le ofrece su amo, so pena de ser castigado y culpado del maltrato que recibe por su rebeldía, si es que acaso lo intenta.
Existen muchas familias así, que, sin reflexionar, festejan, aceptan y se conforman con las dádivas del gobierno de López Obrador como si esas dádivas salieran de su bolsa, por eso él se comporta cual amo y señor que da para comprar gratitud, para cautivar el voto que necesita, para asegurar el poder político de familiares y camarillas, y para servirse con la cuchara grande en el poder; como suele decir la gente más consciente.
Romper las ataduras de este esquema establecido por los poderosos, no es cosa fácil. Este sometimiento que se vive no es gratuito. La violencia física y psicológica infligida por años al pueblo, generación tras generación, aunado al miedo a seguir sufriendo después de la muerte en la otra existencia eterna que promueve la religión, han cosechado mansedumbre inaudita en amplios sectores de lo más desamparados.
Los medios de comunicación masiva, en manos de los poderosos, dosifican la información a conveniencia del que paga, y atiborran con pegajosos entretenimientos al pueblo en general. Los juegos electrónicos, programas de televisión y las redes sociales desempeñan un papel muy importante para enajenar al pueblo y sumirlo en la mediocridad, hasta desentenderse de los problemas de su comunidad que le afectan en la vida diaria. Un pueblo así es presa fácil de manipular porque no tiene los elementos necesarios y suficientes para cuestionar y poner en duda la información y los programas de entretenimiento que recibe.
El capitalismo, como modelo económico, y su ideología predominante, abusan del poder económico y político de un país; moldea a los pueblos de acuerdo con sus necesidades e intereses y nada más.
Capitalismo o economía de libre mercado, como se le llama actualmente, es el modelo económico rector en nuestro país. Los capitalistas y la elite social se sirven del trabajo de los obreros, y por eso los educa a modo y utilidad. Y su interés inmediato y permanente, es mantener el poder político en sus manos, y se sirve de todos los medios disponibles establecidos para tal propósito, incluida la fuerza pública que ha creado para su servicio, si fuera necesario.
Un país como el nuestro, sumido en la pobreza y la ignorancia, sin infraestructura suficiente, sin servicios tan básicos como el agua, electrificación, salud y educación; cultura y la tan marcada falta de vivienda popular, es un país abandonado. En un contexto así, un gobierno que se dice de los pobres, creo yo, debería resolver las demandas de obras y servicio; pero, ¿qué hace el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en momentos tan críticos de miseria? Nada.
Nada, López Obrador no hace nada, pero eso sí, montó un circo que llamó revocación de mandato, y despilfarró millones y millones de pesos, producto de los impuestos que pagamos todos mexicanos; y todo para una faramalla con la que busca mantenerse presente y vigente en la opinión pública y perpetuarse en el poder político, importándole un bledo el sufrimiento de su pueblo.
AMLO no atiende las enfermedades tratables en los centros de salud; no hay medicamentos del cuadro básico para ese fin; y peor aún, en muchos pueblos y colonias no hay doctores en muchos centros de atención de la salud. Es un reclamo muy sentido de los trabajadores de la salud en Colima, por ejemplo, la falta de insumos y atención médicos en los nosocomios.
Es así como se entiende mejor aquello de, primero los pobres, cuando se está encamado en espera del medicamento que no llega, o no se puede uno realizar los análisis de laboratorio por la falta de reactivos químicos; entonces, la familia solo puede encomendarse a Dios, en espera del milagro de curación, pues el dinero de la pensión que da el gobierno está agotado.
Por último, repito aquí de nueva cuenta, la urgente necesidad de mis compañeros Tecomenses. Mis compañeros, son un numeroso grupo de personas solicitantes de lotes para la vivienda, que, obligados por la necesidad, luchan sin descanso cada semana haciendo lo necesario para ser escuchados por la gobernadora Indira Vizcaíno, porque saben que les asiste la razón.
Lo único que piden es la oportunidad de comprar, a plazos, un lote de tierra para edificar ahí su humilde vivienda. Creen que, porque la gobernadora dijo que son nuevos tiempos para Colima, la respuesta favorable llegará pronto. Y así lo esperamos.
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